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Lunes, 30 de junio de 2014

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

Santos y pecadores de la política.

Tras la muestra de buena sintonía política de la Nación con la provincia y el municipio en el acto del 20 de Junio; aparecieron los que quieren dinamitar la relación en beneficio político propio. La vara con que se mide y un paro con más ruido político que gremial.

Es difícil establecer quién tiene razón, pero las dos teorías conspirativas están a la orden del día. Una dice que el kirchnerismo en Santa Fe entregó gobernabilidad al socialismo en virtud de un supuesto pacto que le da supervivencia a ese sector del peronismo y beneficios al partido del gobierno provincial. La otra versión, absolutamente contrapuesta, es que el socialismo es una especie de dama incauta sorprendida en su buena fe por un gobierno nacional avasallante e inescrupuloso que somete a los dirigentes provinciales frentistas a una suerte de bacanal política insostenible como la que se vivió el 20 de junio al pie del Monumento a la Bandera.

En realidad, kichnerismo y socialismo son siempre la misma cosa, nadie es ingenuo y nadie -a esta altura- puede sorprender a nadie. Sucede que hay dentro de cada sector "puristas" que siembran odios y tempestades aquí y allá con distintos fines e intereses políticos. Así como fue una chicana inútil y desmesurada la de llamar narcosocialismo al partido de Hermes Binner de parte de La Cámpora, también parece sobreactuada la intolerancia a los problemas judiciales del vicepresidente Amado Boudou cuando sigue preso por narcotráfico el ex jefe de policía de la provincia encumbrado por el PS. Ni tan calvo ni con dos pelucas, como dice siempre un experimentado dirigente político de Santa Fe.

Lo que sí es concreto es ese doble juego que establecieron para que Binner pegue a diario a la presidenta y su entorno, mientras Antonio Bonfatti y Mónica Fein entran y salen de los despachos en Buenos Aires con buenas noticias y proyectos para oxigenar a más no poder a ambas gestiones. ¿Alguien, en serio, puede creer que desde el gobierno nacional no se toma nota de esta situación? A Binner nadie sale a responderle jamás. Y no es precisamente por respeto o temor, sino más bien por la gravitación política real del líder socialista a nivel nacional. Su rango de elector privilegiado se diluye apenas pisa fuera de las fronteras santafesinas lo cual era lógico al principio, pero no mucho a esta altura de los acontecimientos y después de una candidatura presidencial ya jugada en los comicios de 2011.

En esta coyuntura Binner a veces representa un verdadero problema más para su propio partido que hacia el kirchnerismo a nivel nacional. Como sucedió con el 20 de junio, cuando muchos en el entorno de Binner señalaron a Bonfatti y Fein como dos tristes convidados de piedra a un acto "político" hegemonizado por el gobierno nacional. Cuando en realidad fueron dos autoridades locales que tuvieron su lugar en un acto que reflejó la buena sintonía política que hoy hay con la Nación. ¿O qué representa la presencia de Gendarmeria en el territorio? Sucede que para muchos ese no es el negocio político. No es redituable que la presidenta, el gobernador y la intendenta se la pasen haciendo grandes anuncios de obras y proyectos y admitan una ayuda extraordinaria en materia de seguridad. Para muchos era mejor que nunca hubiese desembarcado Gendarmería, porque eso les hubiera permitido seguir descargando críticas sobre el gobierno nacional. Claro, ese escenario sólo puede ser beneficioso para quien no está en funciones de gobierno. Por eso Bonfatti y Fein se muestran lógicamente agradecidos con los entendimientos con la Nación.

Los actos institucionales mezclados con la política suceden desde siempre y seguirán sucediendo. Quién puede lanzar la primera piedra cuando hace poco se lo acusó al senador Miguel Lifschitz de abrir y cerrar un acto del plan "Mi tierra, mi casa" en Rafaela. "Lifschitz es senador por el departamento Rosario, ¿me pueden explicar qué hace en un acto del gobierno provincial en el departamento Castellanos?", se quejó el diputado peronista Roberto Mirabella que, lógicamente, sabe muy bien qué hace el ex intendente de Rosario en un acto como ese.

A la izquierda la pared

¿Y si fuera cierto que Amsafé Rosario lanzó el paro del jueves para mostrarle a Jorge Altamira (que ni siquiera se llama así realmente) la capacidad de movilización y lucha del Partido Obrero en esta ciudad? En efecto, eso se dice por ahí. Pero ya ni siquiera importa. Lo que sí es gravitante es la irresponsabilidad de algunos dirigentes que no tienen ni la menor contemplación a la hora de partir por el eje a un gremio provincial, con tal de llevar agua para su propio molino.

Nadie está diciendo que los maestros santafesinos ganan fortunas ni que deberían quedarse callados sin reclamar. Lo que se señala es una cuestión de estrategia gremial, esa que muchos olvidan a la hora de establecer las prioridades del accionar sindical que siempre debe estar en pos de asegurar el beneficio para los trabajadores a los que dicen representar. Primero, la votación fue dudosa con lo cual hasta se malversó el mecanismo de democracia interna más preciado que tiene Amsafé. Segundo, el paro fue un fracaso total y absoluto dejando desprotegidos a cientos de maestros que ahora se enfrentan al descuento de una jornada laboral. Cuando a la izquierda sólo queda la pared, a veces es difícil reflexionar.

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