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Sábado, 23 de mayo de 2015

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. LOS VáNDALOS PRESENTAN ESTA NOCHE SU NUEVO DISCO, TRABAJO DURO

Otro eslabón de madurez e identidad

A 25 años de su formación, el grupo acaba de publicar una obra en la que sostiene los estandartes musicales que lo convirtieron en un proyecto ineludible de la escena local, y donde mantiene además un saludable nivel de profesionalismo.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Los Vándalos están de regreso. A 25 años de su formación, y luego de cinco sin novedades, la banda rosarina acaba de editar Trabajo duro, disco que esta noche, a las 22, presentarán en el Teatro Vorterix de Salta y Cafferata. Producido por los propios integrantes del grupo, el flamante material se sostiene en esa línea histórica de rock and roll, blues y funk que convirtió a la banda en una de las ineludibles del rock rosarino.

Disco que invita a ser descubierto en múltiples escuchas, Trabajo duro ratifica el proceso de maduración que Los Vándalos comenzaron a transitar hace poco menos de una década. Como si fuera un reflejo de ese crecimiento, donde antes había excesos sin límites ahora aparece la "Bomba de humo", oda a la retirada cuando la noche ofrece demasiadas gotas para rebalsar el vaso. Aun con sus matices amorosos --pero con la suficiente amplitud como para amoldarse a la historia misma de la banda-- "Fuimos cambiando" encuadra en esa línea, sin que por ello queden de lado los placeres de "Rico perfume" o "Humito y mezcalito". El funk tiene fuerte presencia en "Maestro mayor biónico" y "Niño cebolla", y el hard blues marca a "Metamorfosis", mientras que "Fui y volví" se presume con aires de clásico.

Sin mayores pretensiones poéticas, desde sus letras directas el cantante sigue reluciendo como un cronista del entorno social y suburbano, evitando siempre caer en los absurdos y la vacuidad de aquella corriente de rock barrial que fue furor en el gran Buenos Aires desde mediados de los 90. Aquella cultura del reviente que, a bordo de un rocanrrol de dudosa calidad, borró límites y licuó contenidos ideológicos para cederle al público un protagonismo que terminaría en tragedia.

Lejos de ese contexto, y aun cuando su esencia y entorno tienen anclaje en lo barrial, Los Vándalos supieron mantenerse fieles a sí mismos, evitando amoldarse a los códigos de aquel redituable mercado chabón. Por principios o intuición, el grupo rosarino logró esquivar y trascender ese fenómeno hoy en (feliz) decadencia y, a un cuarto de siglo de su creación, se encuentra en un momento de madurez que los aleja de otros tiempos marcados por sus propias turbulencias internas.

Porque si algo se le ha reclamado históricamente a Los Vándalos era que pudieran dar el salto, que supieran traspasar los límites autoimpuestos para que su obra obtuviera el reconocimiento merecido. Algo de éso comenzó a tomar forma en 2004 con la aparición de Con alegría, che!, o cuando en 2006 editaron Vivo entre vándalos, disco en directo que antecedió a la participación de la banda en grandes festivales. En 2009, y bajo la producción de Daniel Pérez, mostraron una cara más sofisticada con No significa nada, placa con la que emprendieron una gira por España y Cuba.

Trabajo duro podría entenderse como la síntesis entre la contundencia del disco en vivo y la búsqueda emprendida por el grupo de la mano de Pérez. La experiencia acumulada, al fin y al cabo, terminó convenciendo a los músicos de que eran ellos mismos quienes debían llevar las riendas de su nueva obra. "El disco lo estamos haciendo desde el 2010. Empezamos a maquetar temas, cuando llegamos más o menos a unos 70 pedazos de temas, yo me los llevaba a mi casa y rescataba algunas cosas. La preproducción la hice un poco yo. Fue como un rompecabezas. Y después una vez que tuvimos las melodías, en mi casa les puse las letras", explica Popono, el carismático frontman del grupo que completan Larva Bruscia y Chino Aguilar (guitarras), Kutu Olivan (bajo), Tano Bassani (batería), Bruno Acánfora Greco (piano y teclados), Matías Moro (saxo) y Pablo Casadei (armónica).

Para Popono, ese trabajo extenso y dedicado dio buenos frutos: "A mí el disco cada vez me gusta más. Voy notando que cada tema es como un cuento, una historia en la que podés imaginarte todo".

El entusiasmo también marca a la mirada de Aguilar, que coincide en resaltar una de las felices cualidades de Trabajo duro: la presencia de arreglos musicales que invitan a ser descubiertos en sucesivas escuchas. "En el estudio grabamos todos los instrumentos por separado. Es la primera vez que lo hacemos y el resultado es fabuloso. Escuchamos los detalles, las cositas. Y se escucha bien todo", apunta el guitarrista.

En una escena nacional donde no abundan las bandas de rock and roll clásico, Los Vándalos reaparecen con un trabajo que debería posicionarlos como punto de referencia. Sin embargo, el grupo no hace concesiones para dar el golpe de efecto, sino que busca mantenerse fiel a sus convicciones: "Nuestro estilo se mantiene en el disco. Incluso por más que hemos intentado hacer más canciones. Pero no son canciones tontas, como hacen muchas bandas para pegarla con una melodía tonta, con lo fácil de la canción", advierte Popono. A su lado, el Chino Aguilar da la estocada final: "Nunca pensamos a nuestras canciones como un producto. Sí que te gusten, que te digan algo. Después cada uno puede hacer lo que quiera. Cada uno sabe cuál es su meta".

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Diego "Popono" Romero, cámara en mano, rodeado por el resto de Los Vándalos.
 
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