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Viernes, 6 de mayo de 2016

CIUDAD › CONDENAN A NéSTOR FABIáN ANCHAVAL EN EL PRIMER JUICIO ORAL POR VIOLENCIA MACHISTA

Tres años por hostigar a su ex pareja

El juez Leiva estableció una pena de prisión efectiva, considerada insuficiente por la víctima, Jesica Balmaceda, que vivió un infierno durante seis años.
"Ahora tengo que pensar adónde ir para no estar cuando salga", dijo la mujer.

 Por Lorena Panzerini

"Lo condenaron con la mitad de años que yo lo padecí", reprochó Jesica Balmaceda, ahogada por el llanto, tras la condena a tres años de prisión efectiva para Néstor Fabián Anchaval, quien la hostigó durante seis años. Se trata de la primera sentencia en juicio oral y público por una causa de violencia machista, en el nuevo sistema penal. Si bien la Fiscalía consideró positivo el fallo, adelantó que analizará apelar, ya que había pedido cuatro años y medio. El juez Carlos Leiva condenó a Anchaval por amenazar a Jesica, mientras estaba con sus cuatro hijos entrando a la casa de su madre; y porque una madrugada intentó entrar a su casa, pero como no pudo, le dejó una leyenda aterradora: "Te tengo". Esa fue una de las tantas veces que Anchaval la encontró, pese a que se mudó seis veces en seis años, huyendo de él. En dos hechos de amenazas telefónicas fue absuelto. "Es injusto que no se lo haya juzgado por las denuncias anteriores, porque le hice 36", se quejó la víctima, que hasta sufrió un intento de envenenamiento de parte de su ex pareja. "Ahora tengo menos tiempo para ver qué voy a hacer, adónde voy a ir para no estar cuando salga", lamentó. El agresor está preso hace siete meses y podría recuperar la libertad en breve. Lágrimas y decepción de quienes acompañaron a Jesica.

En la sala de audiencias no volaba una mosca. Jesica se sentó cerca de la puerta, y apretó sus manos con las de las militantes de la organización Ampliando Derechos. Se mordía los labios. Temblaba. A pocos metros estaba Anchaval, quien se limitó a preguntarle a su madre si estaba bien. Cuando el juez leyó la primera condena, Jesica sonrió aliviada, pero después la cara se le empezó a desfigurar. Al salir de la sala solo pudo llorar, abrazada por quienes la rodeaban. "Es totalmente injusto, esto es la mitad de todo lo que sufrí. Yo quería demostrarle a mis hijos que exite la justicia", se quejó. "Estoy llena de bronca, porque entre el sistema nuevo y el viejo, queda de lado todo lo que viví. Llegó a juicio con muchísimo menos de lo que hizo. Ahora tengo que pensar en el tiempo que tengo para irme, porque tengo que salir a buscar un nuevo lugar para mis hijos. Porque incluso estando preso, me llamaba por teléfono, lo hizo hace semanas y lo hizo el lunes pasado", sollozó. "Vuelvo a estar insegura: ni siquiera me funciona el botón de pánico, desde ayer, y nadie me llamó del Ministerio de Seguridad".

Nora Giacometto, representante de la organización Ampliando Derechos, adelantó que pedirán a la fiscal Raquel Almada que el fallo sea apelado. "Esperábamos cuatro años y medio; queríamos que esto fuera ejemplificador sobre todo en cuanto a las desobediencias a las restricciones de acercamiento, que él nunca cumplió; y que no las cumple ningún agresor", dijo. Al mismo tiempo, señaló que "falta muchísimo en aprendizaje de género desde los jueces. Más aún en los Tribunales de Familia, donde pretenden que los chicos se revinculen con sus padres agresores. Lo vemos todos los días. Cómo no entienden que no se puede revincular nada con un violento. Esto significa que tenemos que trabajar mucho más".

El juicio

"El la considera un objeto de su propiedad". Con esas palabras, la fiscal de la Unidad de Violencia de Género presentó el perfil del acusado, la semana pasada, cuando comenzó a ser juzgado. En las audiencias, la víctima y testigos dieron cuenta de que Jesica (29) y su expareja (38) convivieron desde 2003. En 2007 se casaron, tuvieron cuatro hijos, y los maltratos comenzaron en 2008. El la perseguía hasta para ir al baño. Era "obsesivo" con sus horarios, su ropa y hasta el olor de su pelo. El detonante de la separación fue un intento de envenenamiento del que la fiscalía no tiene pruebas, por lo que solo llegó a juicio con hechos de 2015. Aquella noche, Anchaval le puso insecticida a un vaso de gaseosa a Jesica, quien fue advertida por su hijo mayor, que ahora tiene 12 años.

Desde la separación, en 2010, "él convirtió la vida de Jesica en un infierno. Se vio obligada a mudarse seis veces, escapando y escondiéndose. Realizó denuncias en el viejo y nuevo sistema penal, en las comisarías, en los juzgados, en fiscalía, en juzgados de Familia y en el Teléfono Verde", reveló Almada, días atrás.

Jesica declaró por más de una hora, la semana pasada. "Vengo sufriendo todo tipo de violencia. Una madrugada me escribió para decirme que venía a casa. Yo agarré la mochila de escape (que tenía colgada detrás de la puerta con los documentos de sus hijos y 300 pesos) y salí; pero ningún taxi me levantó, porque somos cinco. No me quedó más remedio que meter a los chicos en un contenedor de basura", relató.

Ayer, la fiscal Almada dijo a este diario que Anchaval fue condenado solo por los dos primeros hechos, con delitos de amenazas, desobediencia, violación de domicilio y daños; y no por las amenazas telefónicas y la desobediencia a una prohibición de acercamiento que incluye llamados a la víctima. "Tenemos que esperar al 13 de mayo, cuando nos den los fundamentos. Estamos conformes porque es una condena. Era una causa compleja en la que teníamos que hacer mucho hincapié en el testimonio de la víctima, y sabemos que las causas palabra contra palabra son muy difíciles de probar, y terminan en absolución".

Por su parte, Gabriela Sosa, subsecretaria provincial de Políticas de Género, señaló: "Es el reflejo de la lucha de muchas mujeres, aunque no alcanza para cubrir las expectativas que había en este caso".

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Leiva leyó la sentencia, que condenó a Anchaval por dos hechos y lo absolvió por otros dos.
Imagen: Sebastián Granata
 
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