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Jueves, 21 de mayo de 2015

CONTRATAPA

El Astrólogo entre nosotros

 Por Hernando Quagliardi

A propósito de la serie "Los siete Locos Los Lanzallamas" que pone en el aire la TV Pública de martes a viernes a las 22.30 con una avanzada propuesta escénica, guión adaptado por Ricardo Piglia y muy buenas actuaciones, hay un personaje encarnado por el actor Carlos Belloso que ha sido objeto de diversos estudios literarios. Se trata de "El Astrólogo", jefe y organizador de una Sociedad Secreta que se propone juntar a los desquiciados, a los tristes, a los empleados que aspiran a ser millonarios, a los que tienen un plan para reformar el universo, a los cesantes de cualquier cosa, a los proscriptos, a los que acaban de sufrir un proceso y quedan en la miseria y en la calle sin saber para qué lado mirar.

Este sujeto conocido como Alberto Lezin o Leandro Lezin ha condensado un discurso anticipatorio. Dice en 1929: "No sé si nuestra Sociedad será bolchevique o fascista. A veces me inclino a creer que lo mejor que se puede hacer es preparar una ensalada rusa que ni Dios entienda". Cualquier comparación con un movimiento político argentino que vino después será una mera coincidencia y correrá por cuenta de los comentadores. No sólo éste es un logro de Artl, hombre muy lector de traducciones de novelas rusas que le empañaban el estilo pero no su genialidad. En las noches de los cafés, en redacciones perdidas o en paseos por el barrio de Flores, anticipó también el concepto de la angustia de la escuela existencialista francesa. Aún recuerdo a una amiga traductora que vivía en París tratando de releer la fecha de la primera edición del libro que le había prestado y meneando la cabeza desilusionada con el calendario, la polera y los anteojos de Sartre en su conferencia de 1945 en la Salle del Centraux de París. Concedámosle a Sartre alguna afinidad en la rutina del Café "Flore" donde alguna vez dicen un mozo lo sacó de un apuro en la trabazón de una línea que redactaba para "El Ser y la Nada".

Pero volvamos al Astrólogo. Piglia en un cuento inédito hasta el año pasado en que lo publicó el diario La Nación traza un derrotero del tal Lezin que es interminable. Parece que nunca está quieto ni fijo en un solo lugar, su arte es el de pasar desapercibido. Luego de la fallida conspiración tramada en la quinta de Temperley, se fuga al Paraguay. El año 1951 lo encuentra en Misiones Territorio Nacional por entonces como líder político. Más tarde recorre incesantes parajes sureños de la provincia de Buenos Aires y por fin se afinca cerca del puerto de Quequén donde vuelve a fundar una logia, tras la caída de Perón.

En el marco de aquella primera conspiración que da cuenta la novela Los Siete Locos, Lezin/El Astrólogo planea el secuestro de Gregorio Barsut, a quien extorsiona para obtener la suma de 20 mil pesos de la época destinada a financiar la empresa revolucionaria. Sacar de la pensión en la que vivía de forma bastante miserable el rico heredero Barsut sin levantar sospechas, requería de alguna astucia. Lezin redacta un telegrama dirigido a la dueña avisándole que un primo ocupará la habitación en su ausencia puesto que ha encontrado un trabajo muy productivo en Rosario.

A juzgar por la cronología interna de la novela Lezin llega a Rosario entre el 15 y el 16 de agosto de 1929. Viene a imponer el telegrama a nombre de Gregorio Barsut para perfeccionar la farsa.

Hay una magia en la literatura que consiste en pensar a los personajes como seres reales más allá de los textos, en los que el escritor trabaja con la pobreza de un conjunto de atributos predicados de un sujeto. Creemos en él mientras leemos, ¿pero qué pasa cuando cerramos el libro? ¿Por qué los recordamos de tanto en tanto? Quizá porque toda novela se teje entre la lectura de la realidad y de los sueños.

Hace algunos años que la Editorial Municipal de Rosario ofrece en su catálogo el libro Rosario Ilustrada Guía literaria de la ciudad. El primer texto de esa antología, llamado "Puerto", fue escrito por Roberto Arlt. Allí se narran detalles de un paseo por las calles de Rosario. Una nota al margen asegura que la crónica es producto de un viaje en barco entre Buenos Aires y Corrientes que el autor habría hecho en 1933 y que fue a engrosar sus "Aguafuertes Fluviales" aparecidas en el diario El Mundo y nunca vueltas a editar.

Descreo de esa cita. Para mí Artl no estuvo nunca en Rosario. Por pereza, cariño o por alguna otra razón, se limitó a publicar las impresiones que, tiempo antes, le comunicara el Astrólogo.

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