radar

Domingo, 23 de marzo de 2008

MúSICA > EL HOMENAJE A FATS DOMINO

El retorno del Rey

Para el mismísimo Elvis Presley, el rey del rock’n’roll se llamaba Fats Domino. Con 80 años recién cumplidos, y después de haberse convertido en un símbolo de la reconstrucción de Nueva Orleans tras el huracán Katrina, Domino sigue siendo una de las pocas leyendas vivas de aquellas épocas en las que al rock aún no se lo llamaba por ese nombre. Un mito al que los grandes cultores del género le rinden homenaje en el flamante álbum doble Goin’ Home, del que participan Paul McCartney, Elton John, B. B. King, Neil Young, Robert Plant y siguen las firmas.

 Por Martín Pérez

Acaba de cumplir nada menos que ochenta años y, según dicen todos los que han tenido la suerte de entrevistarlo recientemente, luce mucho más flaco de lo que un hombre que carga con semejante apodo debería estar. A poco menos de tres años de la catástrofe que lo obligó a dejar una ciudad de la que nunca se quiso alejar demasiado, Fats Domino se ha vuelto a instalar en Nueva Orleans. Aún está lejos de su barrio de siempre: se ha comprado una casa ubicada en un country de las afueras de la ciudad, del otro lado del Mississippi. Si bien cocinar sigue siendo su principal hobbie, sin sus vecinos de la humilde novena sección donde vivió casi toda su vida y a los que invitaba con un plato cada vez que su comida estaba lista, hasta ese placer le está siendo esquivo. “Cocinar para uno solo no tiene mucha gracia: de tanto probar la comida, cuando está lista ya no tenés hambre”, le explicó a una cronista del diario USA Today que lo visitó en su hogar en ocasión de la edición del flamante Goin’ Home, un álbum doble en el que sus colegas honran sus mejores temas, cuyas versiones originales ayudaron a delinear lo que hoy en día se conoce como música rock.

Poco amigo de las entrevistas, Domino suele tomar mucha cerveza y hablar muy poco cada vez que se encuentra con un periodista, aun cuando tenga un disco para promocionar. No le gusta demasiado exponerse al ojo del gran público: declinó tocar cuando lo hicieron miembro del Salón de la Fama del Rock’n’Roll el año que se inauguró, y rechazó presentarse en la Casa Blanca cuando Clinton le otorgó la Medalla Nacional de las Artes en 1998. Aunque la casa en la que vivió toda su vida, junto a la mayoría de fotos y recuerdos, se perdió por obra y gracia del huracán Katrina, Fats no necesita ayuda financiera: a diferencia de muchos de sus contemporáneos, nunca cedió los derechos de autor de sus canciones, que aún hoy le rinden dividendos. Por eso es que los beneficios de las ventas de Goin’ Home serán para su Tipitina’s Foundation, una organización que intenta que cada escuela de Nueva Orleans tenga instrumentos para sus alumnos. Mientras ayuda a la reconstrucción de su ciudad, Fats Domino intenta seguir llevando la misma vida de siempre. “No sé si alguna vez volveré a mi hogar. Me gustaría, claro. Pero cuando uno llega a determinada edad, aprende a no hacer demasiados planes”, le confesó al legendario cronista Charles M. Young de la revista Rolling Stone, flanqueado por los únicos dos discos de oro que no se llevó la inundación, los correspondientes a los simples “Blue Monday” y “Rosemary”.

EL HOMBRE GORDO

Aunque los tres días en los que no se supo del paradero de Fats Domino luego de la inundación de Nueva Orleans fueron casi una eternidad para sus fans, en realidad cuando la noticia de su aparición sano y salvo recorrió el mundo, hubo muchos que recién entonces se enteraron que el autor de clásicos como “Ain’t That A Shame” aún estaba en este mundo. Parte de la culpa por ese ostracismo lo tiene el propio Domino, que se fue recluyendo naturalmente en su hogar en Nueva Orleans, una ciudad de la que nunca le gustó moverse, en realidad. “¿Para qué me voy a ir, si la mejor comida está acá?”, solía bromear el músico, cuya leyenda incluye los problemas que su pasión por la cocina le solían acarrear en los hoteles que lo hospedaban durante sus giras. Si los Rolling Stones arrojaban televisores por la ventana, Domino cocinaba en su cuarto, y el olor de sus potajes siempre propiciaban quejas del resto de los clientes.

Pero ése es el único exceso extramusical que puede ostentar la leyenda de Fats Domino, alejada de los estereotipos de las estrellas de rock. Como bien señalaba el periodista español Diego Manrique celebrando los 80 años del músico en una columna del diario El País, su vida carece de escándalos: sigue casado con su primera mujer y ha criado ocho hijos. “No hay mucho que decir de mi carrera”, dijo recientemente, en otra muestra de su laconismo ante los periodistas. “Estoy contento de que a la gente le haya gustado mi música. Creo que tuve una vida interesante. Pero nunca presté demasiada atención, y jamás me imaginé que duraría tanto.”

Aunque su biógrafo Rick Coleman asegura que nunca se atrevería a calificarlo como el rey del rock, Peter Guralnick —autor de la que es considerada como la biografía definitiva de Presley— asegura que Elvis denominaba así a Fats Domino. No es el único: Little Richard lo veneraba, ya que aseguraba deberle todo, e incluso artistas como John Lennon y Bob Marley solían decir que la música de Domino fue su primera gran influencia. Con más de 65 millones de discos vendidos y 37 temas dentro del Top 40 mientras estuvo vinculado al sello Imperial, entre 1949 y 1963, sólo Elvis vendía por entonces más que Domino, cuyo primer simple, “The Fat Man”, forma parte por derecho propio de la breve lista de temas que siempre se cita cuando se habla del puntapié inicial del rock. “Nunca supe que iba a ser músico”, dijo en la misma entrevista con el USA Today. “Cuando tenía 15 años trabajaba en un camión repartidor de hielo, cargando grandes bloques sobre mi espalda. En las casas donde la gente tenía un piano, me detenía a tocar. Así era como practicaba.”

¿NO ES UNA VERGÜENZA?

Aunque aquel primer simple data del año 1949, el gran público supo de la existencia de Fats Domino en 1955, gracias al éxito del tema “Ain’t That A Shame”. Pero en aquellos tiempos segregacionistas los artistas blancos llevaban la de ganar: fue la pasteurizada versión de Pat Boone de ese mismo tema la que llegó al número 1 en ventas. “La verdad que los artistas blancos tenían las leyes a su favor”, explicó Domino, que siempre evitó discutir cuestiones vinculadas con la política o con la raza. “Pero estaba acostumbrado a eso, así que no me molestaba. Simplemente era más difícil viajar, porque había lugares separados tanto para comprar gasolina como para ir al baño. Pero yo no dejaba que eso me moleste, y aún hoy no me molesta.”

A pesar de esa clase de declaraciones por parte de Domino, Coleman señala que su música, que a partir del éxito de “Ain’t That A Shame” comenzó a atraer a jóvenes blancos y negros por igual, funcionó entonces como una especie de prólogo para lo que luego serían las luchas por los derechos civiles. “Preparó a los jóvenes para lo que vendría después”, asegura. De hecho, en sus recitales solían haber disturbios porque su público se negaba a respetar el segregacionismo, que separaba al público por el color de piel: al bailar la música de Fats los jóvenes se mezclaban. “¿Por qué cree que en sus recitales se generaban tantos disturbios?”, le preguntó Young a Domino en su entrevista. “No tengo ni idea”, respondió el siempre evasivo Fats. “No había nada en la música, así que debía haber algo en el público.”

Aunque inmediatamente después del Katrina publicó para su Tipitina’s Foundation un encantador álbum llamado Alive and Kickin’ (2006), grabado antes del huracán, este flamante tributo marca una suerte de reconocimiento tardío a la figura de Domino. Y no deja de sorprender todos los colegas que se cuadran ante su llamado: durante treinta temas que ocupan dos discos, desde Paul McCartney hasta Norah Jones, pasando por Tom Petty, Neil Young, Taj Mahal, Elton John, Robert Plant, Willie Nelson, Lenny Kravitz y muchos otros, todos desfilan tocando los temas que hicieron que la figura de Fats Domino sea una de las fundamentales de la historia del rock. Además de funcionar como un virtual paseo por lo mejor del sonido boogie-woogie de Nueva Orleans, Goin’ Home es también un catálogo de las canciones que Domino compuso principalmente junto a Drew Bartholomew, el hombre que lo descubrió y lo sacó a la ruta. Pero, como siempre, Fats Domino siempre termina volviendo a casa. “Nunca cambié nada en mi vida, salvo mis ropas. Y a veces ni siquiera eso”, explica Fats, que vivió y vive la vida que eligió. “No se trata de que tuviese alguna actitud ante las cosas. Simplemente siempre fui yo.”

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
 
RADAR
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.