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Lunes, 6 de abril de 2009

SANTA FE › LA PROVINCIA DICTA TALLERES CON HOMBRES CONDENADOS POR AGRESIONES SEXUALES

Terapia para evitar la reincidencia

La experiencia, única en el país, se inició al comprobar que el Estado no se ocupaba de los ofensores sexuales, y surgió como una forma de "control y seguimiento" de los internos. Un intento por abordar conjuntamente lo psíquico y lo social.

 Por Sonia Tessa

Desde hace tres años, la actual Dirección Provincial de Control y Asistencia Pos Penitenciaria (antes, Patronato de Liberados) realiza talleres con hombres condenados por agresiones sexuales, que se encuentran en libertad condicional. Hace ocho meses, incluyeron un trabajo similar con los que están en la etapa previa (a seis meses de salir de la cárcel con algún régimen de libertad o por finalización de la condena). En la actualidad, son 34 los liberados y 36 los que lo hacen dentro de las instituciones penitenciarias. Con toda la cautela del mundo, porque es imposible develar qué ocurrirá después, la directora del área, María Cecilia Vranicich, afirma que "hasta ahora no se produjeron reincidencias en las personas que participaron de los talleres". Es la única experiencia de este tipo en el país, que será expuesta en un Encuentro Nacional de Ejecución Penal que se realizará el 16 y 17 de abril en Córdoba.

La iniciativa nació antes de la actual gestión provincial, hace tres años, a partir de la inquietud del equipo interdisciplinario de la Dirección, que propuso trabajar con los ofensores sexuales. El juez de sentencia Efraín Lurá tomó la propuesta, y les impuso la participación en los talleres de reflexión como regla de conducta a los ofensores sexuales que estaban en condiciones de acceder a regímenes de libertad condicional. La medida se complementaba con tratamientos individuales.

En toda la provincia, hay 151 ofensores sexuales que están bajo la órbita de la Dirección, tanto sea por estar gozando de libertad anticipada, o por estar dentro del programa de prelibertad. De todos esos imputados, 104 tienen domicilio en el centro﷓norte de la provincia, y 47 en el sur. Y 70 participan de los talleres, ya sea por orden del juez (cuando ya están en libertad sin haber terminado la condena) o de manera voluntaria, seis meses antes de salir de la cárcel.

Los psicólogos que llevan adelante los talleres en Rosario, para el sur de la provincia, son María Rosa Iadanza, Gustavo Pacciarone y Silvia Badía. En Santa Fe, para el norte, son Paz Alvarez, Soledad Marien y Rodolfo Cordoneda. El primer paso es una entrevista individual con el interno, o recién liberado, que luego se integra al grupo, de funcionamiento quincenal. Una de las psicólogas recordó que la propuesta se inició al comprobar que el Estado no estaba haciendo nada, y surgió como una forma de "control y seguimiento" de los internos. De hecho, el equipo ﷓integrado por trabajadores sociales﷓ también se contacta con las familias de los ofensores. La intervención del Estado se termina, necesariamente, cuando el imputado cumple su condena, aunque puede seguir participando de manera voluntaria en la actividad.

"El grupo se propone articular lo psíquico y lo social. Estos dispositivos grupales, posibilitan imaginarios alternativos y acciones sociales transformadoras", indicó Iadanza sobre los fundamentos teóricos de esta actividad. "La meta de este proceso tiene como base impulsar un espacio reflexivo con el objetivo de contener y abordar las problemáticas arraigadas en la construcción de la subjetividad de las personas", agregó.

Para la profesional, el dato relevante es que "desde marzo de 2006, hasta marzo de 2009 no hubo reincidencias en las personas que pasaron por el taller". La profesional apuntó: "Tenemos que seguir formándonos, capacitándonos, perfeccionarnos, pero hasta el momento está funcionando. El objetivo era tener un control y seguimiento de los ofensores, siempre hasta el vencimiento de la pena".

Según Vranicich el funcionamiento de estos talleres reveló la "necesidad de un espacio de abordaje de esta problemática". Desde hace ocho meses, incorporaron también el programa de prelibertad, que brinda la posibilidad -siempre de acceso voluntario- para que los detenidos que estén a seis meses de salir con algún régimen de libertad anticipada, o simplemente por la finalización de la pena, puedan participar de los talleres. "Primero hacemos una entrevista individual, y al mismo tiempo un equipo de trabajadores sociales se contacta con la familia, para analizar también cuál será el contexto de su salida", relató Iadanza. La experiencia se está realizando en la Unidad 3 de Rosario, en la cárcel de Coronda y en la de Santa Felicia, en el norte santafesino, donde la mayoría de los imputados lo son por delitos sexuales. También la cárcel de Las Flores, en la capital provincial, está contemplada en el programa, pero por ahora no tiene ningún ofensor sexual en condiciones de participar de los talleres.

"El trabajo propuesto tiene como base la idea planteada por Enrique Pichon Riviere, que dice que la psicologías no es de los grupos sino una reflexión acerca de los sujetos y sus comportamientos, todo aprendizaje define al sujeto como sujeto de la acción. Y en la medida que él pueda recobrar esta categoría de sujeto, que pueda reflexionar sobre su actuar teniendo una perspectiva integradora, dispondrá de medios y herramientas para ser artífice de las transformaciones de su estructura subjetiva", puntualizó Iadanza. En cuanto a los que ya se encuentran en libertad condicional, "llegan con una medida impuesta del juzgado para realizar el taller de reflexión y terapias psicológicas individuales. Se realiza todo un seguimiento y control hasta el cumplimiento de su pena". Pero el grupo, según indicó la psicóloga, es un espacio que construyen los propios ofensores sexuales, quienes "generan sus propios dispositivos" para hablar de sus causas, y de sus situaciones de vida.

La profesional admitió que no trabajan con una perspectiva de género, aunque afirmó que tienen previsto capacitarse en ese sentido. Relató además que el trabajo previo con las familias de los ofensores sexuales significa también un control y seguimiento de su libertad. La existencia misma de la Dirección se concibió para controlar y apuntalar a los que acceden a regímenes de libertad.

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En Rosario el programa, de acceso voluntario, se está realizando en la Unidad 3.
Imagen: Alberto Gentilcore.
 
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