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Domingo, 10 de diciembre de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › DOCUMENTAL SOBRE LA VIDA DE LEON TROTSKY EN MEXICO

Ultimos días de la víctima

Trotsky y México. Dos revoluciones del Siglo XX, es el trabajo
que el realizador argentino radicado en México, Adolfo García
Videla presentará este martes en Rosario junto al nieto de líder.

 Por Fernanda González Cortiñas

"Para León Trotsky, el mundo es un planeta sin visa". La frase pertenece a André Breton, artista e intelectual francés que conocería a uno de los principales artífices de la Revolución Rusa durante sus escasos años de exilio en México. Exactamente setenta años después de que Lev Davidovich Bronstein -más conocido como León Trotsky- arribara junto a su mujer, Natalia Sedova, a la ciudad costeña de Tampico, un documental se encarga de rescatar los últimos momentos en la vida del líder y teórico ucraniano, desde su llegada en 1936, hasta su asesinato, cuatro años después.

"El 5 de diciembre de 1936 el petrolero Ruth parte de Noruega hacia México llevando una pesada carga: a León Trotsky". Así comienza Trotsky y México. Dos revoluciones del Siglo XX, del realizador argentino radicado en México, Adolfo García Videla, que con el auspicio de la Embajada Argentina en México se presentará este martes, a las 19.30, en la Facultad de Humanidades y Artes (Entre Ríos 758). A partir de aquí, los paralelos históricos en el desarrollo de los procesos revolucionarios en Rusia y México, se irán dibujando a través de la carismática figura de León Davidovich "Trotsky". Imágenes y palabras, nuevas y viejas -aunque de pasmosa actualidad- contribuirán a trazar el perfil de un personaje de gravitante importancia en la historia del siglo XX.

Después de varios meses a bordo y no pocos pedidos de asilo, el líder revolucionario llegaba finalmente al país en el que apenas cuatro años más tarde moriría asesinado. Desde luego, su sorpresa fue enorme, cuando luego de haber su pedido de asilo político fuera rechazado por más de una decena de naciones, allí era recibido por un delegado oficial del gobierno enviado por el mismísimo presidente Lázaro Cárdenas.

Estructurado en tres capítulos ("El personaje llega a México", "La Revolución Rusa y la Revolución Mexicana" y "Del contraproceso al asesinato") el trabajo de García-Videla no sólo evoca el

pensamiento de uno de los intelectuales revolucionarios más lúcidos de la época -haciendo especial hincapié en su lucha por mantener enhiestos los principios democráticos dentro del socialismo-, sino que se encarga de rescatar la figura de Cárdenas, líder populista que, a diferencia de otros de sus pares latinoamericanos, generó una clara y progresista política de asilo, que además del ingreso de Trotsky y unos 40.000 refugiados de la República Española en la década del 30, cuatro décadas más tarde permitiría que millones de argentinos, uruguayos, chilenos, nicaragüenses y guatemaltecos, entre otros latinoamericanos, lograran escapar de las sangrientas dictaduras que azotaban la región por aquéllos años.

El guión de Trotsky y México se apoya en tres patas fundamentales: un impresionante material de archivo (tanto fotos como documentales de época), la narración en off, que se encarga de poner en contexto, nacional e internacional, la historia, y los testimonios. En este último punto conviven los aportes de prestigiosos historiadores como Pierre Broué, Allan Woods, Guillermo Almeyra, Olivia Gall y Adolfo Gilly, así como periodistas (el caso de Carlos Payán, fundador del diario La Jornada) y militantes políticos, entre ellos el de Arnoldo Martínez Verdugo, ex secretario del Partido Comunista Mexicano.

La última pata del documental la constituye el relato de algunos de los protagonistas directos de la historia. Amalia Solórzano, viuda del ex presidente Cárdenas u Octavio Fernández, responsable, junto con el pintor Diego Rivera, de la gestión ante Cárdenas del asilo de Trotsky en México, le otorgan un plus especialmente conmovedor al trabajo. En un pasaje de la película, por ejemplo, Fernández rememora con voz entrecortada aquéllo que en perspectiva, aparece como una auténtica gesta: "Era una cosa enorme, porque a Stalin le estábamos arrancando a Trotsky de las manos".

Pero quizá uno de los momentos más fuertes del film, junto con el relato de Natalia Sedova sobre la muerte de su marido (ver recuadro), sea el recuerdo vivo de Sieva Volkov, nieto del líder ruso y último sobreviviente de la ensañada persecución estalinista.

Hijo de Zinaida, la mayor de los cuatro hijos de Trotsky, cuando su madre se suicida en Berlín -después de que Stalin la deportara impidiendo que se llevara a su hija Olga-, Sieva es tomado bajo el cuidado de su tío León Sedov. Impulsor de la IV Internacional, León muere en un confuso episodio en un hospital de París, por lo que, muertos también sus otros tíos -Nina y Serguei-, Sieva pasa a estar bajo la tutela de sus abuelos en México, donde aún vive.

Para rememorar parte de esta heroica y trágica saga familiar, Volkov llegará el martes a Rosario para participar de la presentación de la película sobre su abuelo.

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"En 1936 el petrolero Ruth parte de Noruega hacia México llevando una pesada carga: León Trotsky". El trabajo tiene un impresionante material de archivo, tanto fotos como documentales de época.
 
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