rosario

Sábado, 27 de junio de 2015

CONTRATAPA

Yo

 Por Miriam Cairo

Uno

Cástate yo. Nada de obscenidades.

El mundo necesita paz y amor.

Amor como en las estampitas.

Paz como en Medio Oriente.

Paz.

No pez.

No esa guerra de fluidos corporales.

Sólo por hoy, cástate yo.

Afiná el pulso.

No mezcles yo con mundo porque te sale un pastiche siniestro.

Dos

Inmacúlate yo.

Tras agotar las lámparas has leído:

"mostrar el vello púbico no es ilegal en Japón".

¿Será posible?

¿Qué clase de lecturas optimizas?

Sólo por hoy encerrá tus metáforas

en el estuche de los prohibidos.

No rutiles.

No humedezcas.

No abismes.

Borrá de tu mente la leyenda del jabón.

Tres

No sé, no sé,

las noticias del mundo te pegan de muy malas maneras.

Púlcrate yo

para que los obispos y las obispas no te frunzan el ceño.

Frúncete el tuétano, yo.

Frúncete el arte, yo.

Tan inútil el arte.

Tan inútil yo.

Cuatro

No atraigas al pez hombre,

no te arrojes demencialmente al anzuelo de su olor.

Que una orla multicolor no penda de tu gargantilla,

sólo por hoy.

No mixtures.

No titiles.

No.

Cinco

Agráciate yo.

No te salgas de la botella caza moscas, sólo por hoy.

No muerdas con tu risa, sólo por hoy.

Saltadas las tapitas y brilladas las luces,

no te quites el vestido de pantera acuática.

No te pongas la palabra desnuda.

No.

Que la plena tersura del colgar no te vuele.

No sigas el rastro de la hormiga en la luna, sólo por hoy.

Seis

No frotes la botella caza moscas.

No te frotes yo, sólo por hoy.

Sé el yo más bueno y más casto del mundo.

Tratá de estar dentro de la jaula, yo.

No inquietes,

no consteles,

no liberes el albedrío.

Mascúllate yo.

Trátate de tú, no te vosees.

Siete

Unete.

Unete al conjunto aunque estés destinado al fracaso.

Aunque el conjunto te esquive

y te empuje

y te diga "esto no es poesía, no".

Ocho

Mostrar los genitales de las palabras

es completamente obsceno en Argentina y en Japón.

Los buenos se muestran en escena.

Fuera de escena estás vos, yo,

con la sensualera pizpireta.

Fuera de la escena de los libros

nadie te ve

todos te imaginan,

yo.

Nueve

Y sobre todo,

no te mojes el lóbulo de la oreja con ron

porque los indicios acumulan, en la pira, el despiole.

Habrá censura, yo,

habrá revuelo,

habrá culpables

porque los zumbidos acarician.

Que no acaricien los zumbidos

dentro de la botella caza moscas, sólo por hoy.

Diez

El arte.

El yo.

El arte es tan solitario.

El yo tan solitario.

Tan inútil el arte.

Tan inútil el yo.

El yo convaleciente necesita un arte.

El arte convaleciente necesita un yo.

Comprendo. De nada sirve comprender.

Recobro. De nada sirve recobrar.

El sonido de mi voz. A dónde llega el sonido de mi voz.

La luna. De nada sirve la luna.

Los labios cerrados fuertemente.

De nada sirven los labios cerrados fuertemente.

A veces levanto la mirada. De nada sirve a veces.

Escribo. De nada sirve escribir.

Es preciso desconfiar continuamente.

De nada sirve desconfiar continuamente.

Viajo alrededor del mundo.

De nada sirve viajar alrededor del mundo.

Prefiero salir a la lluvia.

He caminado debajo de mil lluvias.

Lo que ha cambiado no es la lluvia

sino mi modo de caminar bajo su toga.

El telón se baja y se vuelve a levantar como una pollera.

Luego saludan los personajes protagónicos.

De nada sirven los personajes protagónicos.

Busco detrás del decorado,

debajo de la pollera que cae como un telón de sombras.

Los de atrás son más interesantes que los de adelante.

Un gesto tenue no tiene perspectiva.

Un recurso amnésico.

Tal vez no viniese mal un recurso amnésico,

un trago de anís,

un resplandor que se vuelva sombrío.

Olvido todos los olvidos que deben ser olvidados.

Caigo con golpes de tempestad.

De nada sirve caer con golpes de tempestad.

La ternura es un juego más profundo. Como un deshielo.

Empalidecen lo pétalos de la palabra brisa.

De nada sirven los pétalos.

De nada sirve ignorar la palabra brisa.

Es preciso arremangarse para quebrar la palabra brisa.

A veces, en medio de una avenida

escucho palabras que se dirán más adelante en algún amanecer. Palabras que caben en la palma de la mano.

Las palabras existen, y a veces considerablemente.

Landas tersas.

Enhiestas embestidas.

Suaves zumos.

Crepusculares lenguas.

Pliegues de fruto abrillantado.

Titilaciones de pelambre cósmica.

Ceno.

De nada sirve cenar.

Sobre el borde del plato una sonámbula pequeñísima

está a punto de caer.

En la copa con agua, una suicida pequeñísima se ahoga.

Por debajo del tenedor pasa corriendo una fugitiva pequeñísima.

En el filo del cuchillo

una pequeñísima desembarcada de un naufragio se hiere sin querer.

Es increíble. De nada sirve que sea increíble.

Leo al poeta portugués.

Por la noche,

a las tres y media de la mañana insisto en ciertas cuestiones:

1) Las sonámbulas pequeñísimas no existen.

2) Las suicidas pequeñísimas crean

alrededor de la copa

una segunda noche más densa que la lluvia.

3) La segunda noche da lugar a una tercera noche

que oscila entre la primera y la segunda noche.

4) La pequeñísima desembarcada llora siempre.

5) Todas las gamas de la noche caen

por el embudo de las reminiscencias.

6) La pequeña fugitiva corre en busca del equilibrio cósmico.

7) Un resto de la primera sonámbula,

que ha venido de un sueño

o de un libro leído en otras noches,

se da de comer en un ritual entre caníbal y tierno.

8) A fuerza de no existir

las sonámbulas pequeñísimas

acaban por enredarse en mudos acoplamientos

de tinta espesa

sobre el libro del poeta portugués.

9) Me quedo allí,

donde está ella,

la pequeña sonámbula fugitiva

que se quita la palabra zapatos.

10) Antes del amanecer,

se deshilan las pequeñas sonámbulas

con sus claves de peces en pareja

dirigiéndose al mar.

Es un peligro.

Escribir con el talismán del abismo es un peligro.

Beber sorbos de pequeñas sonámbulas,

alojar dragones en la palabra altillo es un peligro.

Alterar el rumbo de las nubes, es un peligro.

Esconder un mensaje en la boca de las nubes es un peligro.

Los cielos se podrían desmoronar.

Los dragones podrían domesticarse.

Las pequeñas sonámbulas podrían despertar.

Los árboles podrían segregar su voz de sombras.

El mensaje podría salvar al mundo.

Es preciso entrar en el corazón de las pequeñas sonámbulas.

De nada sirve entrar en el corazón de las pequeñas sonámbulas.

Esos mínimos continentes inexplorados,

donde la luz no ha penetrado hasta ahora,

son un peligro.

La noche trata de ser algo diferente de sí misma.

De nada sirve a la noche ser igual a sí misma.

Respiro con el verbo respirar.

Pienso en la posibilidad de ser yo el aire.

El aire que se respira muy temprano

y se sigue respirando hasta muy tarde.

Algo tan modesto como el aire,

pero con un mínimo color de azucenas,

con un imperceptible aroma azulado

que suba hasta la memoria con el suave peso de la luna.

Una ráfaga no.

De nada sirve ser una ráfaga.

Un aire que llega por oleadas,

que acompaña a veces como un rumor.

Alcanzo a ver con la luz de la noche

y todo lo que está lejos se acerca.

El mensaje que llevan las nubes es cierto

aunque viaje por un nivel más hondo que el sueño.

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