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Lunes, 29 de junio de 2009

CORREO

Protestas

El fiscal y profesor de Sociología e Introducción al Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Esteban Franicevich se ha convertido en un verdadero símbolo de los tiempos que corren: discriminación y mano dura para los que reclaman, siempre que no se trate del piquete paquete.

Con métodos propios de la pasada dictadura genocida se atreve a revictimizar a las víctimas de este sistema capitalista y sus crisis, ya que ha ordenado fotografiar y filmar a manifestantes.

Y nadie nos convencerá de que es para nuestro "propio bien" como siempre nos dicen. En la gobernación de Santa Fe hay una habitación entera con documentación de un largo período de nuestra historia reciente que incluye el más terrible de la dictadura genocida. Hay miles de seguimientos a militantes políticos, sociales y gremiales y sospechosos en general. Muchos de ellos engrosan las listas de los 30.000 desaparecidos. Eso sólo debería ser suficiente para que ningún Juez, Fiscal o Funcionario de la actual democracia se atreviera a refrescar dichos métodos.

Habiendo tantos genocidas, asesinos, tratantes de personas, narcos, lavadores de dinero, empresarios evasores y contrabandistas sólo conocemos, vía medios de comunicación masiva, que el fiscal apela a lo que tiene a mano para demostrar su forma de cumplir con el deber: Un trabajador delegado gremial despedido y dos familias que creyeron que sus hijas habían sido secuestradas. Franicevich ordenó actuar a la policía, hizo sacar fotos a los manifestantes, filmar conversaciones que tengan con ellos comunicándoles la orden judicial, y requirió las identidades a fin de citarlos a prestar declaración indagatoria.

En días subsiguientes, el fiscal profundizó sus embates y propuso que se destine un lugar para protestas, un "Protestódromo". El artículo 14 de la Constitución Nacional reconoce el derecho de los ciudadanos a peticionar.

En consecuencia, los trabajadores, los desempleados, los sin vivienda deben recurrir a la única herramienta que tienen cuando todas las puertas se cierran: la protesta pública realizada de la forma que les asegure ser oídos.

La propuesta del Fiscal Franicevich es rayana con el absurdo: es ridiculización de la protesta. Nos imaginamos que habrá que llenar una solicitud y pedir turno para realizarla.

¡Gracias fiscal Franicevich! No necesitamos protestódromo. Gracias fiscal, no necesitamos tampoco que nos fotografíen o nos filmen. Y le decimos: tendrán que ir contra todos los que luchamos por justicia y dignidad, pues las protestas continuarán haciéndose en las calles.

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario

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