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Sábado, 5 de noviembre de 2011

CORREO

Correo

Rejas detrás de las rejas

El día 2 de noviembre recibí un insólito llamado telefónico. Una joven empleada de un banco con sede central en la ciudad de Buenos Aires y sucursales en Rosario, con un discurso robótico pretendía convencerme de la conveniencia de "asegurarme" contra ¡la delincuencia! Ofrecía un seguro por el "posible asalto" que pudiera ocurrirme a cien metros a la redonda de la sucursal bancaria en la que poseo mi cuenta personal. Le pregunté si el banco había llegado a la conclusión que los robos no eran una "sensación", a lo que me respondió (sonriente, ¡qué extraño!) que eran una triste realidad de la cual yo debía protegerme. No satisfecha con ello ofreció otro seguro por los accidentes en la vía pública que pudieran terminar con mi vida. Concluí la conversación con el triste convencimiento de que los asaltos, robos, accidentes, son una desgracia para los ciudadanos, y además sirven para dejar pingües ganancias no sólo a los herreros, sino también a las compañías aseguradoras.

Edith Michelotti

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La visión de Néstor

Si Néstor Kirchner en 2007 hubiera decidido ser reelecto en vez de apuntalar a su esposa Cristina Fernández, y si el candidato a vicepresidente hubiera sido el mismo, el país hoy estaría gobernado por Julio Cleto Cobos. El hombre que después de traicionar al gobierno del cual formaba y todavía forma parte, con la famosa 125, y que de ser el muchachito de la película pasó a ser el villano. Néstor no dudó, dejó la presidencia en manos de su mujer. Si hubiera estado obsesionado con el poder o si hubiera sido machista, luego de su deceso en octubre de 2010, Cobos sería el presidente. Ningún periodista renombrado observó este detalle. La grandeza y la humildad de Néstor tuvo su premio. Cobos está inmerso en el ostracismo y todavía debe estar arrepentido de haber ayudado a los del campo que en todo el país, excepto en la provincia "del" Alberto, votaron e hicieron que Cristina arrasara en las últimas elecciones. Don Cleto se jugó por lo que le dictaba su conciencia y el argentino medio, qué duda cabe, siempre votó y votará por lo que le dicte el bolsillo.

Daniel Ciúffoli

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