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Lunes, 30 de octubre de 2006

DEPORTES › CENTRAL SOÑO CON GANARLO Y LO HIZO ANTE UN ÑULS SIN IDEAS

El clásico para el más ambicioso

Pumpido puso a siete defensores en la cancha y no privilegió el juego
de los delanteros leprosos. Central, con los altibajos que caracterizaron
al equipo a lo largo del torneo se animó a construir una victoria que
después se transformó en histórica. Una jornada con goles de Wanchope,
Ruben, Coudet y Kily González. Nada más podían pedir los canallas.

 Por Alejo Diz

4 CENTRAL

Ojeda 7

Moreira 4

Garcé 6

Azconzábal 5

Villagra 5

Coudet 7

Borzani 6

Calgaro 6

González 6

Ruben 7

Wanchope 8

DT: Néstor Gorosito

1 ÑULS

Villar 4

Ré 5

Torrén 4

Aguirre 4

Rivera 4

Araujo 5

Gavilán 4

Bernardello 4

Peralta 4

Salcedo 4

Cardozo 5

DT: Nery Pumpido

Goles: PT: 18m Coudet (C), 35m Wanchope (C) y 45m Ruben (C). ST: 3m Araujo (Ñ) y 34m González (C) de penal.

Cambios: ST: Desde el inicio Arrieta (3) por Rivera (Ñ), 4m Colace por Bernardello (Ñ), 18m Encina por Coudet (C), 24m Steinert por Araujo (Ñ), 29m Alemanno por Wanchope (C) y 44m Conca por González (C).

Cancha: Central

Arbitro: Horacio Elizondo

Expulsados: ST: 18m Lucero (Ñ) de suplente, 25m Cardozo (Ñ) y 30m Colace (Ñ).

Que el clásico haya ofrecido un ganador ya es un síntoma alentador para el fútbol de la ciudad. Pero el repaso de lo sucedido entre canallas y leprosos sólo arroja satisfacciones del lado del Arroyito. Porque fue Central el que soñó con ganarlo e intentó construir su propia alegría. A veces lo hizo con lucidez, en otras con las debilidades que han caracterizado el equipo de Néstor Gorosito en el Apertura. Detrás, y animando involuntariamente la tarde, hubo una preocupante expresión de Ñuls. Nery Pumpido, que tiró siete defensores en la cancha, soñó con sostener el cero, desvalorizando así el juego de los delanteros. Y los canallas, con algunas dosis interesantes de fútbol, elaboraron una tarde para recordar, con cuatro goles, dos de los delanteros y otros tantos de sus máximos ídolos en cancha: el Chacho y el Kily.

Ante tanta táctica y pelota parada, lo registrado en el Gigante es una solitaria defensa a la versión más sana del fútbol. No porque Central regado virtudes, sino porque el juego lo ganó el equipo que se inclinó a pensar en cómo ganar.

El partido arrancó con un Ñuls sintomático: llegó al área con dos pelotazos frontales que le exigieron a Ojeda ganarle un mano a Cardozo y otro a Peralta. Pero esas acciones fueron fruto de la casualidad. Porque los rojinegros pisaron el césped con siete defensores, más Peralta y los goleadores guaraníes obligados a vestir de héroes antes semejante puesta en escena.

Central ofreció otra ambición y desde el pitazo inicial se paró en campo rival. Y de inmediato se armó el partido previsto por los técnicos: con Ñuls jugando de contra y con Central acosando al rival. Claro que en los primeros minutos los 22 jugadores jugaban de primera para no hacerse cargo de la pelota. Y mientras los leprosos sacaban el pelotazo rápido, los canallas crecían con juego, aunque a veces fallido, por el piso.

Y a los 18 minutos Pumpido debió hacer nuevos cálculos en su pizarrón imaginario. Porque en una desequilibrante maniobra de Wanchope (recibió de espaldas y giró con sorpresa para desairar a Aguirre) el moreno punta sacó un centro atrás que encontró a Coudet frente a Villar. Y el Chacho, con toque de derecha, le pegó alto para dejar sin posibilidades a Villar.

El gol aturdió a Ñuls. Pero lo grave es que no había en cancha libreto alguno para afrontar la adversidad más vulgar del fútbol: un gol encontra. Entonces, los rojinegros siguieron en posición defensiva. Y los auriazules en ofensiva. Los canallas atacaban con cinco o seis jugadores. Primero sorprendió con desborde de Wanchope. Luego con un disparo desde afuera del área de Coudet que Villar no pudo atrapar, y en el rebote el costarricense la empujó sobre la línea.

En dos a cero era consecuencia de las intenciones mostradas por los equipos. Pero también por el juego que practicaban uno y otro. Y Cardozo, el tocar desviado por arriba de Ojeda sobre los 40 minutos, se llevó el resto de esperanzas. Porque en el último minuto de juego Ruben hizo una jugada genial: ante un rival plagado de jugadores de exclusiva dedicación a la marca, el nueve le robó la pelota en el medio a Bernardello, corrió hacia el arco, llegó a Villar, la cruzó y siguió la carrera para encontrarse con los hinchas de la popular a gritar el suyo.

Fue abrumador lo de Central en el primer tiempo. Marcó tres goles, suficientes para asimilar sin mayores titubeos un gol rival a inicio del complemento. Fue a los pocos minutos, ocasión en que Cardozo le bajó una pelota a Araujo, que ingresó por derecha, y definió alto de derecha para vulnerar al uno.

Nada alteró aquel descuento. Algunos arrebatos de orgullo volvieron a poner a Ñuls en área de Central. Pero una vez que el canalla se sacó de encima el pánico que lo acompaña cada vez que se pone en ventaja, el encuentro tomó su curso natural: con los canallas jugando la pelota y los leprosos corriendo tras ella, luciendo un tenaz e improductivo estado físico. Pero Cardozo se cansó de trotar y se fue de la cancha tras insultar al juez.

Con el partido a ritmo del local, sólo un yerro de Elizondo animó las acciones. El árbitro le cobró a Colace un inexistente penal sobre Ruben a instancias del línea y echó a Torrén. Pero como la supuesta infracción fue de Colace, Elizondo reclamó por la vuelta del defensor para rectificarse y sacarle la roja a Colace. Confusión mediante, el Kily le pegó fuerte y al medio para gritar el cuarto. Se besó la camiseta, buscó a sus compañeros y se sacó la foto del grito final.

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Tacuara Cardozo, cuando todavía era una esperanza para Ñuls, pelea con Calgaro de buen desempeño en la cancha.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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