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Domingo, 8 de diciembre de 2002

Este es Rolando Trujillo

Por A.M.P.
Con este título, salió a la venta en setenta países el nuevo número de la revista Colors, dedicado exclusivamente a Rolando Trujillo, un leñador chileno que vive en la isla de Tierra del Fuego desde hace veintiséis años, a unos 800 kilómetros de la Antártida, en una choza de una sola habitación de dos metros por seis donde guarda, entre otras pocas cosas, la sierra mecánica con la que luego sale al bosque a talar lengas.

LA REDACCIÓN ITINERANTE
“El mensaje de esta revista es que vuestra cultura (quien quiera que sean ustedes) es tan importante como la nuestra (quien quiera que seamos nosotros)”. Así reza la premisa central con la que apareció en 1991 el primer número de la revista Colors, uno de los proyectos más caros a Luciano Benetton y una de sus apuestas culturales más difundidas en el mundo, donde se distribuyen cada dos meses medio millón de ejemplares.
Difícil de clasificar –¿cultural?, ¿política?–, pero atractiva para cualquier lector aficionado al diseño, a la fotografía y, sobre todo, a lo distinto, si Colors se recorta de otras revistas europeas es por su carácter aparentemente experimental y por intentar permanecer afuera del mercado editorial (como muestra, valga un botón: en sus primeros catorce números cambió de formato cada vez que salió a la calle). Parte de la receta tiene que ver con que la revista está realizada por jóvenes periodistas casi sin antecedentes laborales en la profesión –lo que garantiza, en principio, una buena cuota de frescura y entusiasmo– y que provienen de países de los cinco continentes; así se sostienen dos premisas sin discusión en Colors: “Las diferencias son positivas y, por eso mismo, la diversidad hace bien”. Quizá por eso mismo, la redacción de la revista fue nómada durante años: de Nueva York se trasladó a Roma, después a París y, finalmente, aterrizó en el complejo Fabrica (cuya estructura edilicia fue ideada por el arquitecto japonés Tadao Ando, famoso por sus trabajos de integración con los elementos naturales, como el agua, el viento y la luz), en las cercanías de la Villa Minelli. Desde allí, y con una dirección editorial y creativa en manos de Adam Broomberg, Oliver Chanarin y Renzo di Renzo, salen los ejemplares de Colors, en ediciones bilingües en ocho idiomas y presente también en Internet.

ESE EXTRAÑO LUGAR
EN EL FIN DEL MUNDO
Todavía entusiasmado por el éxito que obtuvo hace pocos meses el número 50 de Colors, dedicado a las cárceles y presidiarios en catorce países (con énfasis especial en las de Estados Unidos, que albergan al 25 por ciento de los detenidos de todo el mundo, aunque su población represente sólo el 5 por ciento de la población total), Renzo Di Renzo explica a Radar los porqués del número dedicado a este extraño personaje.
¿Cómo surgió la idea de este número, protagonizado por un chileno y el paisaje patagónico?
—Tenemos un equipo de setenta periodistas que trabajan en diversas partes del mundo, y que nos van haciendo llegar ideas y temas que analizamos y discutimos aquí, en Fabrica, hasta que decidimos si nos gusta o no. Si la propuesta nos interesa, empezamos a producir el número. En este caso, la historia de este señor en un lugar tan mítico nos sedujo desde el principio y preparamos, como siempre, un equipo de periodistas y fotógrafos que se fueron a trabajar allí, a fines del año pasado. El resultado fue muy interesante, tanto que hemos decidido que sea el primero de una serie de programas, en formato documental, que Fabrica Visual viene proyectando desde hace tiempo.
¿En qué medida influyó en la elección de este tema la reciente repercusión que tiene en Europa la polémica sobre la posible venta de territorio patagónico y la sostenida referencia a la crisis político-social argentina?
–En ninguna: la idea de esta edición estaba en marcha desde el año pasado, antes del estallido social de su país. Además, aunque es cierto que nos manejamos con criterios editoriales de actualidad, lo hacemos con un tipo de actualidad más bien temática, y no inmediata o mediática.
¿Cuáles son los atractivos de esta historia?
–Rolando parece un auténtico personaje de ficción: vive solo con una oveja, un conejo y un caballo; hace 18 años que no prueba una fruta; pasó 26 años sin ver a su madre; tiene una hija, Nazarena Elsa Del Carmen, concebida en los bosques y a la que ha puesto a su nombre un seguro de vida por cinco mil pesos, para cuando muera... para lo que ya ha anunciado su deseo de ser enterrado en un lago helado. Por si fuera poco, Rolando suele pasar seis meses al año sin ver a otro ser humano, confiesa tener un amigo y tres enemigos... en fin, ¿cómo no interesarnos en la visión que un hombre de estas características podía tener sobre uno de los espacios más interesantes que quedan en esta tierra?
El personaje y el paisaje donde habita tienen mucho del exotismo con el que los europeos en general, pero en particular los italianos, imaginan y piensan la Patagonia, sobre todo a partir de la literatura de Chatwin, Osvaldo Soriano, Luis Sepúlveda y Francisco Coloane. ¿Qué siente al respecto el equipo que trabajó en este número de Colors?
–Para nosotros la Patagonia es mucho más que un lugar específico en el mundo: es una dimensión mental que excede la geografía, una suerte de espacio casi mítico... La Patagonia representa el lugar del fin del mundo y quizá por eso mismo pareciera el sitio elegido para pensar en otro mundo. Un mundo mejor que éste, claro.

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