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Miércoles, 17 de diciembre de 2008

SANTA FE › TITULAR DE LA SEDRONAR CUESTIONA A LA POLICíA

Qué hizo para detener a Segovia

El funcionario nacional rompió el silencio, y fue para cuestionar a la policía provincial, así como a otros organismos del Estado. El titular de la Secretaría de la Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), José Granero, dijo no entender cómo pasó desapercibida en la ciudad la ostentación de bienes de Mario Segovia, procesado por el juez Federico Faggionatto Marquez como jefe de una banda que traficaba efedrina. "No entiendo cómo una persona como Segovia pudo pasar desapercibido en una ciudad como Rosario. Con un Rolls Royce no sé si se pasa desaparecido en Nueva York", dijo Granero en Radio 2.

El funcionario repitió que la situación de Segovia presentó "demasiadas cosas raras". Se preguntó cómo el acusado de ser el mayor narcotraficante argentino "llevaba un tren de vida plagado de lujos, con varios autos impotados, y en Rosario nadie se había enterado, ni la policía de la provincia, ni ningún servicio de informaciones, ni la Afip, ni la unidad de información financiera". Y sumó también la situación del hermano, Hernán, suboficial de la policía, que pese a su magro sueldo se había comprado un Mini Cooper 0 kilómetro y realizó siete viajes al exterior con un salario de 1.800 pesos. "Pero parece que el chico bobo de esta historia tiene que ser el Sedronar", se quejó Granero, quien salió a enfrentar los cuestionamientos contra su gestión. Por eso, trató de explicar la habilitación en tiempo récord que recibió Segovia para importar efedrina bajo el nombre falso de Héctor Germán Benítez, una persona que en realidad estaba detenida en Sierra Chica. Según dijo, la identidad y autorización estaban "certificada por la Afip, la Aduana, por escribano público y por bancos". También recordó que la denuncia la realizó el Sedronar. "Ni la policía provincial, ni la Policía Federal, ni ningún otro organismo", apuntó.

Así, Granero se despegó de las suspicacias de haber amparado la actividad del exportador de efedrina que vivía en Fisherton. En realidad, el funcionario nacional había salido a enfrentar otro escándalo, esta vez por la aparición de 8 kilos de cocaína en una camioneta de ese organismo, pero terminó hablando de Segovia. Y echando un manto de sospecha en todos los estamentos del Estado relacionados con la prevención de los delitos.

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