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Domingo, 13 de junio de 2004

PUNCH

¡Sexplotada!

Catherine Deneuve dispara contra Belle de Jour, la película de Luis Buñuel que la lanzó al estrellato internacional.

Diva del cine francés y musa de la moda, mujer discreta casi hasta lo secreto, Catherine Deneuve acaba de publicar los diarios personales que escribió mientras actuaba en media docena de películas, acompañándolos de una larga entrevista con el guionista y realizador Pascal Bonitzer, en la que repasa sus 44 años en la actuación. Allí habla por primera vez de la sensación de humillación que vivió durante el rodaje de Belle de Jour, la película que en 1966 la convirtió en una estrella internacional.
Deneuve, que en el film de Buñuel interpreta a una mujer rica, “sexualmente perturbada”, que lleva una vida secreta como prostituta, dijo haber “estado muy expuesta, en todos los sentidos de la palabra y, en especial, físicamente. Fue un gran sufrimiento. Por momentos tenía la impresión de que simplemente me explotaban”.
La actriz, que tenía entonces 23 años, dice que cuando quiso quejarse ante el legendario director descubrió que apenas podía dirigirle la palabra: los productores del film lo mantenían separado de los actores. Aun así, Deneuve volvió a ver la película hace poco y la encontró “muy bella”.
La protagonista de Los paraguas de Cherburgo también tiene palabras de reproche para Björk, con quien compartió cartel en Bailarina en la oscuridad, en 1999. En el diario que llevó durante la filmación de la película de Lars von Trier, en Copenhague, describe a su coprotagonista como un “duende irracional” e “incontrolable”.
El libro de Deneuve –A l’ombre de moi-même (A la sombra de mí misma)– sufrió la descalificación del crítico de Le Figaro, François Lelord, que lo describió como una colección inconsecuente de observaciones edulcoradas, dignas de una supermodelo adolescente. El comentario enfureció a los amigos de la Deneuve, para quienes el artículo tergiversa miserablemente los contenidos del libro.
Aunque es pobre en chismes sobre celebridades y no pontifica sobre el arte del cine –algo que suele atraer a algunos lectores franceses–, el libro suministra muchos datos confidenciales sobre la carrera de una mujer tan reservada. Los seis diarios sobre las producciones cinematográficas en el extranjero (que cubren el período 1968-1999) no fueron escritos para ser publicados. Así, consignan muchos episodios banales –anécdotas sobre vuelos perdidos, por ejemplo, o la compra de encantadores y estilizados tachos de basura–, pero también unas cuantas pistas sobre el acercamiento de Deneuve a la actuación y su discreta personalidad.
La actriz revela que odia aprender sus parlamentos al pie de la letra porque cree que si los sabe demasiado bien se vuelve mecánica. Algunos directores aprueban su proceder, pero a otros los enfurece. También habla del pesado lastre que representa su reputación, no sólo como estrella sino como una de las mujeres más bellas del mundo. “Ése es un peso todavía más difícil de cargar”, dice. “Es algo que falsea inmediatamente todas las relaciones.”
Pero el personaje que vuelve una y otra vez, acechándola mucho más que sus dos ex maridos, es su hermana, la actriz Françoise Dorléac, que murió en un accidente automovilístico en 1967, justo cuando su carrera en el cine comenzaba a florecer. (Hija de una pareja de actores, Deneuve descartó el apellido paterno y eligió el de su madre para distinguirse de su hermana.) Los diarios aluden repetidamente a la cercanía que había entre las hermanas. Deneuve no tenía intenciones de ser actriz, pero accedió a hacer su primer film importante –Les Portes Claquent, 1960– para hacer el papel de hermana de su hermana. En marzo de 1968, en ocasiónde su vigésimo quinto cumpleaños, Deneuve escribe: “25, la edad de mi adorada hermana [al morir]. Se me aparece por las noches, siempre”. En la entrevista con Bonitzer, la actriz explica que fue Dorléac quien la ayudó a tolerar el rodaje de Belle de Jour. “Recién después entendí cómo Françoise...”, empieza a decir y se interrumpe, como lo hace cada vez que una revelación personal profunda amenaza con escapársele. El efecto es frustrante, y al mismo tiempo muy conmovedor.

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