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Domingo, 13 de marzo de 2011

TELEVISIóN > AMERICAN IDOL, O CóMO LA INDUSTRIA SE MANTIENE CON VIDA

Vengan con mamá

 Por Mariana Enriquez

La industria discográfica está en crisis, es cierto, pero todavía es poderosa. Lo que no le sobra es ingenio. Pero, por suerte para los ejecutivos y las tiendas de discos y todo el clásico andamiaje al que se le suman los nuevos formatos, existe American Idol. No es ninguna ironía. Desde sus inicios en 2002, el programa es el más visto en la historia de la televisión norteamericana, y el único show en llegar al número uno durante seis temporadas consecutivas (le sigue The Cosby Show, con cinco). Ganadores y segundos puestos como Kelly Clarkson, Clay Aiken, Jennifer Hudson, Carrie Underwood o Fantasia Barino pueden resultar nombres poco conocidos en la Argentina, pero en Estados Unidos son quienes más discos y derivados venden, los chicos que están sosteniendo el negocio junto a las estrellas pop de siempre (ahora, por lo general, de la factoría Disney). Un buen y viejo concurso de talentos resulta una fórmula probada y ganadora; y cada año, American Idol garantiza al menos tres (a veces cuatro) nuevas voces con ventas sostenidas. Es un programa que hay que cuidar, que a la industria le interesa cuidar. Además suele ser divertido. Y los chicos cantan bien.

Los últimos años, AI parecía decaer. Los ganadores más recientes resultaron una decepción. En la temporada 7 fue David Cook, un chico intrascendente que triunfó por sobre el insoportable adolescente David Archuleta. Los jueces eran el ecuánime Randy Jackson, Paula Abdul (siempre grogui y emotiva), Simon Cowell (cada vez más sobreactuado en su arrogancia y maldad) y Kara DioGuardi, una bonita compositora que hacía de dura pero buena. En la temporada 8 hubo fiasco: los finalistas fueron el limpio y cristiano y casado Kris Allen contra el superglamoroso, gay y cantante de comedias musicales Adam Lambert, que hasta se atrevió a hacer una versión con aires arábigos de “Ring of Fire” de Johnny Cash. Adam, favorito absoluto, lo más arriesgado que se haya visto sobre ese escenario, perdió con carita de nada, y se dice que los grupos cristianos del país llamaron a votar en masa en contra del pecador homosexual. Tales cosas son muy posibles en EE.UU. La venganza fue dulce: Kris Allen es el ganador de AI que menos discos ha vendido hasta el momento (su disco llegó al puesto 19, una vergüenza para el show) mientras que Adam Lambert vendió 200 mil copias con su debut For your Entertainment en la primera semana de lanzamiento.

El fondo se tocó en la temporada 9. Paula Abdul dejó el jurado, y la reemplazó la actriz y conductora Ellen DeGeneres. No pudo hacer brillar su carisma, y no se entendía muy bien qué hacía allí. Los finalistas fueron Lee DeWyze y Crystal Bowersox; Lee ganó, pero no le importó a nadie y Crystal, una cantante muy buena, con sus rastas y su onda Janis Joplin, no logró vender discos. Había que hacer algo. El partner del show, Sony Music, compañía encargada de la distribución y promoción, también se fue. Y otra de las salidas impactantes fue la del eterno Simon Cowell, que se llevó su show de inglés frío, distante, cruel.

Con la entrada de Universal-Interscope Geffen A & M como nuevos partners, el cambio se avecinaba. Jimmy Iovine, el legendario productor, está encargado de los ensayos y es el coach de los participantes. E ingresaron como jueces, junto a Randy Jackson –que se queda cumpliendo el papel del impiadoso, que dice poder hacer con facilidad después de 10 años de experiencia–, Steven Tyler –el cantante de Aerosmith– y Jennifer Lopez. Ambos son estrellas de verdad, a diferencia de los anteriores jurados: él es rocker legendario, ella es la latina más famosa de EE.UU. y una diva. Extrañamente, su presencia resulta equilibrada. Parece sorprendente, pero se los ve casi normales; Jennifer muy tranquila, cálida, encantadora (y es un escándalo de linda); y Steven muy simpático, casi una caricatura, que es capaz de poner los pelos de punta cuando se babosea ante una de las participantes menores de edad dando grititos o suspiros o dejando que le canten a los ojos esas niñas de quince. El es un señor de 60 que, además, tuvo alguna vez una relación con una chica de catorce que los padres le entregaron... ¡en adopción! Eran los años ‘70, de lo contrario Steven tendría, como mínimo, algún encuentro con la Justicia encima. Más allá de sus brotes de viejo verde, el papel de juez le queda muy bien.

Y el cast no la rompe, pero ha repuntado. Hicieron muy bien en permitir a los participantes con “historia de vida” llegar hasta la Semana de Hollywood (donde compiten los que pasaron las primerísimas audiciones), pero nada más: Cris Medina, un chico cuya novia está postrada con una lesión cerebral tras un accidente, hizo llorar a todo el mundo, pero ya se fue a su casa (después de que Jennifer Lopez le dijera “hasta acá llegamos”, y se pusiera a llorar también, en un gran momento televisivo que incluyó a Steven Tyler tratando de consolarla con fingida ternura y gran lujuria). También se fue una chica con la hijita enferma, y un chico de 15 que parecía de 12, gordito y melancólico (Jacee) que, sin embargo, cantaba bastante bien. Entre los que se perfilan de los ya elegidos 24 mejores están Casey Abrams, un pelirrojo de barba que toca el contrabajo y canta como Ray Charles; Jacob Lusk, un joven negro que se atrevió a “God Bless the Child” de Billie Holiday para una de sus presentaciones y se ganó la gloria (Randy le dijo que fue la mejor interpretación de la historia de AI, y no exageraba); la linda Lauren Alaina, que tiene nomás 15 años y se banca los dúos con Steve Tyler como si nada; la incorporación de latinos e ítalos (en un intento de aprovechar el magneto Jennifer) como Karen Rodriguez (que canta en español), Pia Toscano o Stefano Langone; y el suave y melodioso chico country Paul McDonald, que se merece ganar solamente porque en su primera semana de Top 24 eligió cantar “Come Pick me Up” de Ryan Adams. Ahora que se terminó el proceso de preselección, empieza el programa en serio. Ese momento en que, una vez al año, la industria escucha al público y se salva a sí misma.

American Idol va los sábados y domingos a las 21 por Sony.

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