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Domingo, 17 de febrero de 2013

Sobre la Cientología: días de Ron

Y esta sí es, no cabe duda, una parte de la historia de la Cientología, una de las iglesias más poderosas del mundo y de su creador, L. Ron Hubbard. Es difícil saber cuál fue exactamente el origen de Hubbard: su historia oficial, la que provee la mismísima Church of Scientology, ofrece una versión límpida y hasta heroica de su vida, que innumerables libros se han encargado de desmentir. En cuanto a los hechos más o menos probados, se sabe que Lafayette Ronald Hubbard (1911-1986) nació en Nebraska y fue autor de novelas de pulp fiction, varios cuentos de ciencia ficción de aquellos que publicaciones legendarias como Astounding Science Fiction pagaban un centavo por palabra y que por esto mismo trató personalmente con varias personalidades del ambiente, entre ellos editores famosos como Forrest Ackerman (el de la revista Famous Monsters of Filmland) y John W. Campbell Jr., quienes en algún momento de sus vidas lo ayudaron a difundir los preceptos de la Dianética, el cuerpo “filosófico” que da origen a la Cientología. También habría frecuentado a escritores célebres del género como Isaac Asimov (que lo consideraba un farsante), Robert Heinlein, Theodor Sturgeon y Sprague de Camp; y en los ’40, al científico pionero del cohete a propulsión Jack Whiteside Parsons, que llevaba una doble vida como ávido ocultista del grupo de Alesteir Crowley (la versión oficial no menciona casi ningún roce de Hubbbard con la magia negra). Sobre sus viajes por el Pacífico junto a su padre (que era oficial de la Marina), y su desempeño durante su propio paso por la fuerza durante la guerra, también hay versiones encontradas. La Dianética fue un éxito bastante pronto: en 1950 vendía cuatro mil ejemplares por semana, y ya se lo traducía al francés, al alemán y al japonés; a la vez que llegó a haber 500 grupos de “audiciones” en EE.UU. La fundación oficial de la Cientología fue poco después, en 1952, cuando Hubbard decidió tomar el control de su empresa, que se le había escapado con el franquiciado de su intento anterior, y creció enormemente a nivel mundial en los ’60 y ’70, mientras el líder comandaba una flota de barcos que llevaba a bordo a su elite de adeptos cientologistas, conocidos como la Sea Organisation (la Organización del Mar). La prensa lo vapuleó y se sabe también que lo persiguieron el FBI, la Asociación Médica de Estados Unidos y sus ex esposas y algunos de sus hijos, con quienes tuvo relaciones fluctuantes y que en ocasiones intentaron “desenmascarar” sus operaciones.

Meses atrás, cuando aún no era posible ver The Master, un ex miembro de la Cientología llamado Marc Headley enumeró en The Daily Beast las semejanzas entre el ficticio Lancaster Dodd y Ron Hubbard, y sus respectivas creaciones. Autor del best seller Blown For Good: Behind the Iron Curtain of Scientology (algo así como “Me escapé para siempre: detrás de la cortina de hierro de la cientología”), Headley fue criado en las creencias del culto, tuvo como tutor al mismísimo Tom Cruise y trabajó en los cuarteles de la Sea Org durante quince años, hasta que, dice, consiguió “escapar”. Su comparación se basa en una versión del guión a la que tuvo acceso, pero buena parte de lo que encontró en éste permanece en el film terminado. Entre otros paralelos, uno de los más elocuentes es que la biografía oficial de Hubbard lo presenta como un “pionero explorador, viajero mundial, físico nuclear, experto en fotografía, arte, poesía, filosofía”, palabras que son casi calcadas por el Lancaster Dodd de Philip Seymour Hoffman cuando se presenta a sí mismo ante Freddie. Headley destaca también las semejanzas entre los libros (el Dianética, de Hubbard, y The Cause, de Dodd, en tanto ambos promocionan la estrategia de recuperar recuerdos dolorosos que lo afectan a uno en su vida actual; y The Dark Sword, Excalibur y The Dark Shadow, Split Saber), la utilización de la hipnosis, la creencia de que la American Medical Association y la American Psychological Association conspiran contra su asociación, algunos detalles del seminario que ofrecen en Phoenix (como el recurso de la risa en los métodos de la Dianetics/Cause); los cuestionarios que incluyen preguntas sobre los fracasos personales, la supervivencia, los comportamientos impulsivos, la envidia y el sentimiento de inferioridad. También se parecen mucho los sistemas establecidos por ambos, que se componen de reuniones, franquicias y seminarios, y la máxima “Nunca te defiendas, siempre atacá”, que Hubbard puso por escrito y en la película se le atribuye a la esposa de Dodd, alma oscura del movimiento. Finalmente, está claro que la verdadera relación de la Cientología con Hollywood es la que mantiene fuera de la pantalla con algunos de sus miembros más prominentes, siendo los más famosos y extrovertidos John Travolta y Tom Cruise. El primero produjo y protagonizó una costosa adaptación de la novela tardía de Hubbard, Battlefield Earth: estrenada acá como Batalla final: la Tierra, se trató de un mamarracho ridículo, cuyo fracaso –narrativo y comercial– probablemente no tuvo nada que ver con la fe que profesa con tanta convicción su factótum. Cruise es, se sabe, amigo de Anderson, quien organizó una proyección para él, de la cual no se han provisto detalles: se dice que el actor cuestionó la escena en la que el hijo de Dodd dice que su padre “inventa todo sobre la marcha”, pero Anderson dice que lo que se habló en esa ocasión es algo que quedará entre los dos amigos, y que la despedida fue en buenos términos. Esa es, al menos, la historia oficial.

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