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Jueves, 11 de enero de 2007

IORIO, ROWEC, O’CONNOR, GIARDINO

Heavy nac & pop

 Por Cristian Vitale

Compromiso, saña y distorsión. Parodia al paso para trazar el panorama del heavy argento: tomar el género como una gran familia con tíos, hijos, sobrinos, padres, abuelos, amigos y nietos cuyo ciclo amistad-pelea—amistad ocurre como en las mejores grandes familias. Para empezar, un inevitable y polémico nacionalista (a veces con zeta): Ricardo Iorio. Por mérito y tradición, emblema del metal criollo. Inventor de un giro imposible de entender en otras latitudes. Almafuerte acaba de editar el undécimo disco: se llama Toro y Pampa y es una joya musicalmente hablando. Un guitarrista impecable (Claudio Marciello), una base que hace caso (Bin Valencia-Beto Ceriotti) y un Ricardo afilado, potente, tormentoso, con letras de pluma hiriente, concreta y sin golpes bajos. Mr “Tragaleche” —y no es dato menor— habla de amor: “Si no hay amor, mejor bajate / si no hay amor nunca habrá sueños / si no hay amor se muere antes / si no hay amor se pierde siempre”. También recurre a sus conocidos decires telúricos: “Día domingo lejos de la ciudad / bajo el sol / compartiendo entre amigos carne asada pan agua / ¡y vino toro y pampa es!”.

Otro pionero, Gustavo Rowec, camina silencioso. Hace tres años que Nativo —banda que se desmadra en otros géneros— no edita discos. El último fue Vos también. El ex baterista de V8 zigzaguea y recula en su búsqueda mix de heavy, new metal, alternativa y punk, pero los fans siguen cantando “Rowec es V8”. El tercer gran padre, Beto Zamarbide, encontró la luz en Dios y con Logos —el grupo que sostiene desde 1990— editó Plan mundial para la destrucción. La Biblia es piantavotos, pero Logos —donde también milita otro ex V8, Miguel Roldán— es una de las pocas bandas heavy capaz de entrarle a un Teatro de Flores sin morir en el intento. Osvaldo Civile, primera baja de la gran familia, dejó Horcas andando. Y Horcas anda. El octavo disco fue la otra novedad fuerte del año. Se llama Asesino. Tiene diez temas y sólo apelando a los nombres (todos de una palabra) se accede a la cosmogonía negra de los muchachos: Guerra, Confusión, Basura, Pánico, Pesadilla, Decadencia, Amnesia, Revancha. Link directo al espíritu de Civile y al debut de 1990, Reinará la tempestad, más un personaje tempestuoso que mantiene el fuego metálico en alto: Walter Meza.

La segunda generación parió un irreverente. Claudio O’Connor, el pibe proleta de Llavallol, la voz chifle de Hermética que acompañó el lado oscuro del rock en los ‘90, que se peleó con papi Iorio para instituir Malón, hoy es un heredero díscolo. Ama a Los Tipitos, le contó al NO. Versiona Eleanor Rigby y edita discos como el casi flamante Estamos pariendo, que roza la apostasía. Una apuesta refrescante anti-doctrina y una versatilidad en el registro de voz lo convierten en un imán metalero discordante. “Yo estoy contra toda intolerancia”, le dijo alguna vez a este suplemento. Otro hijo: el “Tano” Romano, el fletero de Tablada, guitarrista de Hermética y fogonero de Malón, reniega de Iorio, pero respeta la sangre. Luego de intentar con el trío trash Visceral, armó Razones Conscientes —programado para telonear a Sepultura en el Monster Metal Rock— e insiste con su viejo sueño: surcar las rutas argentinas. Industria Argentina (único disco) es de influencia indiscutible: Hermética y Black Sabbath.

El abuelo más rebelde, Walter Giardino —recuerden su fugaz paso por V8 y las trompadas permanentes con Iorio— sigue estoico con Rata Blanca. Miles de seguidores y miles de rechazos (difícil que toquen en las fechas heavy de los festivales), llena donde se presenta. El duodécimo disco, La llave de la puerta secreta, sigue viajando por todo el país: en enero, la Rata tiene fechas programadas en Catamarca, Carhué, Mar del Plata, General Belgrano, y el 9 de febrero abren el Cosquín Rock.

Como en toda gran familia, están los amigos: Andrés Giménez —otrora motor new metal— votó Toro y Pampa como el mejor disco del año en la encuesta de este suplemento, a principios del año pasado desarmó A.N.I.M.A.L. —”era un desfile de modelos”, dijo al NO— y armó D-Mente (Devil Mente). Cuarteto con un muy buen disco melodioso, potente, ajustado, en busca de nuevos rumbos. Asomó la nariz muy tempranito en el temático del Pepsi Music, y este año espera explotar. Un amigo del amigo, Corvata, entró con Carajo a grabar el nuevo disco, que verá la luz en marzo. Es el heredero de Electrorroto acustizado. Para Carajo fue un año de ensayos intensos y presentaciones esporádicas.

Links a bandas con predicamento menor. Jason, nacida en una barriada de San Martín en 1991, devota de Purple, Ozzy y Sabbath, y alguna vez telonera de Angra, Stratovarius e Yngwie Malmsteen, permanece en silencio desde 2002, cuando editó su tercer y último disco: En lo alto del cielo. Otra: después de editar KissKovers y aportar versiones en los tributos a Riff y Judas Priest, Kefren se disgregó: Leonardo Moon se fue en buenos términos y se reintegró a Jakk Daniels. El resto (Sebastián Gava, Daniel Key y Ariel Gambera) formó Mafia, cuyo disco debut está programado para principios de 2007. Mad y Lovorne, la veta motoquera aicidiciana, están varados discográficamente desde 2003. ¡Pappo tuvo un nieto! Y Tren Loco, grupo con 16 años de camino, editó una de los mejores discos duros de los últimos tiempos: Sangresur.

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