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Domingo, 7 de marzo de 2004

EL OMBLIGO DEL MUNDO DE ACá, DE ALLá Y DE TODAS PARTES

En USA no se consigue

Con La gran aventura de Mortadelo y Filemón, versión cinematográfica de la célebre historieta de Francisco Ibáñez, Javier Fesser consiguió lo que ni los tanques de Hollywood: encarnar el delirio del cómic en actores reales.

Con La gran aventura de Mortadelo y Filemón, Javier Fesser volvió a hacer lo que ya había hecho con sus cortometrajes –Aquel Ritmillo y El secreto de la trompeta– y su largo anterior, El milagro de P. Tinto: hacer un dibujo animado con actores de carne y hueso. Es decir: reproducir con cuerpos reales el sentido del absurdo, la anarquía, el improbable universo de leyes físicas, la elasticidad y el timing de la animación. Esa delicada operación, que blockbusters millonarios de Hollywood como Los Picapiedras y Scooby Doo (salvando algún honroso antecedente como George de la Selva) no pudieron conseguir, Fesser la consumó el año pasado con su segundo largometraje, basado en la popular historieta que el barcelonés Francisco Ibáñez creó en 1958.
Mortadelo y Filemón son dos agentes de la TIA (Técnicos Investigación Aeroterráquea). Sus cuatro décadas de aventuras incluyen títulos como La caja de diez cerrojos, Los inventos del profesor Bacterio, Los cacharros majaretas, Mundial ‘78, La máquina de copiar gente, El transformador metabólico, La brigada bichera, Queda inaugurado el Mundial ‘82, La crisis del Golfo, Impeachment, Llegó el euro, etc. También conocieron alguna versión animada poco inspirada, pero la película de Fesser –que tampoco es la primera: años atrás Fernando Fernán Gómez dirigió e interpretó una suerte de versión no oficial– está basada directamente en la historieta. Es más: según el director (que coescribió el guión con su hermanoGuillermo, también colaborador en El milagro de P. Tinto), todo el asunto está basado fundamentalmente en la nostalgia de las lecturas infantiles de “álbumes”, libros y revistas. Desde un primer momento, el objetivo de Fesser fue “conservar el espíritu y la mala leche de Ibáñez”. La idea de trasponer la historieta y sus caricaturas al código de la humanidad cinematográfica era semejante a la de Astérix, pero aquí el resultado fue diametralmente opuesto. A partir de una obra como la de Ibáñez, absolutamente inferior a la de los franceses Goscinny y Uderzo, Fesser y compañía lograron un film infinitamente más dinámico y original.
El primer desafío de Fesser fue conseguir a un sujeto que se pareciera a esa especie de longaniza que es Mortadelo, maestro de disfraz, el “tipo listo que la va de tonto” (una definición que se invierte en el caso de Filemón, el jefe de Mortadelo). Tras un arduo casting apareció Benito Porcino, un empleado de correo que ocasionalmente trabaja como actor en el cine español (debutó en Angustia, de Bigas Luna, en 1987) y del que Fesser no puede decir que sea un “buen o mal actor: Benito ES Mortadelo”.
El film requirió seis millones de euros y 350 planos con efectos visuales digitales, lo que no lo eximió del riesgo de enfrentar la ira y las acusaciones de traición de millones de fans, no sólo españoles, sino de varios países de Europa, en especial Alemania. Pero Ibáñez dio su visto bueno al asunto (y eso que acababa de criticar una reciente versión televisiva de otra de sus creaciones, El botones Sacarino). “Yo no le iba a imponer nada”, dijo Ibáñez. “Si sale bien, le dije, cojonudo: nos abrazamos, te doy un beso... Y si sale mal, yo no soy un literato de esos que ponen el grito en el cielo y acusan al director de haberles asesinado la obra. Si sale mal es porque tenía que salir mal, qué le vamos a hacer”. Lo que importa, dice Ibáñez, es que el “concepto” de su historieta finalmente llegó a la pantalla: en la ficción, todo lo que puede salir mal, debe salir mal. “Es que si a mis personajes les saliera algo bien, sería para cagarse. No puede haber finales felices.”
La gran aventura de Mortadelo y Filemón se consigue en dvd extranjero y en copias VHS piratas en algunos videoclubes de Buenos Aires. El estreno en pantalla grande será durante el próximo Festival de Mar del Plata.

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