Domingo, 17 de mayo de 2009 | Hoy
DEPORTES › FúTBOL. ÑULS SIN IDEAS, ENCONTRó EL EMPATE POR DEFICIENCIAS DEL RIVAL.
El equipo de Sensini sintió las ausencias de Bernardello y Formica. Entregó un muy mal rendimiento en los primeros 45 minutos. Ya para el complemento, el buen juego fue sustituido con muchos centros al área rival y las inseguridades de Banfield.
Por Alejo Diz
1 Ñuls: Peratta (6); Spolli (6), Schiavi (6), Insaurralde (7); Pillud (5), Bernardi (5), Cristaldo (4), Vangioni (5); Leandro Torres (4); Salcedo (4), Armani (4). DT: Roberto Sensini
1 Banfield: Lucchetti (7); Devaca (5), Nasuti (4), Víctor López (4), Bustamante (5); Bertolo (7), Bustos (6), Erviti (6); Raymonda (6); Sebastián Fernández (6), Silva (6). DT: Julio César Falcioni
Goles: PT: 21m Sebastián Fernández (B). ST: 32m Da Silva (Ñ).
Cambios: ST: Desde el inicio Quiroga (5) por Cristaldo (Ñ), 8m Sperdutti por Leandro Torres (Ñ), 22m Da Silva por Salcedo (Ñ), 30m Barrales por Sebastián Fernández (B), 34m Pio por Raymonda (B) y 41m Broggi por Ervitti (B).
Arbitro: Carlos Maglio
Cancha: Coloso del Parque
Expulsado: ST: 27m Silva (B).
Entre las pocos aspectos previsibles que tiene el fútbol, se puede rescatar que un equipo que pierde a sus mejores jugadores es probable que merme su nivel de juego. Mucho de ello padeció Ñuls, que salió a la cancha sin sus dos mejores valores (el suspendido Hernán Bernardello y el lesionado Mauro Formica), ausencias que entregaron como consecuencia, quizás, el peor rendimiento del equipo en los primeros 45 minutos. Ya para el complemento, el talento que se extrañaba fue sustituido con fortalece física, muchos centros al área rival y, ante todo, las propias inseguridades de Banfield, que no se animó a sostener su propuesta durante los 90 minutos, dejando a la lepra con un punto al encontrar en Da Silva los goles negados por Armani y Salcedo.
Sin Formica en la creación, todo se hizo anunciado: corridas de Pillud y centro, que generalmente no caía en el área de Banfield. Vangioni no se destacó por su lateral y Leandro Torres esquivó el compromiso en la conducción, tocando siempre la pelota hacia atrás, en vez de levantar la vista en busca de los delanteros. Pero ocurría también que los puntas, tanto Armani como Salcedo, no gravitan, porque si la pelota no les rebota eran incapaces de girar, u si llegaba el balón por arriba perdían con los centrales.
Sin Bernardello, Bernardi quedó en soledad, y Cristaldo, el elegido para el reemplazo del cinco ausente, está entrenado para chocar, siendo ajeno a cualquier otros menesteres, como podrían ser, por su posición en la cancha, en lugar donde nacen las jugadas de riesgo.
Banfield, por el contrario, luce de mitad de cancha hacia adelante una formación envidiable, con muchos volantes dotados para jugar de primera, siendo Bertolo el director de la orquesta, la cual tiene fieles interpretes en Raymonda, Ervitti y Sebastián Fernández. Y Silva, con su potencia, no se queda atrás, aunque lo suyo se reduce a 20 metros cuadrados del área.
El taladro, con las virtudes señaladas, era prolijo e incisivo, aunque el gol llegó en jugada confusa, con un tiro de esquina que se desvía por un cabezazo, cruzando la pelota por todo el área menor, hasta que llegó a Sebastián Fernández para tocarla sobre el segundo palo. Antes de ello, un remate de Ervitti fue despejado por Peratta con el pecho, al verse sorprendido, y dos o tres contragolpes fueron disuadidos agónicamente por los zagueros rojinegros.
Si Banfield estuviera convencido en lo que propone, quizás hoy podría seguirle el ritmo a los líderes. Pero la tentación a reformular ideas por el cambio de marcador pudo más, y en vez de fortalecer lo que mejor hacía (atacar) se recluyó donde no tiene destacadas condiciones (defenderse), invitando a Ñuls, aún desorientado en su juego, a que con algún centro equilibre las acciones.
Para eso, el equipo de Sensini dobló esfuerzos, siendo Vangioni el abanderado del sacrificio y Quiroga ingresó y aportó presencia por la izquierda. Aunque el jugador más agresivo fue Insaurralde, ganando por arriba en todas las que fue a buscar: el primer cabezazo lo desvió Lucchetti en gran reacción, el segundo se estrelló en el travesaño. Banfield ya no avanzaba, y cuando lo hacía le fue mal, porque Silva vio la roja por doble amonestación, al interpretar Maglio que simuló penal ante un cruce de Schiavi, que verdaderamente pareció infracción.
Con uno menos, Falcioni ya no tenía nada que pensar y se aferró a la ventaja, que se le escurrió cuando Da Silva ganó por arriba, y se hizo de rebote que entregó el arquero a su cabezazo para empatar a poco de final. Con todos los problemas que acusó Ñuls, no haber pedido es difícil de entender, aunque por allí descansa su virtud. Y más si se repara en que el salvador de la noche fue uno de sus delanteros.
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