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Jueves, 11 de diciembre de 2014

CONTRATAPA

Día del tango... en el siglo XXI

 Por Andrés Alonso

El 11 de diciembre es el día del tango, el mundo entero lo celebra en más de dos mil milongas y academias. Músicos, artistas, tangueros en todo el planeta. El tango en el siglo XXI se encuentra viviendo lo que algunos llaman su segunda época de oro, un resurgimiento indetenible que se expresa en cantidad de jóvenes músicos, cantores, bailarines, poetas, compositores, en nuevas orquestas, públicos, programas y publicaciones, en investigadores, en edición de libros. Esto indica una gran cosa: el tango está vivo y vigente, reafirma su identidad y valores y se proyecta con nuevas propuestas, se renueva. El tango es hoy más que nunca un fenómeno mundial imparable, a tal punto que no se puede seguir pensando en Buenos Aires como único centro productivo del género, en la actualidad cada vez más ciudades desarrollan propuestas propias de tango y en ese contexto Rosario se destaca como un polo de producción de primer orden.

Nuestra ciudad es cabecera y referencia de una amplia "zona", ya no local o provincial, sino regional que abarca provincias y países vecinos del Mercosur. Rosario tiene su manera de ver, de sentir, de expresar el tango, con identidad, con personalidad, con búsquedas, con autonomía respecto de Buenos Aires. Rosario y la región tienen cantidad de artistas, de lugares para estudiar, para aprender a tocar instrumentos, a cantar, a escribir, a bailar tango. En nuestra ciudad tenemos programas, publicaciones, hasta una radio dedicada. Por cierto que el tango vive un momento nuevo y nuestra ciudad dentro de este tiempo ocupa un lugar destacado. Puede que esto no lo vea el gran público, puede que no lo dimensionen las autoridades, la universidad, el periodismo, pero está sucediendo, el tango en Rosario no para de sacar nuevos músicos, bailarines, cantores, compositores, nuevos temas, nuevos grupos y orquestas.

Primero, un poco de historia: el 11 de diciembre se celebra el día del tango en honor a dos grandes referentes del género nacidos ese mismo día, mismo mes, diferente año, Carlos Gardel y Julio De Caro. Si en la música se habla de escuela decareana, en el canto se hace lo mismo con la escuela gardeliana. Dos artistas, dos modelo para la interpretación y para el estudio del tango.

Gardel es el cantor universal del tango, es quien en 1916, año en que llega al gobierno el primer movimiento popular argentino, grabó "mi noche triste", (Samuel Castriota, Pascual Contursi) y al hacerlo inauguró el formato que conocemos como "tango canción", tango que narra una historia a través de la letra. Para decirlo de un modo simple, Mi noche triste consagra la unión entre música y poesía dentro del tango. Este formato llega hasta nuestros días, con él se popularizó (viralizó, si lo pensamos desde el siglo XXI y las redes) el tango en todo el mundo con grandes poetas, cantores, músicos, orquestas. La invención de la radio, del cine sonoro, los medios de comunicación, la industria discográfica ayudaron a este fenómeno. Del mismo modo debemos pensar el impacto de la computadora personal, internet, las nuevas tecnologías, las redes sobre el tango. Incorporar una lectura desde la tecnología nos ayuda a entender el momento actual del tango, sus oportunidades, sus dificultades.

Julio De Caro, por su parte, es quien aporta el formato. Es intencional machacar con esta palabrita, de lo que conocemos como orquesta típica, nada menos. En 1924 el músico forma el célebre sexteto con el que revolucionaría por completo el sonido del tango con el aporte de recursos musicales propios de la llamada música culta sin desvirtuar la esencia arrabalera y criolla del género.

Claro que mucho, muchísimo más puede decirse de Gardel y de De Caro. Pero, como sostiene Horacio Ferrer, más importante que las figuras del tango, más importante que los nombres, es el hecho cultural anónimo y popular producido por millones de personas desde el lejano origen a este siglo XXI.

En el día del tango hay muchas cosas para decir, para debatir. Por ejemplo la idea de que el tango expresa el alma, la esencia de Buenos Aires, el espíritu del porteño, que es la música del río de la Plata. Bien, muy bien, o mejor dicho no tan bien. Desde Rosario decimos no tan de prisa, no tanta explicación abstracta que más dice de Buenos Aires que del tango y que además oculta cosas. Por ejemplo, el elemento negro, libertario, criollo, el del interior, dentro del tango, lo vacía de contenidos. Decir entonces que el tango es cierto que nació en Buenos Aires, pero también en Rosario y Montevideo, allá por la década de 1870. Nació en el triángulo que forman estas ciudades, lo hizo en las orillas, en el barro, en la pobreza y la miseria de quienes llegaban a estas latitudes, desde dentro y fuera del país, empujados, arrastrados por las fuerzas del progreso moderno que en Argentina y Uruguay se manifestó en la formación de los estados nacionales, en la implementación de un proyecto de país por parte de las oligarquías terratenientes asociadas a las potencias capitalistas. El tango justamente nace con el país, con la organización nacional, pero expresa ese momento desde la perspectiva de las clases populares, expresa el sentimiento, los padeceres, los sueños, los sufrimientos, la rebeldía de los sectores que están fuera, que están excluidos de un progreso económico, pero no social. Los sectores populares argentinos y uruguayos demostraron con el tango algo que las élites gobernantes locales que veían a Europa como modelo tanto político como cultural consideraban imposible, demostraron que desde el sur de América se podía crear una expresión cultural original y genuina, esa que la misma Europa terminó reconociendo y aplaudiendo.

Mucho pasó desde entonces, muchas cosas sucedieron en el país, llegada de movimientos populares al poder, democracia, conquista de derechos, de reivindicaciones sociales, pero también golpes de estado, dictaduras, desaparecidos, la historia del país y la historia del tango. El tiempo de las proscripciones y del estado de sitio fue también el de la censura del tango, de la persecución de sus artistas, de la destrucción de las matrices de las grabaciones de los discos por parte de un importante sello discográfico, hecho que se ha calificado como genocidio cultural.

En oposición, el tiempo de los gobiernos populares marca los grandes momentos del tango, Yrigoyen en la presidencia y el tango canción, Perón y la época de oro del género. Y hoy, con años de democracia, el tango vive un tiempo de expansión, de afirmación, de crecimiento y producción.

En este siglo XXI, en este tiempo de computadoras, de internet, de redes sociales, de plataformas de videojuegos, de celulares y pantallas; en este tiempo de altas torres de departamentos, de edificios exclusivos y lujosos, de shoppings, de autos con vidrios polarizados, de congestionamiento de tránsito, de competencia y consumo; en el tiempo de la cultura del entretenimiento, del zapping furioso, del poder del control remoto; hablar de esquina, de amores contrariados, de amistad, de barrio, de sueños, de dolor existencial, lejos de ser un anacronismo, resulta ser una necesidad, algo que vuelve de la mano del tango para emocionarnos porque eso es el tango.

Sucede que este tiempo que nos toca vivir, más allá de las promesas de una vida colmada por los avances tecnológicos, está marcado por las soledades, por la imposibilidad del encuentro, por la pérdida del amor, el vacío. Desrealización de lo real, encierro en casas/refugios, un tiempo marcado por la criminalización de la sociedad, el miedo al otro, el aislamientos, por la pérdida de sentido, por los discursos agresivos de los medios de comunicación, por las calles puntos de fuga, de tránsito veloz, de ansiedad y temores, de peligros. Mundo de cambios acelerados, repentinos, inesperados en el que nos vemos y sentimos frágiles, desorientados, y allí en este nuevo barro del siglo XXI, inesperadamente los temas del tango vuelven a interpelarnos, vuelven del pasado, van con potencia hacia el futuro, hacia nuevas fusiones, nos muestran las cosas que perdimos detrás de ideas de comodidad, de confort y de realización individual. Nos muestran también otro mundo, el de nuestra propia cultura, el mismo que allá por 1880 se atrevieron a soñar y a hacer quienes no tenían nada, ni yerba de ayer. Mundo que vuelve inesperado a nosotros que tenemos de todo y sentimos que no tenemos nada, que estamos llenos de cosas y a la vez vacíos.

Paradojas de la vida en el siglo XXI, milagro de los olvidados, de los perdidos, del tango que regresa cuando se decía estaba muerto, potencia de Rosario que no se vende al "tango forexport" (Leonel Capitano), que reverbera "en los pasillos de la Tablada" (Juan Iriarte) que retumba en los tambores de Pasaje Noruega, que es Orquesta Utópica y militancia, que es debate y fundamento en Lautaro Kaller, pero sobre todo es la gente común de una ciudad que, como dice Fabio Rodríguez, tal vez esté en camino a convertirse en la capital cultural del tango en el siglo XXI.

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