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Miércoles, 30 de marzo de 2016

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Correo

A 40 años

Cuarenta años ya pasaron de la toma del poder del estado por las fuerzas militares junto a la cobarde complicidad de una buena parte de los "hombres de negocios" de la sociedad civil. Y como cada 24 de marzo nos volvemos a encontrar para no olvidar. Porque gracias a la insistencia de verdad y justicia de los organismos de derechos humanos cada año que pasa se refuerza la memoria colectiva con renovados vientos de memoria. El golpe fue la herramienta de época, posible y necesaria, de los grupos económicos dominantes para instalar un modelo que permitió aumentar sus ganancias a costa de los trabajadores. Se cimentó el capitalismo que mostró sus peores fachadas al pueblo trabajador y se decretó el fin de la historia. Después de los 80 continuamos con muestras de sus versiones democrática, liberal y serio, pero seguimos viendo cómo las tapas de los diarios vuelven a repetirse. Nos cuentan de la inevitable necesidad de "honrar" una deuda y sin investigar su legitimidad, a pesar del fallo judicial que así lo determina, para ser vistos como buenos pagadores listos para volver a tomar otro endeudamiento. Así "nacemos debiendo y morimos pagando" como dijo el ejemplar Adolfo Pérez Esquivel.

Este golpe económico le rompió la cabeza a mucha gente y donde antes se perseguía un ideal ahora se corre por un billete. La represión no es tan explícita, no está tan bien vista, pero sigue enquistada en muchos despachos y en buena parte de la sociedad civil como, tomando palabras de Alfredo Grande, una "cultura represora". Los exponentes de esta cultura desconocen la independencia de los poderes del estado y actúan burlando sus leyes y funcionamiento, amparados en el poder que creen poseer. Debemos estar atentos y responder con resistencia organizada a estas expresiones.

Creemos que el golpe no fue idea de tres milicos borrachos en la madrugada del 23 de marzo ni la recuperación de la democracia nació por un sueño de Alfonsin. Los nietos recuperados, los 33 años seguidos de democracia, los juicios a los represores, estos 19 años de actos, la ampliación de algunos derechos y libertades recuperadas siguen pariendo esperanza. Y son muestra clara de la necesidad de comprometernos, de defender esta democracia día a día y no solo con un voto cada cuatro años. De reconocerla imperfecta, inacabada y sabernos capaces de mejorarla, de superarla. De ser conscientes de la importancia de la unidad, no a cualquier costo, sí contemplando las diferencias y promoviendo los consensos.

Hernán Abrate, Hernán Sarmiento, Adriana Diez, Rubén Moreno

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