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Pinguear, taggear, postear, googlear, twittear, rippear. Pasan los años y con ellos las tecnologías, pero en su reguero dejan conceptos, palabras, neologismos que se estancan en el uso popular para ese “por siempre” que en tecnología dura no más que un par de años. La última de las últimas, en materia de tendencias en torno de la música en vivo, es el streaming y su verbo adosado: streamear o su sucedáneo argento, estrimiar. El streaming (más vale que viene de ahí) o la transmisión multimedia de contenidos a través de una red no es algo nuevo. De hecho, desde YouTube (video) hasta GrooveShark o Spotify (música), muchas redes sociales muy usadas por los músicos y los musicosos se basan en sistemas de streaming. El point de lo reciente es que el streaming ha llegado para quedarse en la transmisión en tiempo real de recitales: VivoConectado es el gran exponente under local, un sitio que ya replicó online más de 70 recitales. Pero gigantes empresas como Coca-Cola, Terra y la ya no tan flamante Vorterix de Mario Pergolini se subieron con todo su peso a la secuencia de estos retuits de recitales.

Hace tres años, Coca-Cola se dedicaba aún en el país a la gaseosa, Terra atraía jóvenes novatos de la charla digital a sus canales de chat y Mario Pergolini seguía en Rock&Pop. Y desde un sucucho porteño surgía la primera piedra argentina para las bases del streaming de recitales: VivoConectado, el proyecto de la productora Queremos Aire. La idea, de tan sencilla, da bronca: si existe Internet, existen las cámaras, existen los recitales y existen los servidores, ¿por qué no generar un espacio de streaming para conciertos? En lo que va de la década, VivoConectado presentó más de 70 conciertos de Mimi Maura, Dancing Mood, Massacre, Kapanga, Karamelo Santo, El Siempreterno, Pez, Riddim, Rico Rodríguez, Onda Vaga, Muchachito Bombo Infierno y Molotov. Pero a diferencia de su par y coetáneo Cuevana.tv, el contenido aquí no está permanentemente disponible: los shows se transmiten mientras ocurren y, una vez terminados, no más show..., no más streaming.

De a poco, el sitio (vivoconectado.com) fue fidelizando a sus primeros internautas eventuales en seguidores del sitio. Por supuesto, gran parte del público que accede a cada concierto (actualmente, el promedio es de 25 mil personas viendo cada transmisión en tiempo real) es el cautivo por la banda. Vale el ejemplo de la presentación de Volviendo a las cavernas, de Pez: miles de personas vieron la retransmisión del show desde su sala de ensayo, doscientas compraron luego un combo de disco + remera + entrada especial y limitado, y seis mil bajaron instantáneamente el disco, que la misma banda subió. “Para nosotros, VivoConectado es una herramienta que tiene que ayudar a generar un nuevo modelo para la música”, desea uno de sus principales impulsores y actual “comandante” del proyecto, Sebastián Carril. “El viejo modelo sería ir con mi red y mis fierros y decirles a las bandas: yo te transmito y cuesta tanto. Esto es otra cosa: hoy por hoy, la difusión, con Internet, la podés tener siempre. La idea es ver cómo hacer para generar plata para las bandas, porque nosotros tendremos la red, el sistema, los servidores y los aparatos, pero la gente es de las bandas.”

–¿Cómo toman las bandas este nuevo modelo?

–Al principio las bandas pensaban que esto les iba a sacar público, y los productores, que iban a dejar de vender tickets. Pero cuando vieron de qué se trataba, hubo un quiebre muy grande. Pensá que fuimos a proponer esto hace tres años, cuando todavía no se stremeaba Glastonbury. Y para adelante creo que en un par de años cualquier banda va a poder hacer su propio streaming de sus shows a tres cámaras y casi sin costo.

–Y pasada la transmisión, ¿qué se lleva la banda?

–Después de cada show les damos un estadístico de cuánta gente los vio y dónde, que es una herramienta para pensar giras y shows en el interior o en Latinoamérica, porque al estar en Internet, estas transmisiones pueden verse en cualquier lugar del mundo. Además de la gente que después va a un recital de la banda a verlos en vivo y en directo. Y de cada show cortamos un video de alguna canción, que se le da a la banda, no queda en el sitio porque el contenido no es nuestro. Una vez que termina el recital, en la página no está más. Es ese momento, como pasa con los recitales.

–¿Cómo es el comportamiento de ese público?

–Por lo general, actualmente el que ve un recital en VivoConectado se queda entre 15 y 25 minutos. Es un promedio, hay gente que se queda todo el show y otra que se va enseguida. Es una buena forma de conocer nuevas bandas; por eso nuestra idea sería poder trabajar específicamente con las bandas independientes. Hay bandas que vienen y nos piden que hagamos el streaming y se lo cobremos, pero no es nuestra idea. Lo que intentamos es que se genere un nuevo modelo de negocios en base al streaming de shows.

–¿Alguna idea al respecto?

–Quieras o no, tu música va a estar en Internet. Y si podés conseguir una devolución de la página donde va a estar, tenés que intentarlo. El nuevo modelo de negocio de la música independiente es monetizar visitas en YouTube, descargas de canciones, transmisiones de shows. Si, de última, en una transmisión de VivoConectado vendiste 15 o 20 mil tickets. El tema es cómo monetizás eso. No sé cómo se hace, es algo que pienso todos los días.

–¿Y sabés si hay proyecciones públicas de lo que ustedes transmiten?

–Al modelo del fútbol, ¿decís? Sí, nos han mandado fotos desde un bar en el Chaco donde había treinta personas viendo en pantalla gigante uno de los shows. Hay gente que nos etiqueta en Facebook en fotos viendo shows en computadoras con monitores, parlantes gigantes...

–A todo esto, ¿ustedes mirarían un recital a través de Internet?

–A los 13 o 14 años estaba en mi primer recital con el pecho contra la valla. Hoy prefiero quedarme cómodo atrás tomando una cerveza, pero si puedo ir a verlo en vivo, no te miro un show por Internet ni loco.

* Do Amor y Mompox en Niceto transmiten en vivo el sábado 17 de noviembre. A las 21. Ver en vivoconectado.com

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