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Domingo, 8 de mayo de 2016

CIUDAD › DE LAS VIOLENTAS CALLES DE MéXICO A LA PRéDICA DE LA NO VIOLENCIA.

El pandillero de la paz

Se llama Carlos Cruz Santiago, fue líder de pandillas en México hasta que el asesinato de un compañero lo hizo cambiar de vida. Fundó la organización Cauce Ciudadano y recorre América Latina con distintas iniciativas. Llegó a Rosario invitado por la municipalidad.

 Por Claudio Socolsky

Carlos Cruz Santiago nació en la ciudad de México y durante su adolescencia y juventud fue un pandillero. Así llaman a los jóvenes mexicanos que transitan sus vidas en la espiral de violencia generada por el crimen organizado. Llegó a ser uno de los líderes de los grupos más grandes y violentos del DF, pero el asesinato de un compañero lo conmovió y entonces decidió convocar a otros líderes de bandas y pandillas de las escuelas para trabajar en alternativas contra de la violencia. No fue una tarea sencilla, pero de a poco comenzó a convencerlos de que había otra forma de encarar la problemática de los jóvenes en situación de riesgo y vulnerabilidad. En esa instancia fundó Cauce Ciudadano, una asociación civil con presencia en siete estados mexicanos, desde la que motorizó varias iniciativas. Invitado por el Programa Nueva Oportunidad, que desarrollan provincia y municipio, Cruz Santiago estuvo en la ciudad brindando charlas y talleres. En un alto de sus actividades, Cruz Santiago dijo a Rosario/12 que la estrategia de la organización es compartir con la gente de toda América Latina que "el discurso y la acción punitiva de la guerra contra el narcotráfico es el peor error para atender la estrategia de seguridad".

Aprendió en la calle los códigos de la violencia, pero pudo transformarse y decidió invertir la ecuación. En una de las tantas biografías que circulan en las redes, a Cruz Santiago lo definen como un "autodidacta, educador popular, emprendedor social y pandillero constructor de paz". Al año de fundar Cauce Ciudadano, junto a otros pandilleros construyó el primer centro de desarrollo comunitario "Aprendiendo a vivir" para prevenir el ingreso de niños y jóvenes a la redes del crimen organizado. Estos centros atienden a más de 3,000 niños y jóvenes al año. También diseñó e implementó el programa de protagonismo social juvenil, con el que 350 jóvenes transformaron sus habilidades de pandilleros en emprendimientos sociales y económicos a través de actividades socio-comunitarias.

Desde Cauce Ciudadano motorizó otras iniciativas, fundando junto con otros emprendedores la Escuela Latinoamericana de Actoría Social Juvenil, la Escuela para el Futuro "Semilla". Desarrolló además el modelo de trabajo "Equidad el respeto es la ruta" para la prevención de la violencia de género en las escuelas secundarias, que atiende a unos 12 jóvenes al año, y el programa "Retoño" que permite el trabajo para el rescate de jóvenes que pertenecen a cárteles del crimen organizado en seis ciudades del país. También participó de la redacción de la Ley de la Persona Joven, un mecanismo de protección, desarrollo y participación. "Ningún joven puede ser tratado como criminal si no cumplió los 18 años, está garantizado que ningún joven puede ser torturado, todos tiene derecho a la familia o a formar una, a la vivienda, la gratuidad de la educación, y cada cinco años los jóvenes convocan a una conferencia en donde todos los actores políticos, económicos y sociales de la ciudad tienen que discutir hacia dónde va la política pública en materia de juventud", amplió.

Al retomar el tema de las estrategias en materia de seguridad, en las que descree de la acción punitiva contra el narcotráfico, subrayó: "Tenemos que pasar a una de prevención social; de lo contrario, pueden llegar a terminar a lo que México llegó. Declararle la guerra al narcotráfico, como lo hicieron en mi país, es darte un disparo en el pie y poner a los chicos, a los gurises como dicen en Uruguay, a los pibes como les dicen aquí, a los chavos como les decimos en México, es arrojarlos a las manos de la delincuencia organizada, es provocar que sean asesinados masivamente".

"Para nosotros -continuó Cruz Santiago- lo único que existía eran las cárceles, los panteones y el sistema de seguridad en términos de las emergencias. Por eso decidí que esto no podía seguir así. Me di cuenta que nadie iba a poder cambiar nuestra realidad porque éramos como apestados. Si se moría alguien de nosotros era `uno menos`. Teníamos una oportunidad, una posibilidad de cambiar, por lo que decidimos transformar esa emoción dolorosa fundando una organización que trabaja en varios estados del país, que discute con el gobierno mexicano las políticas públicas en materia de prevención, que dialogan con aquellas personas que piensan que la violencia es la única salida, que rescata jóvenes involucrados en la delincuencia organizada, que trabaja de la mano con las víctimas por el acceso a la justicia".

A lo largo de los 15 años desde la fundación de Cauce Ciudadano, agregó, se dieron cuenta que de nada servía intentar rescatar a un joven si en su país no se frena la corrupción política y empresarial: "Eso es fundamental porque no sólo hay que hablar de la prevención social, además está el combate a la corrupción política y empresarial, el desmantelamiento de la base patrimonial; en lugar de tener grandes equipos de fuerzas de fuego haya mejor investigación, que sea con inteligencia, quitando el bordaje fino que hace el crimen alrededor de los barrios pobres".

Cruz Santiago dice tener la sensación de que en Argentina, y en particular en Rosario, se tiende a hacer una comparación con México respecto a la violencia generada por el narcotráfico: "Es falso, Argentina no es México, Rosario no es Ciudad Juárez. Nosotros encontramos en Rosario que hay Estado, hay instituciones, hay muchas cosas en las cuales se prepararon. Ahora hay que ordenarlas, ayudar a generar una estrategia integral".

Para el fundador de Cauce Ciudadano, "el problema en general es que cualquier tipo de grupo, sea una banda criminal, una pandilla, un cartel, siempre va a echar mano de los jóvenes. Por eso hay que hacer políticas públicas que atiendan a las poblaciones, generar espacios para protegerlos, pero también hay que invitarlos al desarrollo, a la participación. No sólo se trata de que los jóvenes tengan un programa que los rescate, sino que también puedan discutir con el alcalde".

Ahora que se define como un pandillero constructor de paz, cuenta que le toca discutir con el Jefe de Gobierno la elaboración de la Constitución para la ciudad de México. Pero que no es él solamente, en todo caso es la voz de muchos pandilleros que se juntan regularmente los fines de semana para poder articular "cuatro o cinco ideas que creemos deben estar plasmadas en la Constitución". Cruz Santiago considera que se trata de una forma de diálogo político porque lo que les interesa no es tener sólo un buen programa de prevención si no que "hay un cambio cultural, para que la gente acepte que hay trabajar con el Estado".

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Cruz Santiago: "En lugar de fuerzas con gran poder de fuego hace falta más inteligencia".
Imagen: Sebastián Granata.
 
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