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Domingo, 27 de diciembre de 2015

FAN › FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: MANUEL ONíS Y “Tô” DE TOM Zé.

EL LENGUAJE ES UNA TRAMPA

 Por Manuel Onís

“¿Con cuántos kilos de miedo se hace una tradición? ¿Con cuántas muertes en el pecho se hace la seriedad?”, cantaba en la televisión brasileña un ser pequeño, gracioso y eléctrico. Estábamos visitando a papá en San Pablo junto a mis hermanas, como cada verano, y un escalofrío me recorrió la espalda.

Tom Zé era la cara oculta y olvidada del Tropicalismo hasta que David Byrne lo redescubrió a fines de los años ’80, cuando compró por equivocación uno de sus discos creyendo que era un compilado de samba. A diferencia de sus ex compañeros Caetano Veloso y Gilberto Gil, Tom Zé había abandonado su carrera musical y estuvo a punto de volver a Bahía para trabajar en la estación de servicio de un sobrino. Pero en 1992 el ex líder de Talking Heads lo editó en Estados Unidos a través del sello Luaka Bop y despertó la admiración de la crítica internacional y de artistas como Sean Lennon, Beck, Beastie Boys o Tortoise.

Otra historia de perdedores que son culto de las vanguardias después de vivir en la marginalidad.

Tom Zé retrataba la vida urbana de ciudadanos adormecidos por la rutina, insensibles frente a la belleza, incapaces de conmoverse, viviendo sin riesgo ni pasión. En “São São Paulo”, por ejemplo, nos habla de “ocho millones de habitantes que se agreden cortésmente, corriendo a todo vapor en una aglomerada soledad”. En el disco Tropicalía (1968) ya sorprendía con la canción “Parque Industrial”, una sátira a la sociedad de consumo, la moral de los medios de comunicación, las sonrisas envasadas de la publicidad y la fe en los poderes redentores de la industrialización.

Me recordaba a “Construcción” de Chico Buarque (“… Subió a la construcción como si fuera máquina, ladrillo con ladrillo en un diseño lógico, sus ojos embotados de cemento y lágrimas, …”), o a aquel clásico de Jobim y Vinicius (“… La felicidad del pobre parece la gran ilusión del carnaval/ la gente trabaja el año entero por un momento de sueño para fingir ser rey o un pirata…”).

Tom Zé fue para mí una puerta de entrada atípica a la música de Brasil. Los primeros discos suyos que escuché son los que editó en la década del ’70: Estudando Samba, Todos os olhos, Se o Caso é Chorar, Correio da estação do Brás, y eso me llevó a descubrir la discografía completa de Os Mutantes, luego Loki de Arnaldo Baptista, Refazenda de Gilberto Gil, Build Up o Hoje é o primeiro día… de Rita Lee, Gita y la metamorfosis ambulante de Raul Seixas, y por último, clásicos como Caetano.

Tengo grandes recuerdos ligados a canciones de Zé: largas escuchas en la casa- sala de ensayo de El Horreo en Colegiales, versiones de “Menina Amanhã de Manhã ” y “2001” en la costa uruguaya junto a Los Armando a cambio de pizza y cerveza, cantando la bellísima “Augusta Angélica e Consolação” con los chicos de Onda Vaga en los camarines del Teatro Coliseo, o la grabación de “Qualquer bobagem” para el tributo a Os Mutantes El Justiciero Cha Cha Cha (co-producido por Humphrey Inzillo y Arthur de Farias). También tuve la suerte de ver sus dos presentaciones en Buenos Aires (en el ND Ateneo y en el Gran Rex) e incluso de charlar un rato con él una tarde en la que intentaba hacernos creer que sus radicales búsquedas estéticas se debían a que es un pésimo cantante, compositor e instrumentista.

Mi canción favorita es “Tô”. Pertenece a su disco más emblemático e influyente: Estudando Samba (1976). La letra de “Tô” me reveló la idea de que cada acción o fuerza contiene a su opuesto : “… Cariñoso para poder herir, estudiando para ignorar, lentamente para no atrasar, explicando para confundir, confundiendo para esclarecer, iluminado para cegar, quedarse ciego para poder guiar…” Parece querer decirnos que el lenguaje es una trampa, que las cosas son múltiples (y al mismo tiempo una) y que se entrelazan e interrelacionan de manera misteriosa.

Como en un juego de espejos Tom Zé nos invita a desconfiar de lo que vemos y creemos: “Te estoy explicando para confundir, te estoy confundiendo para esclarecer”.

La repetición de este estribillo parece ir perturbando a Tom, que se lanza sobre el coro en una improvisación vocal tan desvergonzada, desafiante y expresiva que emociona. Una interpretación que no intenta ser prolija ni profesional, con la soltura de quien canta solo en el baño de su casa. Me di el gusto de tocarla en vivo como bajista de La Chicana en una versión arreglada por Acho Estol en ritmo de cumbia.

Tom Zé conjuga música atonal hecha por medio de sierras eléctricas o aspiradoras con arreglos orquestales y melodías inspiradísimas; deconstruye ritmos populares brasileños como el samba, la bossa y el pagode y los hace sonar de una manera nueva; ridiculiza las convenciones sociales y los hábitos burgueses. Está tan interesado en la vida contemporánea, las novedades tecnológicas, políticas y sociales que asegura que lo suyo es “periodismo cantado”. A punto de cumplir ochenta años Tom Zé sigue componiendo y grabando, siempre joven, contestatario e irreverente. Nos está explicando para confundirnos, nos está confundiendo para esclarecernos.

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