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Domingo, 21 de febrero de 2010

> RONCAGLIOLO RESPONDE

“Debo negarlo”

Cuando se le pregunta por qué se ha pasado casi un año sin hablar de su novela Memorias de una dama, Santiago Roncagliolo apela a la ironía y responde que si no habló de la novela durante todo este tiempo, es porque nadie le había preguntado. Pero aceptó romper su silencio vía mail pidiendo que las preguntas y respuestas fundamentales sean transcriptas en su totalidad, y apelando a una complicidad que, a la vez que agregan cierta luz a la polémica, siguen dejando sin revelar los puntos más oscuros de una trama que aún no parece haber llegado a su punto final.

Dijiste alguna vez que escribís lo que vivís, y que Abril rojo salió de tu trabajo con los derechos humanos, ¿de dónde salió un libro como

Memorias de una dama?

–He sido un inmigrante en dudosas condiciones de legalidad. He sido un aspirante a escritor. He sido un fracasado. Y también he leído libros y he conocido a muchas personas que me han contado historias maravillosas sobre la mafia en Cuba y sobre los inicios del tráfico de cocaína, después de la II Guerra Mundial. Me fascinaba sobre todo el escenario de La Habana en los años cincuenta, con Lucky Luciano pegando balazos al aire junto a Frank Sinatra. Es una gran mezcla de glamour y crimen.

–Más de una vez contaste que, entre todos los trabajos que debiste hacer para intentar ser un escritor, uno fue el de escribir una autobiografía por encargo. Pero cada vez que te preguntaban por el asunto, decías que no podías hablar mucho porque había un contrato de confidencialidad de por medio. ¿Qué es lo que puedes contar de esa historia? ¿Realmente firmaste un contrato de confidencialidad? ¿Llegaste a terminar el libro?

–Si es verdad lo que dices, estoy obligado a guardar la confidencialidad.

–Al comienzo de Memorias... hay un epígrafe que advierte que es una obra de ficción... ¿Por qué hacer semejante advertencia? ¿Suponías que algo podía pasar?

–La novela está poblada de personajes reales, desde Mussolini hasta Jackie Kennedy o Lucky Luciano. No quería enojar a ninguno de ellos. Siempre he creído en la importancia de los buenos modales.

–También hay una dedicatoria –la primera de todas ellas– para N, que te regaló “la mejor de sus historias”. ¿Es N Nelia Barletta? ¿Puedes hablarme algo de ella? ¿Cuál es esa historia, la mejor de todas?

–Ella sabe quién es. Y yo sé que está contenta con su dedicatoria.

–Oficialmente, Alfaguara niega que haya un problema con Memorias, y arguye que si lo hay, sólo es con las ventas, y que sigue trabajando contigo, esperando un nuevo libro. ¿Es verdad esto? ¿Es verdad que el único problema con la novela son las ventas? ¿Para tu próximo trabajo vas a seguir confiando en Alfaguara?

–El libro se editó sólo en tres países, sin publicidad, prensa, giras, ferias ni reposiciones. Y vendió 20 mil ejemplares. Para mí, eso está muy bien. No necesito más. Alfaguara y yo tenemos la relación de dos amantes intensos. Nos amamos, y luego nos odiamos. Peleamos y luego nos reconciliamos apasionadamente. Lo que me gusta es que no nos aburrimos nunca.

–El diario chileno La Tercera publicó un contrato que revelaría que el problema con la novela, en realidad, son los herederos de la señora con la que trabajaste haciendo su autobiografía, que te acusan de haber roto el contrato de confidencialidad que firmaste con su madre. ¿Te ha llegado esta información? ¿Qué opinás de ella? ¿Tiene algo de verdad?

–Me temo que las revelaciones de La Tercera me ponen en una posición bastante extraña. Si ese contrato no existe, por supuesto, debo negarlo. Pero si existe, me obliga a negarlo. Así que lo niego.

–Según explicás al comienzo de Memorias..., lo que has escrito es una obra de ficción. Sin embargo, lo que se cuenta en la novela es algo que uno puede presumir que tiene cierto arraigo con lo que te sucedió en la realidad. ¿Cual es el límite entre la ficción y la realidad? ¿O entre la confianza de tu confidente y la traición que podría significar, más allá de los contratos, quebrar esa confianza?

–Todas las novelas tienen cierto arraigo con lo ocurrido en la realidad. Hasta las fantasías de ciencia ficción de Stanislaw Lem tenían que ver con sus vivencias en la Polonia comunista. Ahora bien, las novelas no se refieren a nadie en particular. Si una persona cree que una historia ficticia es real, y además insiste en que es suya, incluso contra la opinión del autor, su problema no es jurídico: es clínico.

–¿Es cierto que tenías muchas traducciones contratadas pero todas se cayeron cuando comenzaron los problemas? ¿Se traducirá Memorias... a algún otro idioma?

–No hay traducciones contratadas de ese libro en este momento.

–¿Qué piensas de la polémica que ha levantado la ausencia de tu libro en República Dominicana, que está obligando a Alfaguara a insistir que no publica la novela allí porque no resultaría redituable, cuando en realidad no dejan de circular copias piratas?

–Debo admitir que es un cálculo comercial peculiar.

–Hay quien ha dicho que has cobrado tres veces por este libro: la primera por escribir las memorias, luego de parte de sus hijos, y ahora a través de Alfaguara. ¿Por qué piensas que pueden estar diciendo algo así? ¿Has cobrado tres veces por el libro? ¿Has engañado a todos?

–Algunos medios sugieren que he estafado a una poderosa familia del Caribe y al grupo editorial más grande del mundo hispano. Me gustaría ser tan valiente o tan inteligente como para hacer algo así. Me temo que sólo soy un escritor. Escribí una novela y cobré por ella, por supuesto, pero nunca he recibido dinero de esos hijos que dices.

–Has dicho que todos siempre hemos querido ser millonarias. Después de haber escrito no uno, sino dos libros al respecto... ¿Sabes ahora más o menos sobre qué significa serlo?

–Las mujeres de cualquier clase social siempre serán un misterio para mí.

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