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Miércoles, 12 de noviembre de 2008

CULTURA / ESPECTáCULOS › SE INAUGURA MAñANA EN EL MUSEO ANGEL GALLARDO UNA MUESTRA DE PASTOR ARENAS

Sobre el vínculo con la naturaleza

Investigador de etnobiología, el artista trabajó durante 25 años con comunidades aborígenes del Gran Chaco, y con campesinos y criollos del Paraguay. "No soy fotógrafo, sólo sacaba fotos, y me pidieron que las haga públicas", afirmó.

Ancestral, el vínculo entre el hombre y la naturaleza es uno de los ejes de la etnobiología, disciplina que comenzó a ganar territorio hace algo más de una década pero que para muchos todavía parece un enigma. Dedicado a la investigación en ese área desde hace un cuarto de siglo, Pastor Arenas trabajó con las comunidades aborígenes del Gran Chaco (Argentina y Paraguay) y con campesinos y criollos del Paraguay Oriental y el noroeste argentino. Sus primeras vinculaciones se relacionaron con el estudio del papel que los animales cumplían entre los pueblos nativos, mientras que sus investigaciones más recientes giran en torno a las plantas comestibles, la alimentación, la etnomedicina y las plantas medicinales. Abocado a esa tarea paciente y minuciosa, Arenas generó un registro fotográfico que no tuvo más interés que el de documentar situaciones, de registrar momentos muchas veces íntimos. Hoy esas imágenes conforman "Transitando por la vida", la muestra que pasado mañana, a las 19, quedará inaugurada en el Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo (San Lorenzo 1949).

Licenciado en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Asunción, miembro del Conicet, investigador principal del Instituto de Botánica Darwinion, y docente de la materia de posgrado Etnobiología de la Universidad de Buenos Aires, Pastor Arenas se acercó a la disciplina durante su paso por la licenciatura que cursaba en su Paraguay natal. Seguramente en aquellos tiempos no imaginaba que su labor terminaría convirtiéndose en una muestra fotográfica abierta para el público general.

"Ahí empecé a hacer este trabajo con la etnobiología, una interdisciplina entre la biología, las ciencias naturales, y las ciencias humanas. Lo que se trata de ver a través de este enfoque es cómo el hombre se vincula con su entorno natural, cómo se vincula con las plantas, con los animales. Pero no soy fotógrafo ni trabajé en fotografía, simplemente sacaba algunas fotos, pocas, y después con el tiempo la gente fue viendo mis fotos y me llamó para que las muestre, para que las haga públicas. El año pasado hubo una gente interesada en hacer una exhibición en Corrientes, que dio lugar a esta nueva muestra, que es bastante variada", explica a Rosario/12 desde Buenos Aires, su ciudad de residencia desde hace largos años.

Y si bien el investigador admite que la exposición de esas imágenes "no implica una retribución científica", sí reconoce que "permite la apertura a otras miradas, llegar a otros públicos, otras audiencias". En ese sentido, Arenas remarca la importancia de que la etnobiología cobre reconocimiento: "Es un terreno completamente nuevo, donde hay una conciencia cultural natural muy importante. Hay que rescatar todo lo que está vivo antes de que sea tarde, ya que la globalización tapa ésas cosas. El hombre rural se mecaniza y pierde parte de su cultura. Hoy en día los niños están todo el tiempo en la escuela, y saben los nombres de los autos, las motos, de los jugadores de la selección y de todos los modelos de celulares, pero dejaron de jugar en el monte. No salen a cazar pajaritos, no saben dónde están sus nidos, no conocen el nombre de los pájaros".

O, según explicara en su artículo El escenario natural y los indígenas del Gran Chaco, publicado en 2005 en la revista Naturaleza y Conservación. "Noticias sobre plantas y animales, aplicaciones y usos diversos fueron conociéndose en las últimas décadas pero nunca en la medida de la enorme cantidad aun indocumentada. Al acceder en nuestros días a estas sabidurías, determinados aspectos de su cultura nos llegan desarticulados y nos resulta imposible encontrarles su sentido. En otros casos se nos describe un ámbito natural que ya no existe o se nos habla de especies que son imposibles de ver o hallar en el lugar. Sin embargo, lo más preocupante constituye la desaparición física de quienes vivieron o escucharon de manera directa los contenidos de la vida del pasado, lo cual impone como urgente la labor de documentación de este patrimonio de inmenso valor".

Las fotografías tomadas durante 25 años por Arenas son apenas una ventana hacia ese inmenso mundo construido por la relación ancestral entre el hombre y su entorno natural. El mismo que, contra cualquier prejuicio, persiste en las grandes ciudades, aunque diluido por las urgencias y los rasgos más despersonalizantes de la globalización.

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Quietud de la pesca, tomada en 1988 en El Churcal, Formosa, a personas del pueblo toba-pilagá.
 
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