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Viernes, 13 de mayo de 2016

CIUDAD › FEIN RECORRIó EL SUDOESTE

Diálogo fecundo

La intendenta Mónica Fein chequeó ayer el valor de tener un vínculo directo con los vecinos, como lo proporcionan las mesas barriales creadas en 2013, en el marco del Plan Abre. "No son espacios de reclamo sino de construcción, de participación para pensar juntos lo que que el barrio necesita. Eso es clave: involucrarse y ser parte de lo que pase en el barrio", exhortó durante una recorrida con su gabinete de secretarios por el distrito municipal Sudoeste. Pero fue el presidente de la Asociación Vecinal Piamonte, Carlos Segovia, quien en el barrio Tío Rolo resumió esa relación: "Le pedimos que sigan manteniendo el diálogo, no desarmen la mesa barrial, porque así ustedes se enteran más rápido de los problemas acá, y la solución la discutimos entre todos. Hace diez años los barrios de este rincón afuera de Circunvalación pensábamos en hacernos una comuna aparte porque nos sentíamos abandonados", dijo el vecinalista durante la inauguración de la planta de ósmosis inversa que desde ayer brinda agua potable a 2.800 vecinos en el arrabal en el extremo sur de bulevar Avellaneda.

Son 36 las mesas barriales que funcionan en Rosario, espacios de encuentro entre las instituciones civiles de cada zona (clubes, asociaciones, centros comunitarios, etc) y las del Estado (escuela, centro de salud, centro de convivencia barrial, programas sociales). Se crearon hace tres años, con la implementación del Plan Abre como herramienta de contención social e intento por restablecer el puente con un territorio disputado por las economías delictivas organizadas. Cada mesa reúne a sus miembros una vez al mes, en alguna de las instituciones del barrio, y allí se debate sobre los problemas de mayor prioridad y qué solución plantear. De esos encuentros se pone de relieve, por ejemplo, la situación de jóvenes fuera del circuito educativo o laboral y así llegan desde una u otra institución a atraerlos a propuestas como el de La Bloquera municipal, en 5 de Agosto al 1700, donde con una beca rentada desde el plan Nueva Oportunidad unos 15 muchachos aprenden albañilería y herrería, y de paso fabrican bloques para el Servicio Público de la Vivienda, mesas y bancos de hormigón, y cestos de residuos para parques.

En una esquina de calle Estrella Federal, en Las Flores, hombres y mujeres le hicieron notar a Fein y a su equipo que la erradicación del asentamiento irregular que había ocupado la colectora de la autopista hizo que hoy esa zona quede a oscuras durante la noche y sea escenario de robos y agresiones contra los frentistas. Silvio y Javier, sacerdotes en la Iglesia Virgen de Itatí, pidieron entonces que "se refuerce la mesa barrial para estar vinculados, porque hasta el momento el sentimiento es de estar aislados con la cantidad de problemas que nos llegan a la parroquia".

La preocupación por la inseguridad y las alteraciones que causa en la vida cotidiana de cada vecindario fue una constante en la recorrida oficial, en Las Flores, Tío Rolo, Itatí o barrio Acindar.

Fein definió esos espacios de diálogo como la antítesis de "un Estado que llega, hace algo y se va, de la institución que va al Estado y pide algo de manera individual, sin consenso real de sus vecinos de origen, es la contraposición de una relación clientelar. Es una construcción legitimada por lo colectivo, no por el poder individual de cada uno en el barrio".

La intendenta reconoció las mesas barriales como instancias reveladoras del territorio. "Es difícil para el Estado saber si alguna institución está permeada por algún proceso delictivo, pero en la mesa barrial es el barrio mismo el que la legitima o la revela a esa institución. El barrio mismo blanquea lo que pasa y con quién se puede contar para construir soluciones", amplió.

La recorrida terminó en el Centro de Distrito Sudoeste, con Fein y su equipo sumados a una ronda de jóvenes de distintos barrios (foto). Conversaban animados sobre la noche, la violencia, el consumo en general, y en particular el de alcohol y drogas, la actitud del Estado frente a todo eso y su manera bien distinta de vivir esas realidades. Micaela, una de las participantes, no se intimidó ante la intrusión de los visitantes y sintetizó: "El diálogo, encontrarnos y hablar entre nosotros es lo mejor que podemos hacer para cuidarnos. Escucharnos es lo que nos salva".

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