Martes, 4 de septiembre de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. LA GALERíA DARKHAUS Y UNA PROPUESTA EXPERIMENTAL
La posibilidad de habitar un sueño es lo que se puede experimentar, no sólo ver, al interactuar con esta intervención surgida desde el diseño. Su sentido se completa con una muestra de fotografías sobre guardias de seguridad privada.
Por Beatriz Vignoli
No todos los días es posible que dos personas adultas puedan rozar con los pies las hojas secas de los plátanos columpiándose en sendas superhamacas con cadenas de cinco metros de largo, mientras conversan amablemente sobre arte y diseño, y que todo eso suceda en una vidriera comercial en pleno centro de Rosario. Detalle surrealista: de las hamacas cuelgan largas cerdas blancas que barren las hojas. Un banco de plaza ofrece una vista hacia fuera, hacia la calle, y de entre sus tablones brotan cerdas blancas también, como un efecto imprevisto de la inminente primavera. Unos cabellos finos estampados sobre plástico blando acompañan. Desde unas fotos, los guardianes vigilan la plaza metidos en sus casillas. De entre la gente que pasa, algunos miran adentro y observan la escena con grave asombro. Tal es la experiencia que hasta mediados de este mes ofrece Darkhaus (Corrientes 267, la hermosa casona que Estudio Darkhaus transformó en Galería de Diseño), en asociación con la Galería de arquitectura y diseño experimental Monoambiente de la ciudad de Buenos Aires.
Esta es la primera muestra de diseño experimental de ambas galerías, realizada bajo la curaduría del arquitecto Martín Huberman, director creativo del Estudio Normal(tm). La exposición incluye fotografías de Ignacio Coló, pósters diseñados por Negro(tm) y una intervención titulada Extensiones (las hamacas y el banco de plaza arriba descritos) realizada por el estudio de diseño industrial La Feliz, formado por Patricio Lix Klett, Celeste Bernardini y Cristian Mohaded.
El diseño experimental es una disciplina en construcción; así lo define, en una suerte de manifiesto titulado "Contracorriente", Huberman, cuyo estudio se especializa en la investigación proyectual y material aplicada al diseño y la arquitectura, con una vasta experiencia internacional. Monoambiente es un desprendimiento del trabajo que se lleva adelante en Normal(tm). "Todas las disciplinas del Diseño son expresiones culturales y como tales merecen un espacio de búsqueda, de prueba y de exhibición", sostiene el arquitecto. "Abrir un espacio que se defina experimental en tiempos en los que las expresiones disciplinares son definidas por un valor comercial abstracto, es similar a tirarse al río y nadar contracorriente. Todo se hace más fácil cuando río arriba hay quienes entienden el esfuerzo y la dedicación que requieren este tipo de locuras", añade con humor.
Silvia Cagnone, diseñadora de Darkhaus, lo entiende y desde la hamaca de al lado dialoga con la cronista sobre las sutiles diferencias y similitudes entre diseño experimental y arte contemporáneo. "El diseño parte del concepto y va hacia la función", resume Cagnone para describir estas hamacas y este banco que de hecho funcionan como tales. La cronista agrega que la obra de arte es un signo sensible, y produce placer estético (es decir, placer sensible mediado por esa instancia de representación que es la obra en tanto signo) mientras que lo que estamos sintiendo aquí y ahora, al hamacarnos, es placer inmediato. Coinciden anfitriona y visitante en que, sin embargo, para el espectador que desde la calle se detenga a mirar la escena habrá una experiencia de estética del shock al contemplar esta vidriera intervenida, liberada temporalmente de su utilidad práctica de exhibir mercancías, para mostrar algo que no tiene precio, porque es una experiencia y es parte de la vida. ¿Es esto arte? Raro hacerse esta pregunta hoy.
En la historia del arte local hubo un experimento similar, en 1968: la instalación "Las sillas", de Norberto Puzzolo. Pero a aquellas sillas en una vidriera mirando a la calle se la definía como "arte de vanguardia". El peso estaba puesto sobre el sentido. Cada obra dialoga con la historia de su disciplina y ese diálogo es consustancial a su sentido. Estas hamacas dialogan con la arquitectura del lugar en tanto hábitat.
Vivir en una ciudad, hoy, es vivir con miedo, y de éso habla el documental fotográfico de casillas y vigilantes por Ignacio Coló: de la fragilidad de las condiciones de vida y de trabajo de quienes se supone cuidan a los vecinos de la ominosa inseguridad. ¿Quién los cuida a ellos? La cámara indiscreta penetra en la caseta del vigía y encuentra allí estampitas de santos: protectores mágicos. A los pies de uno de los hombres retratados se alcanzan a ver los rastros de la existencia de un animal: el agua, el alimento. La luz interior artificial de una de las casillas expande el día en lo gris de un atardecer de barrio residencial, como aquella pintura de Magritte donde el día y la noche coexisten. Una vez más, surrealismo.
La posibilidad de habitar un sueño es lo que se puede experimentar, no sólo ver, al interactuar con esta tendencia de todas las maderas a devenir cepillo que es Extensiones. De este experimento surgieron una serie de lámparas peludas increíbles; esas sí, genuinos objetos. El contrapunto entre la instalación y las fotos deja columpiándose esta pregunta: ¿es posible ser felices? La respuesta es, sin palabras.
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