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Lunes, 6 de julio de 2015

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD.

Fricciones y otras cuestiones

La buscada unidad de socialistas y radicales en el gabinete de Fein encuentra escollos a medida que avanza. Una cosa es distribuir cargos, otra es compartir el poder real. Lisfchitz eligió mostrarse como estadista y chocó con los gremios de la EPE y Aguas. La nueva reforma policial que se viene.

 Por Leo Ricciardino

A la unidad es más fácil proclamarla que ejercerla. Es lo que parece demostrarse hacia el interior del Frente Progresista en Rosario. Tras las elecciones y el cambio de 180 grados que el resultado de las PASO generó en la intendenta Mónica Fein, las conversaciones con los dirigentes de los otros partidos que contribuyeron a la ajustada victoria de junio parece levemente estancada. Hoy habrá otra prueba de fuego para establecer hasta dónde realmente está dispuesto a compartir el poder el socialismo en el gobierno de la ciudad.

Y parece ser que la dificultad mayor no pasa esta vez por la propia intendenta sino por algunos miembros de su gabinete que no terminan de acomodarse al nuevo escenario y creen aún tener una gravitación que ya no poseen.

Fein ha dicho claramente que "sería un lujo" tenerlos a Pablo Javkin y María Eugenia Schmuck en su equipo de gobierno. La concejala radical ya ha dicho que no y aspira a ocupar la presidencia en el Palacio Vasallo a partir del 10 de diciembre. A Javkin le quedan dos años como diputado nacional con lo que será difícil verlo de secretario municipal. Pero ambos quieren ser los que dicten y coordinen las principales políticas públicas junto a Fein en este segundo mandato que tanto costó conquistar.

El problema es que ya había "otra alianza" con otro sector del radicalismo en el seno del Palacio de los Leones. Y parece ser que algunos secretarios socialistas se muestran más cómodos en el diálogo con ediles como Martín Rosúa y Daniela León que con los más nuevos y "poderosos" interlocutores.

Por eso Schmuck ha sido sumamente clara en más de una oportunidad. "Cuidado que el aporte en votos y la suma para posibilitar que el Frente siga gobernando la ciudad, tiene responsables con nombre y apellido". Obviamente, estaba hablando de ella y de Javkin. Es claro que el proceso de unidad ha sumado a otras voluntades por fuera del socialismo que no han cargado sobre sus espaldas el peso de la campaña y hoy pretenden ocupar también lugares de privilegio a la hora de opinar sobre la administración del municipio.

El problema de la unidad no reside tanto en esta oportunidad en el reparto de cargos. Al contrario, el socialismo siempre se ha mostrado dispuesto a este tipo de apertura aunque reservándose siempre los asientos más importantes del gabinete. Hay una frase que los opositores al Frente repiten: "Cómo será que a los socialistas les importa poco la producción que siempre le dan ese espacio a los radicales". Y la realidad demuestra que así fue. Con todo, esta vez la apertura del gabinete fue más profunda y genuina ante la evidencia electoral. Pero ahí empieza el segundo problema de la unidad. Una cosa es ceder el cargo, pero otra muy distinta es ceder el poder real en las decisiones. Eso es lo que ahora está en discusión.

Fernando Asegurado en Gobierno y Jorge Elder en la Secretaría General han sido y por ahora siguen siéndolo los colaboradores más cercanos e influyentes de la intendenta Fein. Por ellos pasa esta vez la resistencia a la hora de escuchar otras voces y propuestas que indiquen un cambio de dirección política en Rosario. Cambio que por el otro lado es más que necesario teniendo en cuenta el claro y contundente mensaje de las urnas en las primarias de abril.

Del lado de Schmuck y Javkin, la caracterización de la unidad que pretenden ha sido clara desde un primer momento. Una vez terminadas las PASO y mensurando la cosecha de votos de todos, le dijeron a Fein que querían un cambio real. Que ellos mismos pudieran creer para que la gente lo creyese también. Así, las primeras fotos juntos de Javkin con Fein y Schmuck pegada a Horacio Ghirardi en los afiches, llegó una vez que la intendenta impulsó junto a los nombrados dos proyectos concretos de los protagonistas: Las maternidades públicas y el organismo de recepción de denuncias de violencia, sobre todo de violencia de género.

Parece ser que la intendenta también creyó en ese cambio y está dispuesta a impulsarlo. Pero no pasa lo mismo con algunos de sus colaboradores que ven amenazado su poder de decisión interna. Tampoco tienen la misma lectura otros radicales aliados que junto con algunos socialistas señalan a Schmuck y Javkin como dos opositores internos fuertes que terminaron por esmerilar a Fein con sus críticas profundas. Es decir, que hicieron un daño que sólo puede hacer la astilla del mismo palo.

Hay dos cosas muy reales y concretas en este proceso: Schmuck y Javkin se quejaron porque en el Frente el socialismo hacía las cosas de manera inconsulta, y por eso se alejaron del gobierno local mientras pedían la alternancia dentro de la coalición. Los socialistas les respondían que tenían que ganar una elección para ganarse también esa alternancia y espacio de poder frentista. Y eso es lo que acaba de pasar: Obtuvieron los votos suficientes como para reclamar su peso dentro de la alianza de gobierno.

Con el pie izquierdo.

El gobernador electo de Santa Fe parecía que iba a tener una transición tranquila hasta diciembre, pero Miguel Lifschitz eligió levantar el perfil y empezó a dar a conocer algunos lineamientos de lo que será su futura administración. El problema no es tanto lo que dijo, sino quizás de la manera que lo propuso. Sobre la Empresa Provincial de la Energía no hizo más que proponer un órgano de control a futuro, cuando en la Legislatura aún se discute sin éxito un marco regulatorio para la empresa y el servicio.

Para graficar la necesidad de un órgano de control en la EPE, Lifschitz dijo que la empresa del Estado estaba "alambrada por un grupo de jerárquicos y sobre todo, por el sindicato". Los dirigentes de Luz y Fuerza hicieron cola para criticarlo y ya pidieron una reunión con el futuro mandatario para aclarar las cosas. Pero en el camino le dijeron que "habla como (Carlos) Reutemann, cuando quería desacreditar a la empresa para venderla". Por ahora, Lifschitz no dicho nada de eso. Pero tampoco le cayeron en gracia al sindicato de Obras Sanitarias los dichos del socialista sobre Aguas Santafesinas y su plan de municipalización de parte de la empresa. El que salió a responder fue el histórico Oscar "Rabanito" Barrionuevo al que mucha espalda no le queda tras haber sido uno de los artífices de la costosa y vergonzosa privatización del servicio en los '90.

Sin embargo, pocos pusieron atención a otra de las reformas que viene elaborando el futuro gobernador: La reforma policial. Concretamente, la reforma a la ley del gobierno de Jorge Obeid que hace hincapié en la formación de la policía. Allí, los opositores señalan que Lifschitz "está siendo asesorado por viejos oficiales e ideas atrasadas que terminarán por empeorar la actual situación de la policía provincial", aunque cuesta creer que eso sea posible. El anteproyecto está bosquejado y es posible que Antonio Bonfatti sólo espere el momento oportuno para enviarlo a las Cámaras antes de traspasarle el poder a Lifschitz.

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