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Lunes, 25 de mayo de 2009

OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD

El ataque boomerang contra Rossi

Todo el arco político nacional reaccionó al ataque con huevos y bosta de vaca que perpetraron chacareros autoconvocados contra el diputado Rossi. La intemperancia sectorial que aún subsiste en el marco de un conflicto que ha perdido intensidad política porque la pelea por la renta extraordinaria ha dejado lugar al peligro que corren miles y miles de asalariados.

 Por Leo Ricciardino

El tercer ataque contra el diputado Agustín Rossi de parte de productores agropecuarios, que sucedió el viernes en Reconquista, tuvo una repercusión que ni el mismo legislador ni los perpetradores del ataque esperaban cuando arrojaron huevos y bosta contra el auto del jefe de la bancada oficialista en Diputados. La acción se transformó en símbolo de la intemperancia, el egoismo y la cerrazón sectorial; pero además ocurrió a destiempo, cuando la pelea con el campo ha ingresado definitivamente en un cono de sombras que hasta se pierde entre los ejes de la campaña en Santa Fe.

De hecho, en esta provincia los candidatos rurales se "cayeron" de las principales listas porque los referentes o bien decidieron ser ellos los que encabezaran las reivindicaciones productivas pero desde la política, como el caso de Reutemann, o directamente veían cómo la crisis que afecta a los sectores asalariados puso en segundo plano la discusión por la renta extraordinaria entre el gobierno y los beneficiarios de esos excedentes.

Federación Agraria Argentina es un caso paradigmático en la provincia. Desde el Movimiento Campesino para la Liberación hasta la CTA ya han rechazado la adhesión y solidaridad que ha expresado la conducción de la FAA al paro y movilización del día 27 de mayo. Los dirigentes federados se enojan mucho cuando se les recuerdan los costos políticos de haber caminado tanto tiempo al lado de una entidad como Sociedad Rural, que no resiste un solo archivo de la historia institucional de este país. Sin embargo, saben que no será gratis el haber enfrentado a un gobierno popular por más diferencias que se tenga con la manera de gestionar. Sobre todo, el haberlo hecho desde una institución nacida en las luchas populares allá en el Grito de Alcorta. Los dirigentes creen que estas son chicanas, pero no advierten el grado de realidad que hay detrás de ellas.

El ataque contra Rossi fue repudiado por todo el espectro político. Desde Macri y De Narváez a Gil Lavedra y Fellner; pasando por el partido socialista. Una de las pocas excepciones fue Reutemann que se siente también "víctima" de algunos otros ataques sólo que encabezados por víctimas de la inundación y el diciembre trágico. Ninguna violencia está justificada, pero una cosa es la protesta por un impuesto alto que hay que pagar y otra muy distinta es manifestar por la pérdida de un ser querido a manos de la responsabilidad estatal.

Pero estas reacciones sectoriales no sólo representan el enojo con lo que consideran una injusticia, prácticamente un arrebato de sus ganancias a través de las retenciones. Reflejan además una distancia cada vez más profunda y peligrosa con los sectores populares, una falta de compresión hacia la pobreza y el rol del Estado en el marco de una sociedad más equilibrada. Por eso se habla, incluso desde la prensa, con tanto desprecio del "asistencialismo" o se llama "clientelismo" a la distribución de planes sociales. Algo que sin duda ocurre y es condenable, pero no se juega allí la riqueza de la Nación, lo que se juega es la estrategia de la pobreza que, al igual que la riqueza, tiene sus métodos y hasta sus vilezas para poder ganar aunque sea de vez en cuando.

La distancia que hay hoy entre los sectores medios y bajos es cada vez mayor. Y eso, obviamente torna cada vez más dificultoso el camino hacia una sociedad inclusiva. El gobierno nacional parece expresar uno de los sentidos históricos del peronismo: la incomprensión de los sectores medios o las dificultades del movimiento para contenerlos. Unos y otros, entonces, se refugian en sus trincheras para tratar de asimilar los golpes y en todo caso pensar en cómo devolverlos.

Estas elecciones no son precisamente un ejemplo de calidad política, pero es que la sociedad argentina tampoco proyecta ningún ejemplo de solidaridad, decencia y compresión por el otro y sus necesidades. Ni siquiera algún atisbo de sueño colectivo emerge en el presente. Así será muy difícil esperar que algo más que números y porcentajes surjan como resultado de los comicios.

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