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Martes, 22 de septiembre de 2015

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La Ceferino

Este año es especial, porque es el aniversario número cincuenta, de " la 299" como le dicen algunos, o "la Ceferino" como le dicen otros. Seguramente cuando uno piensa en dibujar una escuela, nos imaginamos un estilo, y nosotros seríamos parte de ese dibujo.

Seríamos parte de esa idea que tenemos de escuela, pero no sería la 299, por eso voy a intentar dellinear con palabras quiénes somos.

Reconstruyendo la memoria junto a otros, puedo decirles que nacimos del otro lado del arroyo, por decisión de las familias que vivían de ese lado, muchas de estas familias venidas del Chaco, que fundándose en un nuevo barrio, ponían su esperanza en la escuela, símbolo de educación y patria. Agunos salones fueron tranvías, luego apenas dos habitaciones, un par de árboles, un gran descampado, y un camino de tierra que cada vez que llovía había que salir a mejorar. Hoy el edificio ha cambiado, está de este otro lado del Ludueña, pero lo que no ha cambiado es el deseo, que sostiene y recrea el ideario que cimienta nuestra escuela.

Trabajando junto a las familias, maestras, maestros, vecinos, porteras, personal del comedor, construyendo un camino de amplia solidaridad, sumando esfuerzos, mostrando amor por la tarea, hoy como ayer, fundando la identidad de "la Ceferino"

Quiero relatarles algo que sucedió hace unos días, cuando por motivo de nuestro aniversario, se acercó a nuestra escuelita un periodista. Cuando le preguntó a los niños y niñas porque venían a la escuela, todos, todas, respondían: "Porque las seños nos quieren".

Luego entrevistaron a una mamá, que contó por qué era importante para ella la escuela en el barrio y dijo: "Yo estoy muy agradecida a las maestras porque tengo un hijo rebelde y ellas lo siguen aceptando".

Y un papá, ex alumno, dijo: que su fe en Dios y un maestro de esta escuela lo habían sacado del mal camino, y que él estaba orgulloso de que hoy viniera su hija.

La escuela está viva, le dije al periodista, y hay momentos buenos, tristes, alegres, únicos. Hay entre quienes compartimos la vida de la escuela, acuerdos, desencuentros, enojos, risas, lágrimas, gritos, silencios, murmullos, chismes, intrigas, abrazos, amistad, todo lo que seres humanos imperfectos producimos.

Pero me quiero detener en mis compañeras y compañeros, marineras, marineros de esta barca, la 299, que durante estos 50 años, han sido un poco piratas rebelándose ante una realidad difícil y un poco de poetas para soñar con los/as alumnos/as, el poder transformarla.

Teresa Fornes

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