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Domingo, 9 de marzo de 2003

VALE DECIR

Vale decir

Ese humo no es santo

Herejes o fumones: por “h” o por “b” o, mejor dicho, por “h” o por “f”, la policía griega ha confiscado La vida de Jesús, el libro del caricaturista austríaco Gerhard Haderer, que ha vendido más de 100 mil ejemplares y que retrata a Cristo como un hippie entre cuyos amigos se encuentra Jimi Hendrix. No sólo eso sino que ya se han emprendido acciones legales contra la editorial Oxy, responsable de su publicación, un año atrás, así como contra su traductor y su autor, bajo el cargo de blasfemia. “Mi libro no es un ataque contra la religión ni contra los creyentes. Su objetivo era que los creyentes adoptaran una mirada más ligera sobre la fe y se aproximaran más a Dios a través del humor”, se excusó Haderer, a la vez que aseguró que está cansado de las amenazas que le han hecho a él y a su libro y que está considerando llevar el asunto a la Corte Europea de Derechos Humanos. Aunque es de esperar que, si la vía judicial no da resultados, Haderer simplemente se fume un caño y se encomiende a Dios.

Crucíficame

En las vísperas de la guerra, el mundo se parece cada vez más a la película Dr. Insólito, sólo que la gracia de George W. es bastante más involuntaria que la de Peter Sellers. Como para confirmarlo, esta semana una mujer neocelandesa hizo públicas sus intenciones de que Junior la crucifique (literalmente: cruz, clavos y todo), por televisión y en vivo, a cambio de abandonar sus planes bélicos sobre Irak. El nombre de la mujer es Mary Grierson y parece que habla en serio: en un e-mail enviado a la Casa Blanca y a los principales medios periodísticos norteamericanos, se ofreció como prisionera de guerra, para demostrar el tipo de dolor y sufrimiento que causaría un ataque de las proporciones del anunciado por Bush y compañía. “Envíe sus tropas de vuelta a casa –propone Grierson en la carta abierta– y tómeme a mí en su lugar, en representación de todos aquellos que se oponen a la guerra y a la opresión.” Para agregar, luego, que es demasiado fácil andar apretando botones y lanzando misiles sobre miles de personas y no ver sobre quiénes hace blanco; y que si los líderes del mundo pudieran observar de manera directa el tipo de sufrimiento que provocan, sus convicciones se verían puestas a prueba. La opinión pública en Nueva Zelanda viene manifestándose en contra de la guerra, y el gobierno ya advirtió que sólo está dispuesto a enviar material logístico y médico para una eventual ofensiva de las Naciones Unidas con objetivos de desarme. Grierson insiste con su oferta, pero dice saber que es poco probable que sea aceptada por Washington, aunque asegura haber recibido ya un reconocimiento de la Casa Blanca. Pero lamentablemente no dice qué tipo de reconocimiento, y todo indica que se trata del protocolo coloquialmente conocido como “palmadita en el hombro”. “No quiero que me vean como a unaloca que simplemente quiere ser crucificada porque le gusta el dolor”, aclaró por las dudas Mary. “De hecho, odio el dolor.”

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