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Viernes, 28 de marzo de 2014

LOS AMANTES ETERNOS

Una pareja de larga, muy larga data, permanece en las sombras, abrumada por “vivir” en medio de una humanidad que destierra la belleza. Only Lovers Left Alive, la última película de Jim Jarmusch, es una “historia de vampiros” que pone en primer plano al amor como lo único que nos puede salvar. Joya imperdible de la nueva edición del Bafici.

 Por Ariel Alvarez

Cuando la noticia se dio a conocer a muchos les produjo asombro. El rey del cine independiente Jim Jarmusch volvía al ruedo con una película de vampiros. Muchos otros no dudaron en entender por dónde podría llegar a venir la cosa. Los críticos esperaban con los colmillos afilados (justamente) para servirse en bandeja a la nueva, a primera vista, alocada idea de Jarmusch.

Y es que casi al unísono las voces “autorizadas” del cine remarcaban que desde 1995, con Dead Man Walking, el trabajo del cineasta había caído en franca decadencia, sí. Podemos estar de acuerdo o no, lo cierto es que un dejo de nostalgia (y mucha) debe figurar en las opiniones generalizadas. Es verdad que la década de los 90 presentaba un panorama ideal para los amantes del buen cine, era una ebullición de directores que no sólo se preocupaban por la historia sino que, además, la importancia de lo visual se transformaba en algunos casos en una obsesión que culminaba en creaciones verdaderamente poéticas con un sentido estético sublime. En aquel entonces se esperaba con ansiedad lo último de Greenaway, de Wenders, de Leos Carax, Wong KarWai, sólo para citar a algunos. Y por supuesto Jarmusch.

Y con este ruido de fondo llega Only Lovers Left Alive, una película perfecta. Llena de ensoñación y melancolía, retoma un tema recurrente del director, el comportamiento humano pero desde una apuesta jugada: desde el universo de los no-muertos se contempla cómo la estupidez y la intolerancia despreocupada de los “vivos” va cada vez más rápido sobre una autopista pavimentada con el sinsentido.

Adam y Eve (Adán y Eva) son una pareja de vampiros que pisan esta tierra desde hace siglos. Adam es un músico solitario, delgado y de pelo largo y negro. Vive encerrado en un caserón gótico en una derruida Detroit. Apasionado por las guitarras antiguas, pasa sus noches componiendo música y aislado del mundo actual, que lo deprime. Su único contacto con el afuera es un joven rockero que le consigue lo que necesite, desde guitarras invaluables hasta una bala de madera que le podría servir a sus románticos deseos suicidas. Este afán de terminar con todo sólo lo puede calmar Eve, una elegante vampiresa, taciturna y de pelo blanco, que vive en Tánger. Ella pasa el tiempo en su casa atiborrada de libros escritos en todas las lenguas existentes y disfruta del placer de la literatura. Después de un tiempo de no verse ella viaja al encuentro de su amado.

Tom Hiddleston pone todo su talento de elegancia y belleza inglesa al lánguido vampiro, mientras que Tilda Swinton creó un personaje que emerge como el verdadero protagonista de la película, inexpresiva y exquisita; cada caminata, cada gesto, son precisos.

Juntos vivirán su reencuentro envueltos en un mundo de recuerdos de tiempos pasados y amigos: Lord Byron, Mary Wollstonecraft, Schubert, todo un fetiche artístico de Jarmusch. Lo que los seres humanos han hecho con la cultura les provoca rabia y en parte es lo que los decide a no surgir de su anonimato. Los “zombies”, como llaman a los vivos, nunca entendieron de qué se trata la belleza. “Estoy harto de los zombies. Y su miedo, de su propia puta imaginación”, se queja Adam. Y sería poco agradable lo que el develar su existencia provocaría a su especie. Pero ellos comparten el más puro, el más profundo y más afectuoso amor.

Sólo mantienen contacto con el exterior para conseguir sangre. Adam lo hace a través de un médico en un hospital. La sangre tiene que ser pura, no la contaminada que la mayoría de los humanos lleva dentro. Toda una metáfora de la adicción pero también una parábola acerca de cómo la sangre contaminada los pone en peligro de extinción.

Eve, por su parte, consigue la suya con el dealer menos imaginado. Christopher Marlowe, magistralmente interpretado por John Hurt, y éste es un guiño encantador. El poeta sigue enfadado por haberle dado el crédito de sus obras a Shakespeare, “esa zombie analfabeta”, y se lamenta de no haber conocido 400 años antes a Adam, quien hubiera sido un modelo perfecto para su Hamlet. Un vampiro anciano y gay que vive en soledad en este mundo hueco y frívolo.

El equilibrio de esta pareja se verá alterado por la presencia de Ava, la joven y rebelde hermana de Eve, interpretada por Mia Wasikowska, quien traerá aparejada la melancólica contradicción de si es conveniente, o no, mostrarse al mundo.

Llena de detalles encantadores, Only Lover Left Alive es una pieza fílmica magistral que nos habla acerca de los que viven y, a veces, sufren en los márgenes de la sociedad. Las escenas de una Detroit devastada, y la belleza de las calles despobladas de Tánger (junto con una banda de sonido tremenda) sirven como escenario y contraste ideal para permitirnos ver que estos vampiros, en realidad, tienen más vida que los seres humanos. Y como hay veces en las que el no asomarse al mundo (que se nos presenta como hostil) se convierte en una necesidad para poder seguir viviendo. Pero sucede que salir de pronto se vuelve inevitable. Es el viejo, y a la vez renovado, Jarmusch que nos deja a todxs con la boca abierta.

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