Viernes, 15 de agosto de 2014 | Hoy
MúSICA
Aunque SOY se lo propone cada vez que viene de España, ella siempre está cansada para entrevistas. Con no más promoción que los carteles con su rostro en las calles y un boca a boca a fuego lento va llenando a tope la platea. SOY, que estuvo en su recital a pleno, ha comprobado que Rosana tiene la torta atada...
Por Paula Jiménez España
A lo Elvis, Rosana demostró nuevamente que ella también puede ser una estrella de rock a la manera en que los hombres lo son: más de una vez se abrió de piernas, arqueó el torso, hizo que punteaba una guitarra invisible a la altura de su pelvis y levantó un brazo señalando la parrilla de luces del Gran Rex de donde salían los rayos que la iluminaban. Su look era el de una butch. Vestía chaleco, pantalón de cuero, cinturón texano con fálica hebilla, una butch de movimientos toscos y mirada dulce que, como todxs sabemos, interpreta canciones de amor escritas en masculino plural y aun así enloquece a un público femenino súper fiel que la sigue desde Lunas rotas, su primer disco. El show, que arrancó con su ya clásico “El talismán”, fue subiendo la temperatura hasta que la cosa ardió definitivamente cuando, cual cuerpo de Cristo, Rosana se derramó entre la gente, bajó del escenario como cualquier hija de vecina y cantando “A fuego lento” comenzó a caminar entre las butacas de la platea, el pullman y el superpullman. Esta canaria con energía de leona, no dejó un rincón del teatro sin recorrer y a su paso fue tocada, adorada, fugazmente retenida por una multitud de manos lésbicas que muy contra su voluntad tuvieron que dejarla ir. Daba vértigo verla andar en las alturas agarrándose de la baranda, mientras era custodiada en su periplo por dos tipos de seguridad. No importó. Si hay algo que parece gustarle a Rosana, es satisfacer las expectativas de la gente, será por eso que a mitad del show pasó al acústico y sentada se ofreció a cantar a la carta. Las chicas pedían y ella daba. Lo daba todo. “Si tú no estás aquí”, “Con el sol en la maleta”, “Sin miedo” (la única de las letras que alienta a hacer de tripas corazón y cruzar las grandes aguas), su caudalosa voz no se negó a nada. Más de dos horas duró este concierto que la dejó agotada y del que se retiró dejando un tendal de chicas empapadas en el sudor del baile y en el frenesí del romanticismo. Eso sí, entre canción y canción, su discurso fue totalmente hermético y estuvo cuidadosamente atenido a un libreto en el que jamás aludió, ni lejanamente, a nada que tuviera que ver con la comunidad L, como si todas las enamoradas que le hacían reverencias, le gritaban que la amaban, que era guapísima y hasta habían llevado al Gran Rex su propia guitarra eléctrica para que se las firmara, no existieran como población específica. Muchas gracias, señoras y señores, repetía Rosana después de los aplausos, neutralísima.
Rosana ha agregado dos funciones, el 11 y el 14 de septiembre, en el Gran Rex (Av. Corrientes 857)
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