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Domingo, 29 de agosto de 2004

SALIDAS

Cruzar el charco

POR CECILIA PAVóN

Sábado 7 AM. El sol pinta el cielo de naranja y arroja una luz dorada sobre los yates estacionados en el muelle. La pequeña estación fluvial de “La Cacciola” –empresa de lanchas y catamaranes que navega por el Delta del Tigre en dirección norte hacia Carmelo (Uruguay)– está repleta de gente con bolsos y paquetes. Muy pocos tienen aspecto de turistas: la mayoría son uruguayos y argentinos que hacen el viaje semanalmente por razones laborales, o para visitar a familiares y amigos instalados en ambas márgenes del río. El viaje hasta Carmelo dura unas tres horas y media. Luego de abandonar el sector urbanizado, el paisaje se vuelve un puro minimalismo de agua barrosa y cielo, en el que la calma sólo es interrumpida cada tanto por una bandada de pájaros que levanta vuelo.
Sábado 10.30. Al desembarcar en Carmelo, la mayoría de los pasajeros continúa en micro hasta Montevideo: unas tres horas más de viaje. Son pocos los que se quedan en este pueblo de apenas 20 mil habitantes perdido en el tiempo; mucho menos en invierno, ya que aquí el principal atractivo turístico es la playa de río, de aguas calmas y arena blanca, que tiene su temporada alta en verano, cuando se abruma de bañistas y surfers. Pero como el clima suele ser benigno, y son pocos los días nublados, Carmelo está abierto a las escapadas invernales y ofrece naturaleza, silencio y tranquilidad a pocas horas de Buenos Aires. El contraste entre el frenesí caótico tres horas río abajo y la calma pueblerina de sus callecitas semivacías es una experiencia que roza lo onírico.
Sábado por la tarde. Cualquiera de los taxistas que se apostan a la salida del pequeño puerto puede hacer un tour completo por la ciudad y sus alrededores en no más de una hora y por unos diez pesos. En el centro, que consta de apenas cinco calles, pueden observarse antiguas casonas de comienzos del siglo XX, de arquitectura neoclásica y art déco, que –testigos de épocas más prósperas– no fueron tocadas desde que se construyeron. Sin desestimar la labor de estos guías ad hoc, sin embargo, el mejor medio de locomoción en Carmelo, donde no existe el transporte público, son los scooters y las bicicletas. Varios puestos a lo largo de la costanera que bordea la playa ofrecen estos vehículos en alquiler. El tránsito, casi inexistente, transforma el pueblo en una pista ideal para los apasionados del viento en la cara.
Carmelo by night. Unos veinte minutos de caminata separan al centro del Hotel Casino, sin dudas la mejor opción para alojarse por 60 pesos la noche. Se trata de un hotel lujoso construido por el Estado uruguayo hace 60 años que, aunque un poco venido a menos y privatizado, todavía conserva detalles que no sufrieron cambios desde la década del ‘40: el gran hall, por ejemplo, con sus cómodos sillones de terciopelo bordó, donde todos los días se enciende la estufa a leña. En una combinación extravagante, este hotel junta un casino con máquinas tragamonedas, ruleta y mesas de black jack (funciona diariamente desde las 3 de la tarde hasta las 5 de la mañana) con una reserva de fauna silvestre con cisnes de cuello negro, patos, ciervos y otras especies en el jardín, además de una piscina climatizada para la época invernal.
Al día siguiente, antes de regresar, la última expedición: dejándose llevar por las distintas callecitas de asfalto y tierra se encontrarán bosques de espinillos y eucaliptus. Vale la pena atravesarlos y seguir camino por esas grandes extensiones de terreno vacío hasta llegar, por fin, otra vez a la costanera, y ahí despedirse tomando unos mates y meditar sobre la nada.

Viaje ida y vuelta Tigre-Carmelo, $ 72. Salidas
diarias a las 8 y a las 16. Empresa de lanchas
“La Cacciola”, www.cacciolaviajes.com. Informes
y reservas en Buenos Aires: 4749-0931. Hotel
Casino está en Avenida Rodó s/n Carmelo. Tel.: (0542) 2314/2333.

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