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Domingo, 31 de diciembre de 2006

CINE > DESCUBRIENDO A OUSMANE SEMBENE

Africa suya

A los 81 años, Ousmane Sembene es considerado el padre del cine africano, además de un activista político comprometido y un novelista (y poeta) destacado. Pero sin embargo, y a pesar de ser uno de los artistas e intelectuales más importantes de Africa, su trabajo casi no se conoce en los países de habla hispana. Ahora, después de ganar el premio Una cierta mirada en el Festival de Cannes 2003, su última película, Mooladé, viene a corregir ese estado de cosas.

 Por Mariana Enriquez

La mujer se llama Collé y vive con las otras esposas de su marido en un pequeño pueblo de Burkina Faso. Una tarde recibe en su casa a una niña que escapó del ritual de la circuncisión femenina. Y Collé le da refugio, invocando un hechizo de protección llamado Mooladé. Ese es el título de la película del octogenario director senegalés Ousmane Sembene —padre del cine africano, celebrado novelista y un virtual desconocido en el mundo de habla hispana— que se estrena en Buenos Aires.

Sembene considera que Mooladé es su película más “africana”; y a lo que se refiere, explica, es al ritmo sosegado incluso ante la urgencia, propio de los pequeños pueblos; a los toques de humor y parodia, sobre todo cuando muestra a los jefes, impotentes y casi inútiles ante la rebelión de las mujeres; a la influencia del relato oral tradicional en el guión, a la explosión de color cuando el vendedor de telas y baldes llega al poblado. La película, de un realismo rayano con lo documental, aborda el cruel tema de la mutilación de las niñas con un tono nada sensacionalista ni melodramático, pero con una profunda carga política. La circuncisión se realiza bajo el auspicio de la tradición islámica en 39 países africanos. Y Sembene, que considera a la práctica “un resto del Africa medieval”, decidió intervenir a su manera, siempre clara y reflexiva, pero muy poderosa. “Cada año vemos en Africa lo que retrato en mi película: mujeres que se oponen con firmeza a esta práctica. Todos los años, las niñas huyen de la operación, y a veces terminan en las ciudades. Algunas acaban trabajando como prostitutas, porque dejaron atrás a sus familias. Las mujeres que mutilan a las niñas no tienen entrenamiento médico. Se hace de forma brutal. Y muchas de ellas son famosas, celebra das... algunas se jactan de tener ‘buena mano’. En Egipto es ilegal en teoría, pero se hace de todas formas en clínicas y hospitales. Y no tenemos que olvidar que se está mutilando a niñas. No se hace en adultos que pueden elegir: son criaturas de entre 4 y 9 años. Ese es el aspecto más criminal.”

Mooladé también es una película pudorosa. Sembene no quiso dar cuenta de todos los hallazgos macabros que encontró en su investigación, no sólo para evitar un tono de propaganda sino para ser fiel a la realidad de las mujeres africanas, a quienes les cuesta mucho hablar de su intimidad. Y porque todas las actrices que aparecen en la película fueron mutiladas de niñas. “Me contento con rozar la superficie”, explica el director. “Quiero provocar discusiones sin humillar a nadie, y sin ser gráfico.”

La voz de Africa

El respeto, la elegancia y firmeza política son constantes en el trabajo de Sembene. Nació en 1923 en Casamance, Senegal, hijo de un pescador. Cuando fue expulsado del colegio por indisciplina en 1936, se fue a vivir con sus tíos en Dakar, donde trabajó como obrero de la construcción y mecánico. Aunque nunca tuvo una educación formal, se pasaba las tardes después del trabajo leyendo o en el cine del barrio. Pero en 1944, como muchos otros jóvenes africanos de su generación, fue reclutado para luchar contra las potencias del Eje, y pasó dos años en la colonia de Níger. Cuando terminó la guerra y volvió a Dakar, el clima político era agitado; y Sembene participó de la primera huelga general que paralizó la economía colonial en la región durante un mes, e inició la lucha nacionalista en el Africa francófona. Poco después partió hacia Francia, y vivió en Marsella hasta 1960 como trabajador portuario y militante del Partido Comunista francés. Por esa época, un “afortunado” accidente que casi lo dejó postrado le permitió obtener un trabajo más relajado en el puerto, en tierra, y así pudo completar su formación autodidacta, mientras apoyaba a los militantes del Frente de Liberación Nacional de Argelia.

Ousmane Sembene comenzó su carrera artística como poeta con Liberté (1956), un poema largo publicado en un diario literario de izquierda llamado Cahiers du Sud. Ese mismo año editó Le docker noir (El portuario negro), una reconstrucción de su vida como trabajador en Marsella. En 1960 publicó su libro más famoso, Les bouts de bois de dieu (Los pedazos de madera de Dios), sobre una huelga general de trabajadores ferroviarios contra sus jefes coloniales en Senegal. Sus otras novelas son sátiras de la burguesía africana, y los fallidos liderazgos políticos. En Guelwaar (1996), la última, se mete de lleno con el fundamentalismo religioso; más tarde, la adaptaría como película. De hecho, aseguró que eligió el cine sobre la literatura sólo porque con este medio le resultaba más fácil llegar a los habitantes de un continente iletrado.

En cine, su camino ideológico es similar. En 1966 estrenó La Noire (La Negra), un film casi documental sobre una jovencita que trabaja como empleada de una familia francesa en Senegal. En Emitai, de 1971, documenta la lucha del pueblo diola de Senegal contra los colonialistas durante la Segunda Guerra Mundial: su mirada de la tribu carece de romanticismo, pero alcanza momentos épicos justamente gracias a su comedida serenidad. En Xala (1975) y Ceddo (1977) ya comienza su interés por la mujer y la religión: para Sembene, ellas encarnan la lucha contra el Islam y el colonialismo europeo.

Las temáticas siempre locales y su trabajo casi programático le han reportado un enorme reconocimiento, pero también un relativo aislamiento. Ya anciano, y preparando su décima película, no tiene intenciones de ceder. “Mis imágenes no son sólo para entretener y ganar dinero. Todavía adhiero a lo que dijo Lenin: ‘Un artista debe hacer dinero para vivir y trabajar, pero no debe trabajar para hacer dinero’. Creo que mis películas son una herramienta de educación. Quiero devolverles el orgullo y la dignidad a los africanos. Por eso uso, siempre que puedo, lenguajes nativos: en Mooladé se habla wolof, diola —de Senegal— y bambara, una lengua usada en Mauritania, Mali, Burkina Faso y Costa de Marfil. Mi público es Africa; Occidente y el resto son mercados. Además quiero mantener mi estética lo más cercana posible a la narrativa oral tradicional de nuestros países, con lo cual no uso nunca métodos tomados de Hollywood o el cine europeo. Mi meta, y espero lograrlo, es crear un lenguaje fílmico africano.”

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Ousmane Sembene
 
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