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Martes, 15 de diciembre de 2015

OPINIóN › NUEVOS REPUDIOS AL EDITORIAL DE "EL LITORAL" QUE SE SUMó A CAMPAñA DE IMPUNIDAD

Entre la complicidad y la hipocresía

 Por Hugo Kofman

El diario El Litoral, con su editorial del 9 de diciembre se sumó a la campaña por la impunidad de los genocidas que pusiera en la calle el diario La Nación del 23 de noviembre. Es lo que se entiende como libertad de prensa, aunque no se puede dejar de señalar que los dueños de estos medios de comunicación tienen una capacidad privilegiada de llegar a los más amplios sectores de la población. Posibilidad que no asiste a quienes defienden las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, y que ahora enfrentan un futuro de virtual silenciamiento.

Pero una cosa es opinar y dar argumentos, y otra cosa es mentir, difamar y distorsionar los hechos.

El editorial se conmueve por los mayores de 70 años condenados o procesados por delitos de lesa humanidad, que supuestamente mueren en la cárcel, sin que se les conceda el "derecho" a la prisión domiciliaria. Incurre en esto en una doble mentira, porque -﷓de acuerdo al Código Penal-﷓ no se trata de un derecho automático, sino de una decisión que queda librada al criterio del tribunal judicial, en base al estudio de cada caso. Cuestión que se ha otorgado a la inmensa mayoría de genocidas en todo el país, aún cuando muchos de ellos ni siquiera respetan ese privilegio y salen cuando quieren de sus domicilios. En Santa Fe tenemos una larga lista de represores que han fallecido, por enfermedades propias de su edad avanzada, y en todos los casos estaban con prisión domiciliaria.

Luego se afirma, con absoluta liviandad y sin fundamento alguno: "Hoy resulta evidente que se ha producido un deslizamiento de la justicia hacia la venganza", con lo cual se acusa a los propios jueces y fiscales de negar el "principio de presunción de inocencia". Nada más falso y malintencionado que esta afirmación, ya que a quienes seguimos de cerca los juicios nos consta que sólo una ínfima minoría de los genocidas denunciados resultan finalmente procesados, y los juicios duran tantos años que a muchos les llega el "punto final biológico" antes que la condena. Además es totalmente aberrante asimilar una condena judicial con un acto de venganza. ¿Que podría representar una venganza verdadera para individuos que han secuestrado, torturado, violado, asesinado y desaparecido a centenares de personas? ¿Hay alguna cercanía entre estas atrocidades inhumanas, con los tranquilos juicios que se están llevando a cabo, con todo el derecho a defensa que les asiste a los imputados?

El redactor de la nota habla de supuestas "barras" e "insultos" en los juicios, con lo cual vuelve a faltar a la verdad. Cualquier periodista que quiera contar las cosas como son puede ir a las sesiones del Tribunal en Santa Fe, y podrá constatar que los asistentes sólo nos colgamos las fotos de nuestros desaparecidos y nos limitamos a aplaudir a la salida de los testigos, que tienen el coraje de decir la verdad de lo que ocurrió. A pesar del dolor que les significa la rememoración de situaciones traumáticas y de las amenazas a que muchas veces los someten. Además soportamos sin quejarnos y sin insultar, el cruzarnos en la puerta de entrada a la sala con los imputados que gozan de libertad. Porque entendemos que es parte del Estado de Derecho, aunque no estemos de acuerdo en muchos casos. De ahí que resulte absurdo que se apele a la frase trivial de que "en un Estado de derecho moderno los derechos humanos valen para todos y no sólo para una facción", lo cual equivale a reflotar la teoría de los dos demonios, pretendiendo intercambiar los roles de víctimas y victimarios.

Es muy significativo que el columnista exprese que "desde el poder se alentó la idea de que las personas abatidas por los militares, en muchos casos violando derechos humanos básicos, dejaban de ser víctimas para transformarse en héroes". Quienes vivieron la época de la dictadura, seguramente recordarán los comunicados militares que los diarios (entre ellos El Litoral) reproducían sin chistar. Siempre se trababa de "enfrentamientos" en los que fueron "abatidos" dos o tres "delincuentes subversivos", cuando en realidad se trataba de viles asesinatos de compañeras y compañeros en su inmensa mayoría indefensos, a quienes arrancaban de sus domicilios, siendo luego desaparecidos en la mayor parte de los casos. Todo lo cual ha sido ampliamente probado en todos los juicios que se vienen llevando a cabo en los últimos años.

El editorialista quiere que sólo hablemos de "víctimas", borrando así las causas y el contexto en que se cometió el genocidio, como si se tratara de locos sedientos de sangre que salieron a asesinar a la manera de los criminales seriales. Trata así de banalizar las causas políticas de lo ocurrido, recurriendo a la ridiculización de la palabra "héroes". Seguramente los habrá habido, aunque no es eso lo que destacamos. Lo fundamental es que el plan de exterminio fue instrumentado ﷓-a nivel continental﷓- para borrar de la faz de la tierra a una generación en su mayoría de jóvenes, que construía las bases sociales, gremiales, jurídicas, culturales y políticas de una nueva sociedad: un país más justo y con soberanía. El Terrorismo de Estado, de la mano del Departamento de estado norteamericano, cometió un genocidio para imponer una política de corrupción, privilegio y entrega del patrimonio nacional, que nos llevó a la ruina de la Nación. Por eso, para nosotros, Justicia es inseparable de Memoria y Verdad.

De hecho el editorial de El Litoral opera en el sentido de justificación del genocidio, del cual sólo serían cuestionables los excesos cometidos "en muchos casos".

El nivel de detalle con el que describe y critica las políticas de los "organismos de derechos humanos más radicalizados" en tiempos de Alfonsín, así como el uso de ciertos giros literarios, nos da casi la certeza que el escrito es de autoría de quien siempre se ocupa de esa línea en El Litoral. Un personaje bien conocido, que fue haciendo un amplio giro político durante muchos años. Que en las elecciones de 1983 apoyó a la fórmula Luder﷓Bittel desde su partido "Socialista Auténtico". Razón por la cual, si esto es así, resultaría de una total hipocresía que ahora critique como algo ajeno que "el peronismo derrotado en 1983 defendía a libro cerrado la autoamnistía de los militares". En todo caso sería razonable que lo diga en forma autocrítica, salvo que prefiera esconderse en el anonimato y aprovecharse de la desinformación, o de la juventud de sus lectores que no conocen su trayecto político.

No es casualidad que desde la misma fuente se haya operado intensamente en base a infamias, para denostar y desgastar al gobierno que hizo de la Memoria, Verdad y Justicia, una política de Estado. Y que hoy se aplauda a un Presidente que subió con el espaldarazo de la embajada norteamericana, y que ha dicho que va a terminar con el "curro de los derechos humanos".

Ese posicionamiento político responde en realidad al intento de una nueva "autoamnistía": la que busca asegurar impunidad a los directivos de Clarín, La Nación, Blaquier y otros civiles, mediante la anulación de los juicios por su participación en el genocidio dictatorial.

Integrante del Foro contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe.

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El Ciego Lofiego, junto a otros represores condenados en Rosario.
Imagen: Andrés Macera
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