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Viernes, 30 de junio de 2006

CIUDAD

Lo que nunca imaginó Adolfo Prieto se hizo realidad en el Concejo

El Concejo Municipal otorgó ayer al ensayista y docente, el título de "Ciudadano ilustre" de Rosario. "Quiero agradecer el gesto conmovedor de esta designación", aseguró Prieto.

 Por Fernanda González Cortiñas

"Siendo un hombre tan imaginativo y tan fantasioso como el que más, muchas veces en mi vida me he imaginado, situándome en circunstancias muy favorables, muy recomendables. Pero debo confesar que nunca imaginé que el Concejo me iba a distinguir con el título de Ciudadano Ilustre. Mi primera reacción, también lo confieso, como crítico literario que soy, fue la de analizar el título, analizar el texto de la designación. ¿Es un mensaje, un documento? ¿es acaso ciencia ficción?", aseguró ayer al mediodía Adolfo Prieto en el recinto municipal en donde, constantemente interrumpido por los aplausos, intentaba articular un discurso de agradecimiento ante semejante distinción. "Quiero agradecer el gesto conmovedor de esta designación, que se ha convertido en uno de los momentos más positivos de mi vida", aseguró el flamante ciudadano ilustre, nacido en San Juan, en 1928.

Quizá poca gente para el talante de la convocatoria. Pero la sensación de afecto enorme, de profundo respeto y sentida admiración, era algo que casi podía palparse en el recinto de sesiones del Concejo municipal.

Alguien recuerda que a mediados de los '80, Prieto fue también --junto a otro insigne catedrático, Angel Capeletti-- objeto de un homenaje por su trayectoria profesional y su vocación democrática. También en aquélla oportunidad había escaso auditorio y también allí, el maestro se valió de su sentido del humor para salir del paso, cuando la pequeña comitiva debió pasar de un aula a otra, corrida más por la desorganización que por la inminencia del dictado de clases.

"Cuando Rafael Ielpi me interesó en la posibilidad de que el Concejo municipal declarara ciudadano ilustre a Adolfo Prieto, tuve la convicción de que íbamos a ser generadores de un acto de estricta justicia con una figura que honra, no solo la cultura de la ciudad, sino a la cultura argentina en su conjunto", explicó el concejal del Frente para la Victoria, Arturo Gandolla, responsable del proyecto de designación, que emitió la comisión de Gobierno, con dictamen unánime.

"En la segunda mitad del siglo XX, Prieto formó parte del grupo fundacional de una de las publicaciones más importantes de la literatura argentina, la revista Contorno. La misma cobijó en sus páginas a críticos, ensayistas y escritores que iban a contribuir, de modo decisivo al análisis crítico, no sólo de la literatura argentina sino también de la realidad nacional", indicó el edil justicialista.

Sobre la llegada --devenida fructífera estadía-- de Prieto a la ciudad, se explayaría el decano de la Facultad de Humanidades y Artes, Darío Maiorana, quien consideró la distinción "un acto justo y merecido".

"No voy a referirme a la profusa y brillante carrera académica del doctor Prieto. Solo voy a destacar dos cosas. Primero, el hecho de que haya adoptado esta ciudad como suya. Siempre, incluso cuando tuvo que irse, exiliado algunas veces, otras por opción, Rosario fue su ciudad de referencia. En segundo término quiero destacar algo que es fundamental en la figura del doctor Prieto, y es su enorme humildad. El ha sido siempre y para todos los que lo conocen, simplemente Adolfo".

A la salida, alguien menciona que entre las evocaciones que se han hecho en el recinto, no se ha recordado un hecho particular. Días después de la tristemente famosa "Noche de los Lápices", en septiembre de 1966, un centenar de profesores entre los que se reconocían a Tulio Halperín Dongui y Ramón Alcalde, renunciaron en masa a sus cargos en la Facultad de Humanidades y Artes de la por entonces Universidad Nacional del Litoral. Al frente, uno de los impetuosos jóvenes profesores que encabezaban la masiva salida colgó un cartel en la puerta de la institución con la célebre frase de Tácito: "Los romanos hacen un desierto y lo llaman paz". Era Adolfo Prieto.

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El concejal Gandolla, el escritor Ielpi y Adolfo Prieto, con el título de ciudadano iluste. "Quiero destacar algo que es fundamental en la figura del doctor Prieto: su enorme humildad".
 
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