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Viernes, 14 de mayo de 2010

CORREO

Tarjetas

En Rosario todo puede ser, sí todo, menos lo que corresponde al orden y a una conducta cívica que beneficie al común de la gente. Hace más de cinco años, en la estafeta donde se venden tarjetas magnéticas en San Martín y San Luis, contrario a lo estipulado en el reglamento interno de estas estafetas, se encuentra un hombre en el interior del lugar, ajeno al Banco Municipal. Es un señor muy agresivo de evidente desorden de conducta, que tuvo altercados con muchas personas, inclusive con la que suscribe.

Muy a pesar de los continuos intentos de erradicarlo del lugar, se ha afincado y tiene dominio absoluto de la estafeta, o sea, tiene las llaves, barre, cobra, cuenta el dinero y hace y deshace a su gusto y piacere.

Yo hablé personalmente con la encargada del área en el Banco Municipal, la señora Sidd, quien luego de una reunión con la supervisora de las estafetas, me aseguró que este hombre no estaría más, lo cual, por supuesto, no ocurrió.

Se habla de una convivencia, no se sabe si es monetaria o de amistad, entre el señor esposo de la empleada que vende las tarjetas y esta señora supervisora, algún tipo de vínculo que asegura la total impunidad de este señor prepotente y desequilibrado.

Es inaudito pensar que el Banco Municipal no puede siquiera hacer cumplir sus propios reglamentos y que este "buen" señor esté por sobre las autoridades del banco. ¿Quién puede confiar en dicha entidad, después de tanto mal manejo?.

¿Alguien tiene la autoridad como para hacer que este señor que no debe estar en esa boca de expendio, se retire de una vez por todas, o en su defecto, poner otra empleada dispuesta a acatar lo estipulado por el banco? Sino, que se le permita a todos los otros empleados que venden tarjetas traer sus parientes y amigos, así todos estamos felices.

Mirta Coldore

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