Viernes, 13 de febrero de 2015 | Hoy
CINE
Paula Dinamarca, activista chilena, es la protagonista de la exitosa película Naomi Campbel, una docuficción donde el show y la cirugía se encuentran en un punto: cuerpos que buscan la felicidad. Devota de la gestión política y la espiritualidad, aquí cuenta parte de su historia.
Por Paula Jiménez España
“Gracias por haber escuchado a esta mala hija, a esta sierva. Una de tus mestizas”, dice la devocional Yermén parada frente a un altar que arde en velas a los pies de una virgen. Este personaje, que por su naturalidad parece obviar la vigía de una cámara que llega incluso a sumergirnos en escenas íntimas (hasta la vemos tener sexo dentro de un auto), se va tornando cautivante a medida que la trama avanza y narra, con desbordante suavidad, la historia de una vida que queda a mitad de camino entre la realidad y la ficción. Es que Yermén, el personaje interpretado por la activista y quiromántica Paula Yermén Dinamarca –quien nunca antes había estudiado actuación– para esta docuficción dirigida por Nicolás Videla y Camila Donoso, no es un invento de los guionistas sino que también es, en parte, ella en la vida real. Una mixtura de escenas mezcla estampas de su cotidianidad con una historia de ficción en la que Yermén, una tarotista telefónica, se presenta al casting de un reality televisivo donde lxs postulantes compiten para lograr hacerse la operación de sus sueños; allí conoce a una joven que aspira a un tuneado completo que la iguale en apariencia a su ídola, Naomi Campbell. Pese a las distancias de sus intereses, Yermén, que anhela un cambio de sexo, se reconoce en ella: ambas buscan la perfección a través de la transformación de sus cuerpos. La sensible Naomi Campbel fue ganadora de cinco premios, incluido el del 6º Festival Libercine en la Argentina. “El título responde a un distractor para seducir –cuenta Paula–. El espectador va a ver el nombre de la modelo, va a pensar en ella desde el inconsciente colectivo y en el cine se va a encontrar conmigo. Y desde ahí empieza el mensaje. Todo es político para mí, desde el momento en que nos saludamos con un beso en la mejilla hasta que nos despidamos. Lo mismo que para una persona de fe, todo es una creencia en Dios o para un artista todo es una inspiración.”
–Lo soy bastante, modestia aparte. Movilh, nuestro colectivo, es bastante potente, ha resuelto varias problemáticas y se merece el respeto de toda la nación, porque somos el primer colectivo lgbt que surge en la posdictadura como respuesta a los problemas de allanamientos en las discos, de la discriminación por protección y transgresiones así. Ahora ya tenemos una ley antidiscriminatoria, una clínica de salud para transexuales, un pacto de unión civil que no llega a ser una ley de matrimonio igualitario, pero nosotros nos hemos movido no desde la política del todo o nada sino desde la gestión. Ya llegamos hasta aquí y vamos a seguir jodiendo para otras cosas. El Estado lo sabe.
–Más que nunca. Mira, yo vengo de una generación en la que los gays llevaban el monopolio, las lesbianas hacían lo suyo a kilómetros de todo el mundo, y nosotras éramos la caricatura, la copia a carbón, hasta para los mismos gays y lesbianas. Ahora somos todos uno. Logré ver lo que soñé hace muchos años. Lloro por esto. Por las emociones que me trajo aparejada esta película, con la que hubo que conquistar a las masas para darles nuestro mensaje. Es una película a la que han ido a ver muchos espectadores. Culturalmente, Chile valora lo que viene primero de afuera, entonces una de las estrategias que tuvieron los directores, inteligentemente, fue mandarla primero afuera para que volviera al país y la gente dijera: “Ay sí, obtuvo premios, vale la pena ir a ver esto”. Nadie es profeta entre parientes.
–Esta prensa no me llama tanto para entrevistarme, porque yo soy bien bocona. Para ellos es mejor mostrar a la trans que llora porque no tiene vagina o porque no puede ser madre, a la trans inculta, sedada, drogada, golpeada por su cafishio. Una copia a carbón de una mujer sometida, no una construcción transexual como la mía y la de tantas compañeras.
–A mí me parieron activista. Era una niña cuando vi a una anciana afuera de la catedral de Santiago con un cartel colgando de su cuello que decía “¿Dónde están?”. Y por sólo llevar eso un carabinero la golpeó, poco menos que no la dejó tullida en el suelo. Tuvo que intervenir la gente. Ahí mi sentido común dijo: algo no está bien. Tenía 9 años, era el ‘87. Nací en el ’77. El 7 es el número de la plenitud.
–Sí, El carro significa que todo marcha bien, que va para adelante. Pero mi carta preferida es La estrella, me siento identificada con su brillo, con su luz. Hubo un tiempo en el que mi carta preferida fue El ermitaño, después que murió mi madre. Imaginate que yo era hija única, bastaba que yo dijera algo para que ya lo tuviera. Cuando le conté de mí, mi madre murió por un día y al otro día resucitó, completamente. Ahora ya no está más conmigo. Ella era chilena. Mi padre, gitano: de allí viene el tarot y la astrología.
–Claro, porque ella busca la perfección de verse como Naomi Campbell para ser aceptada y Yermén, que es mi personaje, busca una reasignación de genitales para ser aceptada y verse como el patrón. Pero yo, en lo personal, tengo tomada la decisión de operarme, aunque jamás iría a un reality, porque el chileno es muy morboso y tiene metida la cosa de género versus genitales. En el BAMA (donde se proyecta la película) eran todos espectadores de la tercera edad y los amé, porque hasta ellos tenían la reflexión... ¡Venían de esa generación para la que nosotras éramos las peores de todas!
–A lo mejor la transfobia es un fenómeno transversal en toda Latinoamérica, pero ya va a sanar. Ellos son los enfermos que tienen una respuesta agresiva al ver una persona que se comporta en la vida de modo tan libertario, que ya ventiló su mente. Desde la naturaleza se puede ver: en una jauría de perros vagos, llega un perro fino y todos lo van a morder. Siempre se trata de demonizar y patologizar al patito feo. La transfobia es así. Esperemos que desde la gestión política y la espiritualidad, esos cerebros se sanen. Yo uso para protegerme de esos perros vagos el humor negro y el contraste. Si veo un hombre o una mujer mirándome con odio, paso a su lado y suelto una carcajada, porque el odio se contesta con amor. No podemos contestar la reacción de la misma manera...
–Yo puedo pescarme con alguien y soy la mejor de todas para echar chuchadas, insultos. Ahí soy una cantante lírica. Pero la violencia se soporta siendo resiliente, conociendo conceptos, leyendo, porque las personas que leemos, vivimos menos, ¿sabía usted? Menos engañadas, menos reprimidas, menos imbéciles. Pero como mantenemos el músculo del cerebro en movimiento, vamos a vivir más.
–Es ficcional, sí; pero en el Chile del que le estoy nombrando, con mi inteligencia de mujer, he logrado pasearme de la mano con un hombre por calles muy hostiles y ha sido un acto revolucionario. Porque el feminismo llegó a mí azarosamente y no me había dado cuenta de que sin haberlo leído yo ya era feminista. Ahora soy la que le dice al hombre: te vas a la punta del cerro, huevón. Tú a mí no me tienes más pescada. Porque yo no soy una fantasía que vas a abandonar después de cumplir. Ahora soy yo la que cumple su fantasía. Porque la iluminación llegó a mí con los libros. Si una se muestra contenedora, el hombre trapea el suelo. ¿Usted conoce a Gioconda Belli? No te enamores de mí, soy una mujer peligrosa, dice. En Chile, el hombre no te va a buscar nunca en el día claro. Pero yo tuve parejas buenas y visibles. Naomi está hecha a la memoria de tres personas. Una de ellas es mi ex pareja. Fui muy feliz.
Naomi Campbel se proyecta viernes y sábados a las 22 en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415 y todos los días en el BAMA, Av. Roque Saenz Peña 1150.
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