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Lunes, 25 de abril de 2016

CIUDAD › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

La gestión no contest

El gobernador Lifschitz agradeció la presencia del presidente Macri en las zonas inundadas, pero las medidas concretas no aparecen. Los números de miedo del esquema productivo local y los políticos que empiezan a acomodar el cuerpo al tensionado escenario nacional

 Por Leo Ricciardino

Si bien el martes la provincia podría llevarse la primera respuesta positiva en estos meses de parte del gobierno de Mauricio Macri (se rumorea que habrá algún anuncio interesante en materia de subsidios al transporte); hasta el momento lo que enfrentaron los funcionarios provinciales no resulta demasiado esperanzador. Desde ministros y secretarios que desconocen absolutamente lo elemental de la materia en la que deben entender, hasta cerradas negativas y evasivas de las más interesantes variedades.

El mismo presidente Macri volvió a divagar y a recurrir a una frase que no compromete nada ("eso me lo llevo como tarea") el sábado en Rafaela luego de sobrevolar la zona inundada. Volvió a aludir al clima, dijo que lo más importante era "que deje de llover" y derivó los anuncios concretos en un plan de obras para caminos rurales que en realidad impulsa la provincia, con lo que le pasó el micrófono al gobernador Miguel Lifschitz en esa materia. Dicho sea de paso, el gobernador de Santa Fe está por perder la elegancia en cualquier momento. Este fin de semana agradeció la presencia del gobierno nacional en el territorio afectado, pero pidió "medidas rápidas" ante un desastre que ya se calcula en pérdidas cercanas a los 2.500 millones de dólares.

Es claro que la gestión de Cambiemos se lleva mejor con lo "emocional" que con lo concreto. Abundan los "me duele muchísimo", la sobrevaloración de la escucha y los abrazos repartidos. Pero hay poco de respuesta clara a la hora de los hechos cuando se trata de estar de verdad al lado de los que más sufren. Eso sí, las medidas de fondo que apuntan a una enorme transferencia de divisas hacia los sectores más concentrados de la economía se tomaron en sólo un mes. Esta semana, la diputada nacional Ana Laura Martínez -que debe tener un récord de abrazos, lágrimas y mates tomados en los barrios más humildes de la ciudad de Rosario- ni siquiera estuvo en el recinto del Congreso de la Nación para el debate sobre la emergencia hídrica en Rosario. Tampoco se le ha escuchado una sola palabra ante los informes periodísticos coincidentes en los miles y miles de escolares que se sumaron a los comedores escolares ante el ajuste, los tarifazos y la pérdida de empleos en Rosario. Difícilmente hoy Anita podría recorrer esos mismos lugares por los que pasó en la campaña para intendenta primero y para diputada nacional después con la misma actitud de aquella oportunidad.

Lifschitz aún espera la respuesta del ministro de Energía Juan José Aranguren, que le pidió hace más de un mes "una semana" para responder si habrá o no ayuda por el 300 por ciento de incremento en la tarifa eléctrica en Santa Fe, que ya tornó inviable a cientos de empresas electrointensivas, y por ende pone en riesgo a cientos de puestos de trabajo en todo el territorio.

Las cosas han llegado a un punto en el que son analizadas con el discurso de la fatalidad. "Alguna respuesta tendrán que darme, porque si no esto se encamina al cierre", se le escuchó días pasados al presidente de una importante cooperativa tambera con la boleta de luz en la mano. "El transporte se arregla o se arregla. No puede no haber transporte", describió un funcionario municipal ante el desfinanciamiento del servicio en Rosario y el congelamiento de los subsidios nacionales. Todos los escenarios desembocan en discursos apocalípticos.

En el medio está la política y los políticos que empiezan a acomodar el cuerpo a esta situación caliente con todos los números de la economía cayendo y el temor a perder el empleo trepando en las encuestas por primera vez en muchos años por encima de la inseguridad.

La nueva conducción del Partido Socialista, Antonio Bonfatti a nivel nacional y Enrique Estévez a nivel provincial, salió a criticar levemente al gobierno de Cambiemos pero sin dejar de seducir a los radicales socios en Santa Fe. Dicho sea de paso, el entusiasmo de los radicales santafesinos con el PRO durará lo que dure la popularidad del gobierno nacional. Por eso los dirigentes de las distintas líneas internas ya trabajan para un cronograma de elecciones desdobladas para el año próximo. La idea es armar con el socialismo en la provincia para concejales y algunas intendencias; y con el PRO a nivel nacional para las listas de diputados nacionales.

El socialismo, por su parte, no acepta el costo político de su neutralidad en el balotage, algo que le siguen facturando en cada oportunidad, y elige diferenciarse tanto de los "modos" del gobierno anterior como de las "políticas públicas" del gobierno actual. Cree qye habrá espacio para "la centroizquierda" en un futuro, pero sabe que tiene comprometido su poder en el territorio: ganó por 1.500 votos la gobernación y conservó la intendencia de Rosario por un escasísimo margen. Está obligado a mostrar una nueva dirigencia y a evitar que Bonfatti y Lifschitz escalen en un conflicto interno por la sucesión de Hermes Binner.

En tanto los gremios saben que están llamados desde ahora a ocupar un rol central en la escena social y política, como ocurre cada vez que los trabajadores son atacados frontalmente. Por eso casi no hay fisuras entre las tres CGT y las dos CTA que sienten cerca la posibilidad de la unidad, ante la necesidad de enfrentar a un gobierno que ha demostrado increíbles niveles de insensibilidad con el principal dato de la economía de un país: el empleo. Por el contrario, se ha dedicado con entusiasmo al festejo "bobo" de la salida del default, como dijo el ex ministro Roberto Lavagna.

En ese entendimiento, el observatorio de la Uninón Obrera Metalúrgica (UOM) de Rosario produjo un informe escalofriante: los sectores más afectados por las políticas económicas de Macri son el carrocero, las autopartistas, y las industrias de bienes de capital y de consumo. Los fabricantes de heladeras, freezers y exhibidores, que ocupan a unos 6 mil trabajadores, precisaron que en los últimos cuatro meses ingresaron al país 31.125 unidades, la misma cantidad que en todo el 2015. Desde la empresa Bambi advirtieron al gremio que si el producto argentino es reemplazado por el extranjero no habrá producción y estarán obligados a "reducir drásticamente" la dotación de personal. "Si la situación no cambia se va a complicar, y esta película ya la vimos en los '90 y cómo terminamos en el 2001. Espero que los argentinos no volvamos a cometer el mismo error, sería muy triste destruir en un año todo lo que se hizo en 12", alertó en una nota con Rosario/12 el titular de la UOM local, Antonio Donello. Una fábrica de campanas para las ruedas de los camiones dio cifras más concretas: a ellos les sale 70 dólares fabricar cada una, importada ingresa al país por sólo 45.

Los despidos en la planta de Acindar y en los talleres ferroviarios de Pérez, entre otros, empresas presentando procedimientos de crisis, y anuncios de suspensiones, encendieron una luz de alarma entre los metalúrgicos de Rosario y la región. Tratando de exprimir al máximo todas las alternativas, en muchos casos acompañados por el Ministerio de Trabajo provincial, tanto el gremio como las empresas fueron resolviendo algunas de las situaciones complejas para evitar despidos.

La radiografía del escenario productivo en la región puede trasladarse al comercio minorista y los servicios, las otras dos patas fuertes del sistema económico de la ciudad y la región. Ahí las caídas de las ventas no han parado desde principios de este año.

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