Sólo la falta de puntería impidió que Central se haya quedado con la victoria en la tarde de ayer. Hasta la puerta del área rival, el Canaya hizo todo bien, al punto de mostrar el mejor rendimiento del torneo. Apostó al juego asociado, con salida clara, sin desesperación, intentando una y otra vez por abajo. Fue una versión muy lejana, totalmente opuesta, a la que el equipo que dirige Russo tiene acostumbrados a sus hinchas. El pelotazo al uruguayo Abreu, esa herramienta que utiliza el auriazul hasta el hartazgo ayer fue erradicada. En cambio, acertadamente, se privilegió el desnivel de Aguirre y Becker por las bandas. El empate en uno fue inmerecido, San Lorenzo se llevó un premio demasiado grande del Gigante.

Central dominó casi todo el partido. Pero fue luego de los 30' iniciales cuando recién supo romper la última línea del Cuervo. Hasta ese momento, no lo lograba por fallas propias más que aciertos del campeón del América. En cada ataque, la pelota partía prolija y al piso desde el fondo y llegaba a Barrientos y Domínguez -más errático-, quienes la jugaban de memoria con los volantes externos. Tanto Aguirre como Becker marcaban diferencias, pero el zurdo resultó imparable para todo San Lorenzo. Los inconvenientes para resolver nacían en la escasa participación de los delanteros, inconexos con el resto de sus compañeros. Con el estilo exhibido ayer, Abreu no encaja e interviene cada vez menos.

Todo lo bueno que Central generaba se diluía al aparecer Torrico en la línea de ataque. Por ese motivo, se buscó la alternativa aérea, aunque nunca al pelotazo sin sentido. Así llegó el gol. Becker envió un centro preciso y Acevedo cabeceó a la red para consumar una diferencia merecida. La ventaja relajó al canaya, que no detuvo su marcha y continuó con el mismo libreto. Central jugaba bien y mostraba cansancio por la seguidilla de partidos. Pero en su primera aproximación a Caranta, la visita llegó a la igualdad. Romagnoli, de gran tarea, condujo por derecha para la entrada de Cavallaro sin marca, quien remató bajo. El arquero la tocó, pero no pudo contener. El resultado era injusto por donde se lo mire, pero Central pagaba caro su falta de eficacia y San Lorenzo mostraba todo su oficio.

Decidido a romper el empate, Central fue una tromba durante el primer cuarto del epílogo. Tuvo cuatro situaciones claras de gol, pero se encontró con un Torrico inmenso, que impidió el festejo. Russo se la jugó por Valencia y sacó a Abreu, evidenciando que el uruguayo no se incorpora al circuito de juego. Sin embargo, el colombiano tampoco supo hacerlo. Es un buen punto a atender el del centrodelantero para esta idea que desplegó ayer Central. Es decir, cómo resolverá Russo que quién debe finiquitar las jugadas no encaja con el manual del equipo.

Tanto riesgo adquirido casi pone en peligro la igualdad. Caranta y Ferrari en la línea ahogaron la celebración de la visita, que dependía pura y exclusivamente de las pinceladas de Romagnoli. El cierre fue la postal del partido, con Central intentando conseguir de manera incansable el triunfo por todas las vías. Pero sin nervios e impaciencia. Sí con ansiedad, claro está. Porque mereció el segundo gol y su superioridad fue inobjetable. Ahora, deberá confirmar todo lo bueno que mostró ayer y corregir lo malo, que no es mucho. Ayer salió a luz una idea de juego. Eso es muy importante.

1 Central: Caranta (5); Ferrari (5), Berra (6), Acevedo (6), Delgado (6); Becker (6), Barrientos (6), Domínguez (5), Aguirre (7); Acuña (5), Abreu (4). DT: Miguel Russo.

1 San Lorenzo: Torrico (8); Buffarini (4), Fontanini (5), Kannemann (5), Más (6); Villalba (5), Kalinski (6), Mercier (5); Romagnoli (6); Cavallaro (5), Cauteruccio (4). DT: Edgardo Bauza.

Goles: PT 29m Acevedo (C), 44m Cavallaro (SL).

Cambios: ST 16m Catalán por Villalba (SL), 23m Valencia por Abreu (C), 25m Arias por Cavallaro (SL), 32m Blandi por Cauteruccio (SL), 36m Musto por Barrientos (C), 44m Medina por Acuña (C).

Arbitro: Carlos Maglio.

Cancha: Gigante de Arroyito.