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Domingo, 21 de septiembre de 2008

MúSICA > RICK WRIGHT: CERCA DE BARRETT, LEJOS DE WATERS

El diamante del piano

 Por Alfredo García

El primer –y mejor– disco de Pink Floyd, The Piper at the Gates of Dawn, de 1967, empieza con un tema formidable, “Astronomy Domine”. La primera voz es del tecladista del grupo, Richard Wright. En ese Floyd primigenio, el compositor casi absoluto, guitarrista y cantante era el “diamante loco”, Syd Barrett, que se valió primordialmente de un órgano Farfisa –complementado con un dispositivo de eco– para plasmar los climas del por entonces incipiente sonido psicodélico que se convirtieron en sello de la banda que años más tarde vendería millones –sin Barrett– con uno de los álbumes que más tiempo ocuparon el primer puesto del ranking de Billboard, The Dark Side of the Moon, raro caso de un Nº 1 durante más de 700 semanas consecutivas.

En ese primer glorioso período de Pink Floyd, Wright también era la primera voz en temas como “¡Mathilda Mother!”, y obviamente sus teclados tenían un protagonismo absoluto en largos temas como “Instertellar Overdrive”.

La historia oficial asegura que Syd Barrett fue alejado del grupo por sus excesos con las drogas psicodélicas, más precisamente el LSD 25, que ingería casi a diario, igual que la mitad de los músicos del pintoresco Swingin’ London. La historia no oficial, contada a regañadientes dado el éxito posterior de sus colegas, habla de celos, divismos y una pequeña traición hacia el líder que todo lo abarcaba en el grupo. A Wright fue uno de los que más les pesó esa primera separación, de ahí que se ocupara luego con el guitarrista David Gilmour de producir los dos memorables discos solistas de su ex compañero, The Madcap Laughs y Barrett, en los que se puede escuchar su inconfundible estilo de órgano.

En la transición entre el período Barrett y The Dark Side of the Moon (1973), fue Wright el que compuso algunos de los singles de la banda como “It Would Be So Nice” y “Paintbox”, y dos de los mejores temas del segundo disco, “A Saucerful of Secrets” (extenso tema que termina con un largo pasaje del órgano de Wright). Cuando Antonioni llamó a Floyd para componer temas para el soundtrack del film Zabriskie Point, fue Wright el que se puso a trabajar en la música original, en vez de refritar temas previos de la banda. Uno de sus temas era una melodía en piano que se convirtió en la base del supervendedor The Dark Side...

Por eso, la sola idea de que a alguien se le pudiera ocurrir despedir del grupo al tecladista parecía un delirio. Sin embargo, eso ocurrió durante la dictadura de Waters que vino después de Wish you were here. En el siguiente y algo depresivo disco Animals –tal vez último bastión del auténtico sonido Floyd–, la influencia de Waters se volvió difícil de digerir para Wright, que a continuación decidió cortarse solo y grabar un álbum por su cuenta, Wet Dreams (1978), un puñado de canciones melancólicas donde recriminaba a Waters mientras demostraba de dónde provenían las armonías escuchadas en The Dark Side....

El insulto no fue tolerado: Waters aseguró que no entregaría las cintas de The Wall si no se rebajaba a Wright a la categoría de simple músico acompañante, es decir ya no un miembro calificado de Pink Floyd. El tecladista fue separado de la banda, y luego llamado a último minuto para el tour de The Wall, en el deshonroso puesto de tecladista acompañante, lo que irónicamente convirtió a Rick Wright en el único miembro en ganar buen dinero como asalariado de la gira, que tuvo costos inauditos dada la megalomanía de Waters, y sólo dio pérdidas.

Para entonces, Wright llamó a Floyd un grupo “sin fuerza creativa” y no quiso tener nada que ver con el peor álbum de la banda, The Final Cut. Fue en ese entonces cuando Waters declaró el fin de la banda, lo que Gilmour y un juez impidieron al demostrar que el nombre Pink Floyd no era de Roger Waters. Wright fue incorporado con honores a los siguientes discos del Floyd sin Waters, quien lo convocó para su The Wall Tour con el baterista Nick Mason como invitado, cosa que Wright declinó. Cuando hace poco Floyd se reunió para tocar dos o tres temas en un megaevento benéfico, hacía dos décadas que Wright y Waters no se hablaban. Tampoco lo hicieron en el escenario, apenas un conato de abrazo, con el tecladista y el bajista no demasiado juntitos.

Sin Wright, la idea de una reunión de Pink Floyd es imposible. El está ahora allá arriba, con Barrett.

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