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Domingo, 12 de febrero de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › GUILLERMO BRACHETTA, MUSICO ROSARINO ESPECIALISTA EN BARROCO

Un repertorio de calidad abrumadora

Hace más de diez años que está radicado en Holanda, donde se perfeccionó
en el estudio y dedicación exclusiva hacia la estética del Barroco.
"Sin ser fácil, sobre todo cuando inmediatamente se termina de estudiar, es posible insertarse perfectamente en el sistema cultural", explicó
el pianista, clavecinista y organista.

 Por Marisol Gentile

Guillermo Brachetta, músico argentino radicado desde hace más de diez años en Holanda, es pianista, clavecinista y organista, y su trabajo en la música se ha centrado en el estudio y dedicación exclusiva hacia la estética del Barroco, vocación que le surgió de un modo casual, según afirma en la entrevista que mantuvo con Rosario/12. "De chico escuchaba cualquier tipo de música clásica que cayera en mis manos -recuerda-- hasta que descubrí dos compositores que inclinaron la balanza definitivamente: luego de escuchar por primera vez el primer Concierto Brandenburgués de Bach quedé pasmado con el sonido del barroco en general, y después de conocer algunas de las piezas de François Couperin quedé enamorado para siempre del clave. Desde ese momento solo tuve eso como ideal estético".

Si bien comenzó sus estudios de piano en la Argentina, a partir de 1995 es donde se perfeccionaría en el exterior. "Mi educación en Rosario en el clave fue completamente autodidacta, debido a la casi nula actividad barroca en esta ciudad -cuenta- por eso es que en un determinado momento supe que era indispensable seguir con una guía más firme que la que era posible encontrar aquí. En Holanda hice un posgrado de dos años en el Conservatorio Real de La Haya y luego estudié cuatro años en el Conservatorio de Amsterdam con quien es mi verdadero maestro y amigo, Menno van Delft, aunque también tuve la suerte de estudiar con el genial Gustav Leonhardt y con Christophe Rousset"

Este viaje a Holanda, once años atrás en el pasado, obedeció en primer lugar a un deseo muy ferviente de vivir en Europa, de radicarse allí. Cuando en 1995 le llega la aceptación en el Conservatorio de La Haya para estudiar clave, pensó que su estadía duraría solamente 2 años, pero cuando el curso terminó y llegó el momento de irse, no pudo hacerlo. "Ya había pasado el punto de no-retorno y dos cosas me ayudaron mucho a tomar esta decisión: las posibilidades laborales allí en el arte y la magia de Amsterdam", cuenta, y al respecto agrega: "Holanda es una de las mecas no sólo de la música barroca, sino también de arte contemporáneo, arquitectura y teatro experimental. En Holanda todavía existe el subsidio estatal para las artes y la educación, fenómeno que tiende a desaparecer en Europa. Sin ser fácil, sobre todo cuando inmediatamente se termina de estudiar, es posible insertarse perfectamente en el sistema cultural. A eso se suma la increíble generosidad y tolerancia de este país hacia los extranjeros".

Después de recibir en 1997 su diploma de postgrado, le tomó otros 4 años más el obtener su diploma final con mención de honor en el Conservatorio de Amsterdam. "La enseñanza de clave, piano y órgano en Holanda es muy especializada y exigente -señala-. Hay muchos y muy buenos maestros y el ambiente en general es muy motivador".

En Amsterdam, su lugar de residencia, paralelamente a su trabajo como concertista, se desempeña también como editor e investigador, y su investigación actual se centra en un doctorado sobre uno de sus máximos ídolos: Wilhelm Friedemann Bach. "Trabajo para Cambridge University Press como editor de su departamento de música y también para músicos particulares, como Christopher Hogwood (Academy of Ancient Music) o Eduardo López Banzo (Al Ayre Español) -cuenta-. Como investigador particular también visito bibliotecas y archivos con el sueño de todo paleontólogo de descubrir algún fósil oculto y reconstruir con él parte del pasado. He editado varias obras consideradas perdidas, o que nunca habían visto publicación, como las Vísperas de José de Nebra (un compositor español de mediados del siglo XVIII), los quintetos de Graff y los conciertos inéditos para clave de Wilhelm Friedemann Bach. Es bastante laborioso, pero apasionante".

Como concertista viaja regularmente realizando giras de concierto, tocando como solista, con sus ensambles y como solista invitado en agrupaciones de cámara y sinfónicas, tales como Amsterdam Bach Solisten, The New Dutch Academy, The Catherine the Great Orchestra (Rusia), Musica Ducis Brabants Kammerorkest, Orquesta Sinfónica de Holanda, Filarmónica de Holanda, Amsterdam Bach Consort, Orquesta Sinfónica de Galicia (España), Camerata Antonio Lucio y Ensamble Alchimia, entre otros.

"El barroco fue uno de los períodos más prolíficos de la historia del arte en general y de la música en particular, tanto en cantidad como en calidad -reflexiona-. Y los reyes indiscutidos de los instrumentos en la música fueron el violín y el clave: uno como el solista por antonomasia, el otro como omnipresente bajo continuo y representante de la música que se hacía `en casa`. El repertorio es tan extenso y de una calidad tan abrumadora, que es imposible profundizar demasiado. No lamento estar tan limitado en lo horizontal de la línea temporal si verticalmente las alturas y profundidades del barroco son tan grandes".

A la hora de enumerar con nombre y apellido los compositores barrocos y clásicos de su preferencia, cita sin dudar la figura de Wilhelm Friedemann Bach, "un punto intermedio entre el nuevo lenguaje del clasicismo y la imposibilidad de romper el trauma que le significó haber sido el hijo mayor del padre Bach y el favorito de su progenitor"; Jean-Philippe Rameau, "un increíble compositor autor de una música de una avasallante potencia combinada con la elegancia en su quintaesencia"; Wolfgang Amadeus Mozart, "la suma de la perfección de forma y contenido", y Joseph Haydn, "por su increíble ironía, sentido del humor, maestría rítmica y manejo de la orquestación". Y para concluir, subraya: "Obviamente no puede ni debe haber un top five no sólo de la música sino también del arte en general si no se incluye a Johann Sebastian Bach".

En cuanto a sus referentes del presente, los encuentra más bien ligados a la literatura que a la música: Bioy Casares y Borges, en ese orden. "Soy un gran amante de la ironía y del sarcasmo", confiesa, y agrega: "Mi restricción temporal es en lo musical exclusivamente, ya que por lo demás sigo viviendo en el siglo XXI: mi segundo hobby, por ejemplo, son las computadoras, de las que soy fanático".

Radicado definitivamente en el exterior, vuelve a Rosario una vez por año para estar cerca de su familia, aunque confiesa que una vez que pisa suelo argentino le resulta muy difícil reacostumbrarse a ciertas cosas. "Creo que me costaría muchísimo volver definitivamente a Argentina -reflexiona-. Si pienso en las cosas a las que tuve que renunciar por ir detrás de mi sueño no dejo de sorprenderme. Nunca nada es gratis, pero a pesar del precio a pagar, jugársela por entero por algo en lo que uno cree es, incluso independientemente del resultado, es extremadamente gratificante y da una paz de conciencia inigualable. El hecho de poder decir 'hice todo lo que estaba a mi alcance por mi sueño' justifica cualquier sacrificio, sea cual sea ese sueño y se consiga éste o no".

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"Mi educación en Rosario en el clave fue completamente autodidacta", dijo Brachetta.
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