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Viernes, 26 de junio de 2015

46° ANIVERSARIO DEL DÍA INTERNACIONAL DEL ORGULLO

ESCRIBIENDO LA HISTORIA

La presencia torta en la histórica revuelta de Stonewall del 28 de junio de 1969 ha sido escamoteada sistemáticamente en casi todos los relatos. Será que es hora de escribirla con mano lesbiana.

 Por Sandra Aguilar

Desde El Fuego

Cuando se piensa en la presencia lesbiana en Stonewall se suele tener la sensación de que hay un gran agujero. Sabemos que estuvieron pero hay una ausencia de relatos. Apenas puedo pensar en la escena que describe una butch de la época, testigo y parte de los disturbios. Se trata de Stormé DeLarverie, nacida en Nueva Orleáns, hija de una mujer afrodescendiente. Le decían la “Rosa Parks” lesbiana. Es conocida mundialmente como “la lesbiana de Stonewall”, y que sólo se haya popularizado una de ellas por supuesto da para pensar. Además, si se quiere saber de ella, hay que rastrearla especialmente; no es un dato que aparezca de buenas a primeras. En su relato de los hechos cuenta que se la estaban llevando en un camión de policía, como a muchos otros detenidos y detenidas, mientras ella forcejeaba con cuatro uniformados. No era la primera que se llevaban, claro. Stormé nota que mientras se la quieren llevar hay gente que mira. Y les grita a los espectadores “¿Por qué no hacen algo?”. Se dice que ese grito fue uno de los tantos disparadores para que la gente reaccionara y los disturbios comenzaran. Allí empieza el histórico enfrentamiento con la policía. Hay algunos, otros pocos, relatos lésbicos de esa noche. Por ejemplo, los testimonios de que los agentes “intimidaban inapropiadamente” a un grupo de lesbianas mientras les hacían los cacheos en los baños. El maltrato y el clima de tensión no eran nuevos, sino algo sistemático, pero lo que ocurre es que la gente esa noche reaccionó.

En los últimos años se ha venido pensando como acto de reparación histórica mencionar la presencia y el protagonismo de las travestis en lo que es recordado como un hecho histórico fundamentalmente marica. ¿Y qué pasa con la presencia lesbiana en Stonewall? El ingreso de la disidencia sexual en la historiografía de las sexualidades en general es bastante tardío de por sí. Y el ingreso del activismo lesbiano y de las sociabilidades lesbianas incluso dentro de la historia de la disidencia sexual es más tardío todavía. Recuerdo una conversación que tuve con Mabel Belluci en la que le consultaba por material para una investigación sobre el activismo lésbico. Su respuesta fue muy clara: “La historia del movimiento fue escrita en clave marica”. Si queremos historia lesbiana, tenemos que escribirla nosotras. Incluso hoy, en Estados Unidos, historiadores e historiadoras de la disidencia sexual señalan algo similar: fundamentalmente las activistas, y no tanto las académicas, han sido las responsables de historizar la sociabilidad lésbica. Joan Nestle —cofundadora de LHA (Lesbian Herstory Archives)—, una activista norteamericana que viene escribiendo sobre la historia y la socialización lesbiana, es una referente y un ejemplo de esto. Nombrarnos como parte de la historia es una tarea militante. No significa salir a decir que las lesbianas hayamos sido las protagonistas de Stonewall, pero sí implica empezar a preguntarse por este ninguneo. La pregunta, entonces, es quiénes y desde dónde escriben la historia, incluso la historia de la disidencia sexual. Tampoco la respuesta es responsabilizar a las maricas, sino ver cómo damos las lesbianas la disputa por aparecer en la historia que se escribe. Cuando nos hacemos estas preguntas, delimitamos cuestiones políticas sobre qué relatos se visibilizan y cuáles no. Y el porqué de esa selección.

Es cierto que quienes escriben la historia también lo hacen con los recursos discursivos de su momento. Por ejemplo, la palabra que en esa época se usaba para nombrarnos era “homosexualidad”. Se habla de la criminalización de la homosexualidad como una cuestión general, abarcativa. Todavía la identidad política lesbiana no estaba siendo pensada con sus propios términos o de la manera en que la conocemos hoy. Para eso va a haber que esperar a Adrienne Rich y Monique Wittig, y la denuncia que ellas hicieron de la invisibilización sistemática y la reivindicación de la existencia lésbica como resistencia política.

Con Stonewall se inauguró un proceso de alianza y coalición entre distintas identidades de la disidencia sexual, incluyendo la lesbiana. Y tuvo lugar un pasaje del hartazgo de la represión y la criminalización a la disputa colectiva por la visibilidad. ¿Por qué nos interesa Stonewall a las lesbianas argentinas? Por muchísimos motivos: para inscribirnos en una genealogía del movimiento lgbtti, para pensarnos como parte de este hito de la historia del encuentro. Para profundizar también en qué estaba pasando acá en ese momento de la mano del Frente de Liberación Homosexual, por ejemplo. Para aprender cómo se construían en estas tierras alianzas y estrategias propias para luchar contra la represión policial. Para pensar en todos los años que tuvieron que pasar para que se constituyera en la Argentina un activismo lésbico dentro un movimiento lgttbi.

Ciclo de cine sobre géneros y sexualidades: conmemoramos los 46 años de revuelta de Stonewall en 1969. Invitada: María Luisa Peralta. Organizan: Desde el Fuego y Manada Cultural En Movimiento. Domingo a las 19, Le Troquet de Henry, Guardia Vieja 3460.

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Stormé DeLarverie, conocida mundialmente como “la lesbiana de Stonewall”.
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