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Lunes, 5 de noviembre de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ESTRENO DE OPERACIóN SKYFALL REMITE A LOS PRIMEROS CAPíTULOS DEL EXITOSO 007.

Medio siglo de ese agente llamado Bond

La serie que hoy nos muestra a Daniel Craig en su tercer misión para la pantalla, se ha ido modelando conforme a determinados estereotipos y funciones. Basta releer aquel trabajo de Eco, "Las estructuras narrativas en Fleming", para recordar una dura crítica.

 Por Emilio A. Bellon

El capítulo veintitrés de la serie 007, Operacióon Skyfall, se ha estrenado esta semana, a cincuenta años y días de aquel lanzamiento que tuvo lugar en Londres un cinco de octubre de l962 en el que se daba a conocer al mundo, Dr. NO de Terence Young, conocido aquí en nuestro país, como El satánico Dr. No; en el que un joven actor, modelo de pintores y fisicoculturista llamado Sean Connery, tras haber interpretado algunos roles de los llamados secundarios, pasaba a componer a quien pasaría a ser el nuevo prototipo de héroe de la década, según la pluma de Ian Fleming. Ya Fleming, auténtico best seller desde el inicio, desde 1953 con su primera novela Casino Royale, creaba la figura de un nuevo agente secreto, según los modelos de la novela dura, el pulp fiction, los comics de entonces y relatos en la pista intriga y espionaje tras los pasos de Graham Greene y Mickey Spillane; modelado, en particular su personaje, 007, en las fraguas de las páginas de aquel Mike Hammer, personaje que respondía a los mandatos del maccarthismo.

Con "licencia para matar", una claúsula que lo habilita al borramiento de todo planteo ético y con su atropello aparentemente risueño hacia toda forma de respeto hacia otras culturas, 007 esconde, por igual, desde su teatral seducción, un particular dominio misógino sobre las mujeres quienes, en su mayoría, terminan rendidas a sus pies; aún las más temibles, las más villanas. Por lo menos así, de esta manera, gran parte de esta ardiente y cínica mitología lo fue demostrando, a lo largo de tantos films y canciones, afiches y fotografías, comics y films paródicos en los que quedaban al descubierto los rasgos y conductas de su tan heroico personaje que se mueve, por lo general, en una escalada de violencia que no reconoce un marco de estado de derecho.

Tras Sean Connery, llegaron los otros. Algunos por un período muy corto: George Lanzeby, más humanizado y más volcado hacia la "comprensión", un paciente Roger Moore. Pero el gran público extrañaba la fuerza y fiereza de Connery, y el guiño se cumplió veinte años después de aquel film en el Honey Ryder, es decir, la sex symbol Ursula Andress, emergía de las aguas oceánicas como hija de Venus. En 1983, luego de que tantos otros adoptaran la máscara de 007 , Sean Connery vivía su propia gran aventura, en una suerte de remake de Operación Trueno, trepidante, con un estallido desde la primera secuencia con armas y otros implementos, en tierra centroamericana, en el film de Irvin Kershner, Nunca Digas, Nunca Jamas, junto a otra blonda actriz, entonces presencia en la pantalla, Kim Basinger, acompañada, crease o no, por Klaus Maria Brandauer, Max Von Sydow y Edward Fox.

Diseño según la tendencia pop de los 60, marca e ícono de toda una serie, con ese ojo que todo lo sabe y lo ve, el arma que nos apunta y esa canción interpretada por la cantante de turno, definen modos de un sistema de títulos que, por lo general, operan tras un prólogo en el que se plantea una amenaza, algo que se anuncia como terrible y desestabilizador, como que puede poner en peligro todo un orden que puede alcanzar la paz mundial. Así, de esta manera, toda la serie que hoy nos muestra a Daniel Craig en su tercer misión para la pantalla, actor que debutó en el cine como el amante ladrón del pintor Francis Bacon en El amor es el diablo de John Maybury ( se anuncia para el jueves 15 en el cine El Cairo, a las 20 hs), se ha ido modelando conforme a determinados estereotipos y funciones, ya desde su misma base narrativa , lo que ha llevado particularmente al más que reconocido teórico en el campo de la Semiótica y de la Estética, como asimismo de la narrativa, Umberto Eco, a indagar en las novelas fuentes, desde una mirada altamente crítica en su analítico ensayo, "Las estructuras narrativas en Fleming", que forma parte de su texto El superhombre de masas, dado a conocer en 1978.

Los juegos de azar y los autos de última generación, con accesorios ultra sofisticados, siempre han estado presentes en su filmografía y gran parte de la filmografía, sea la que haya interpretado Connery, Roger Moore, Pierce Brosnan, Timothy Dalton y el mismo Craig presenta su muestrario de las "Bond Girls", una soñadora Miss MonneyPenny y toda una categoría de figuras del Mal, desde un sistema binario, esquemático, que no admite cuestionamiento alguno. Sus nombres pueden ser, Dr No, M, Spectre, entre otros.

Las proezas y destrezas surcan todos los espacios y atraviesan los cuatros elementos. Heredero de una fuerza y dominio heroico, que le permite sortear todas las pruebas y las situaciones de riesgo, 007 vive todas sus hazañas a lo largo y ancho de esta galaxia y de otras, de las que les diseñan los estudios, y sus rostros, los de toda una serie, alcanzan el dominio de todo un marketing, que va más allá de los ruidosos y repetidos baldes de pop corn.

En el orden paródico, en la misma década, frente a la certeza y el dominio de 007, el triunfo y la reafirmación de un orden conservador, surge en 1963, a un año del estreno, el personaje creado por Blake Edwards y Maurice Richlin del Inspector Clouseau, contrafigura, que se caracteriza por su natural torpeza, por su natural ingenio creativo y por su mirada casi infantil del mundo que lo rodea. Poco tiempo después, la actriz Monica Vitti, en el 66, compone bajo la dirección del eximio realizador de El sirviente y Por la patria, a su personaje de Modesty Blaise, "para terminar de una vez por todas con ese sujeto ultaviolento y depredador llamado 007, golpeador de mujeres", tal como el mismo realizador declara en Cannes cuando se presenta el film ese mismo año. En el mismo cine italiano, Franco Franchi e Ciccio Ingrassia en numerosos films de los 60 interpretaron a agentes secretos y simultáneamente James Coburn pasaba a ser Flint, Peligro supremo, mientras Dean Martin vivía sus amorosas aventuras, junto a Ann Margret, tratando de salvar a la ciudad de Nueva York, frente a una terminal amenaza, como el agente Matt Helm, desde 1966 al 69, en cuatro entregas.

Según El libro guinness del cine, la expresión, la frase, Bond, James Bond, está ubicada en el primer puesto entre las diez más famosas de la historia del cine. Y la misma corresponde al primer film de la serie, tras la presentación de una transposición a la pantalla chica de la primera novela de Ian Fleming, "Casino Royale", que tuvo lugar en un serial televisivo llamado "Climax!". El mismo se emitió entre el 54 y el 58, y el programa relativo al personaje de James Bond, interpretado por Barry Nelson y por Peter Lorre en el rol de Le Chiffre, exhibiendo a la primera Bondgirl, Valerie Mathis, personaje a cargo de Linda Christian, correspondía al tercer episodio de la primera temporada.

En Goldfinger, del 64, bajo la dirección de Guy Hamilton en el que el malvado que da origen al film, interpretado por Gert Froebe, decide hacer estallar la reserva aurífera de FortKnox, Bond le expresa a Jill Masterson -Shirley Eaton, una de las aliadas- malas que se pasará, en nombre de la captura amorosa, al otro bando: "Criatura, hay cosas en la vida que no hay que hacer. Por ejemplo, beber un Dom Perignon del 53 a una temperatura superior a cuatro grados centígrados sería peor que escuchar a Los Beatles sin tapones en las orejas".

A través de tantos parlamentos, la conducta de 007 se va revelando, en cada uno de los films, y más en los de la primera etapa, como el de un arquetipo que responde a fuertes principios conservadores. Y lo hace, en más de una oportunidad, con sorna, descalificando.

007 siempre está al Servicio Secreto de su Majestad. Y por cierto, ha pasado a ser la quintaesencia del que salvaguarda, con brioso ritmo, seducción y empatía, humor, vértigo y escasos síntomas humanos, ese orden que nos protege de los que piensan, como señala Umberto Eco, de manera diferente.

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Craig es la tercera vez que se pone en la piel de 007, para muchos un Bond rendidor.
 
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