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Domingo, 9 de septiembre de 2007

CONTRATAPA

El gran embuste

 Por Luis Novaresio

La disparatada decisión de la Cámara de Senadores de aumentarse el fondo de subsidios que ellos poseen a veinte mil pesos, pone en jaque una norma esencial del periodismo que sostiene que uno debe evitar caer en adjetivaciones y hacer predominar los sustantivos a la hora de la crónica. Probemos. Sustantivemos: Todos los senadores, salvo Marta Nardoni y Patricia Sandoz (ninguna reelecta), levantaron la manita para que puedan otorgar veinte mil pesos de subsidios por mes, por cada uno. ¿Alcanza? Se me hace que es imprescindible el uso de adjetivaciones: Son unos chantas. ¿Era necesario? ¿Decir que actuaron como unos chantas? Sí, ¿era necesario? No los defino como personas. Apenas si califico esta decisión. Actuaron como tales. Y te lo digo en el más estricto sentido admitido por el diccionario del lunfardo que define al chanta como al informal y tramposo. Cito como prueba para la querella, señor juez, la definición del diccionario de elportaldeltango.com, a la que hago expresa referencia.

Los senadores han actuado como unos chantas por informales. Es cierto que el artículo 55 inc. 22 de la Constitución Provincial admite la posibilidad de que la Cámara alta otorgue subsidios. Es cierto también que dicha norma no prevé que un legislador se transforme en un Papá Noel arbitrario que decida dar dinero a unos y a otros no por el mero hecho de su sabia conciencia, porque unos cuantos artículos antes la Carta suprema de Santa Fe defiende la República, la igualdad ante la ley y esos pequeños detalles. ¿Probaron leer, señores senadores, los primeros veintiocho artículos aparte del 55 Inc. 22? ¿Escucharon hablar de la legalidad y la lectura de espíritu de un cuerpo normativo?

Formalmente un subsidio es una ayuda extraordinaria frente a un hecho extraordinario que necesita urgente solución. Nadie podría dudar que frente a la inundación de hace unos años o del granizo de no hace tanto un legislador pueda llegar con dineros para colaborar en tareas inmediatas y urgentes. Pero, también formalmente a la luz de la constitución, para la satisfacción de las necesidades de la población está el Poder Ejecutivo que debe ejercer el gobierno promoviendo por sus ministerios que la salud, la seguridad y la educación estén garantizadas o, por fin, que las secretarías de Promoción social o comunitaria haga llegar la ayuda del caso.

Formalmente el Senado gobierna legislando. Desde Instrucción Cívica en la escuela que se sabe. Salvo que se pretenda disolver las secretarías nombradas y convertir a los diecinueve legisladores en asistentes sociales. Pero para eso, hay también formas que no han sido respetadas. Informales.

Los senadores han tenido una actitud chanta por caer en gestos tramposos que, como también lo dice el diccionario de la Real Academia, señor Juez, son los propensos al embuste, a disfrazar la realidad con una mentira. Al menos uno.

El senador Felipe Michlig aseguró que "no era correcto hacerlo antes de las elecciones, que había que dejar que pasaran, para equiparar los montos con los que teníamos al inicio de nuestra gestión" O sea: cuando empezamos como senadores (¿uno a uno ha de ser?), cobrábamos en valor dólar. Lo que ahora nos concedimos, espero no faltar al espíritu (sic) de sus dichos, es apenas una actualización inflacionaria. Eso es, claramente, una trampa. Un embuste. Como muy bien publicó Rosario/12, en el 2003 los senadores percibían cinco mil pesos. Luego aumentaron a ocho mil, a principios de este año fueron hasta los catorce mil y ahora hasta los veinte mil. Vos podrás decirme que el chiste implica un cuatrocientos por ciento de incremento del bolso para donativos y que ni tu sueldo, ni el mío se movieron a semejante ritmo. Pero esa es otra disquisición. Es importante que se sepa que el embuste del chanta queda demostrado. N se trata de corrección por costo de vida. Se trata de un mero capricho o acto arbitrario.

Cuando se los consulta a los legisladores sobre el destino de los subsidios los senadores se encargan de decir que el dinero es transparente porque se entrega en actos públicos. Otro engaño de pretendida legitimidad. Sus vecinos de la Cámara de diputados, que cobran apenas (sic) cinco mil pesos por legislador destinado a subsidio, otorgan el beneficio mandando una notificación a la Cámara y el agraciado acreedor de los morlacos se dirige directamente al Palacio y recibe el cheque a su nombre. Los senadores, en cambio, llevan en mano los valores otorgados y los entregan en actos públicos en donde maestras con vidrios rotos, médicos sin algodón en sus hospitales, alaban ante la gente la generosidad de los representantes del pueblo que ocupa banca en la Cámara Alta.

Hasta un niño que apenas deletrea se da cuenta que el acto no es un gesto de transparencia sino un clásico acto de autopromoción del que dona dineros públicos, generalmente cercano al momento de las elecciones o de las disputas internas de los políticos. Alguna vez me preguntaste qué era el clientelismo político en la Argentina y éste es un signo, pequeño pero contundente, de conseguir adhesiones a cambio de discrecionales manejos de dinero público.

De no ser así, sería sencillo como apretar la tecla enter y acceder al listado de cada uno de los particulares o entidades que recibieron pesos de los santafesinos gestionados por los generosos senadores con montos y fechas precisa. Probá hacerlo. Date el gusto de entrar a santafe.gov.ar, hacé clic en la Cámara de Senadores y después contame qué viste de la rendición de cuentas de ellos.

Esta informalidad y embuste ayudaría a pensar que, salvo dos, los senadores de la provincia esperaron quedar ocultos en la onda expansiva del resultado de la elección y gestaron un acto chanta de aumentarse sus subsidios para seguir peleando por una cuota mezquina de poder cuando desde Misiones con Monseñor Piña, desde Tierra del Fuego con Fabiana Ríos y aún con Macri en la Capital parecen querer correr aires de cambio de viejas prácticas injustas.

Habrá que preguntarse si la elección de Binner y su consiguiente responsabilidad a estrenar en horas y, sobre todo, la actitud de los santafesinos ante el atropello de los senadores muestran voluntad de cambio o volveremos a la indignación en el café de la esquina, agradable manera burguesa de creer que estamos cambiando algo. Y eso, es otra chantada.

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