turismo

Domingo, 30 de agosto de 2015

ENTRE RÍOS PARQUE NACIONAL EL PALMAR

Palmeras del litoral

El Palmar de Colón representa uno de los últimos reductos nativos de palmera yatay de la región: para protegerla se han implementado planes de conservación y control de las especies exóticas. De fácil acceso, se lo puede visitar todo el año, con varias opciones para recorrerlo.

 Por Guido Piotrkowski

Unos cincuenta años atrás, el Parque Nacional Palmar de Colón era una estancia ganadera, una más de las tantas que había en la región del sur de Entre Ríos. Pero estas tierras atesoraban algo muy especial: aquí estaba uno de los últimos palmares de yatay, una especie autóctona que vive entre 200 y 400 años, y que proliferaba en la región del sur entrerriano. También había una cantera intensamente explotada, un recurso que provocó fuertes daños en el terreno. Fue entonces que el Estado tomó la decisión de expropiar las tierras, se las compró a sus dueños y el 28 de enero de 1966 creó el Parque Nacional Palmar de Colón. Y en 2011, un humedal de 21.450 hectáreas dentro del cual está inmerso el parque pasó a integrar la lista mundial de sitios Ramsar, una figura de protección internacional para conservar humedales alrededor del globo.

Más conocido como El Palmar, el parque cuenta con 8500 hectáreas protegidas sobre la margen derecha del río Uruguay. Sabana de palmeras, monte, selva en galerías y playas; buena variedad de aves para deleite de observadores y animales que pululan como al alcance la de mano; senderos para recorrer en auto, a pie, bicicleta o caballo; cercanía con núcleos urbanos y buen acceso son algunas de las características que hacen de este pequeño gran parque un sitio ideal para una escapada en cualquier momento.

Paseos y senderos El Palmar tiene la particularidad de que se puede visitar todos los días del año y a toda hora. Cuando llega el calor, el río y sus playas lo convierten en un delicioso balneario, ideal para paliar las altas temperaturas de la región. Desde el 15 de diciembre al 15 de marzo, hay servicio de guardavidas. De todas maneras, a menos que esté muy crecido, el río no es muy correntoso en este sector.

El Palmar tiene un camino principal y tres caminos secundarios: La Glorieta, Los Loros y El Palmar. Hay varios circuitos peatonales cortos, como los senderos El Mollar, Yatay, La Glorieta, Los Loros, Sendero de las Ruinas, y dos senderos más largos: del Pastizal, que tiene ocho kilómetros, y de la Selva, de cuatro kilómetros, ambos abiertos todo el año.

“Los senderos Yatay y del Pastizal recorren los ambientes típicos del parque, es decir la sabana con palmeras yatay, sitios muy buenos para ver aves de pastizal. En el del Pastizal también se pueden ver carpinchos, y con suerte hasta ñandúes”, indica el intendente del parque, Mariano Calvi, y sigue: “El Sendero de la Selva es ideal para ver aves de ese tipo de ambiente. En el caso de observadores de aves es mejor recorrerlos por la mañana temprano o a la tardecita para encontrar más actividad. El Mollar muestra la diferencia entre sectores de monte nativo y áreas invadidas por plantas exóticas, y La Glorieta recorre un sector de selva en galería en el arroyo Palmar”.

En el pastizal se ven pájaros carpinteros (el real, lomo blanco y campestre), inambúes, ñandúes, aves rapaces, tordos músicos, churrinches, brasita de fuego, pirinchos, tordos, calandrias, benteveos, picabuey, paloma picazuro, entre otros.

Por su parte en la selva se pueden observar pepiteros, tacuaritas, pitiayumi, urracas, lechuzas, esparveros, taguatos, jotes, el martín pescador, fruteros azules, torcazas, carpinteritos comunes, naranjeros o garzas moras. “Las aves más buscadas por observadores de aves son el cardenal amarillo, los corbatitas y los capuchinos”, asegura Calvi sobre este paraíso para los observadores.

El parque se puede recorrer íntegramente por cuenta propia, pero el visitante que así lo desee puede contratar un guía. Las cabalgatas, excursiones en bicicleta, canotaje y paseos náuticos están concesionadas dentro del parque, pero también pueden contratarse algunos de estos paseos o visitas guiadas afuera, en agencias de turismo de las localidades de Colón, Villa Elisa o San José. El Palmar cuenta también con un restaurante y un camping. Y para aquellos que no quieran acampar, pero sí estar bien cerca, hay un complejo de cabañas frente a la entrada, y también una reserva privada, La Aurora del Palmar, que ofrece alojamiento.

Como bien indica Calvi, el atardecer es la mejor hora para los observadores de aves, pero es también un buen horario para cruzarse con el resto de la fauna local, que en general resulta fácil de avistar. Andando por los diferentes senderos, no es extraño toparse con carpinchos, vizcachas o ñandués. El lagarto overo es fácil de ver en pleno día, cuando sale a tomar sol, mientras el lobito de río o el coipo se pueden ver cerca del río. También pululan por acá hurones y zorrinos; reptiles como la yarará y varias especies de culebras ocultas en los pastizales. El zorro de monte también es característico de estas tierras, pero resulta más escurridizo y difícil de encontrar.

El ocaso es, además, ideal para llevarse la postal del Palmar, cuando el sol se oculta detrás de la extensa sabana de palmeras, y el cielo se tiñe con todos los tonos posibles del atardecer.

Postal de atardecer: el típico “plumero” de las palmeras yatay se recorta en el ocaso.
Imagen: Guido Piotrkowski

TALAR PARA PROTEGER Uno de los mayores problemas que tiene el parque es la invasión de especies exóticas, tanto animales como vegetales. Plantas como el paraíso, el ligustro o la acacia negra avanzan modificando el ambiente, invadiéndolo todo, del monte al palmar. Entre los animales, el jabalí y el ciervo axis traen grandes dolores de cabeza. No tienen predador natural, y se comen los renuevos de palmeras. Ambas situaciones ponen en peligro el ecosistema del parque, y por eso que desde hace algunos años se vienen tomando medidas para controlar la población de los exóticos invasores animales y vegetales.

Si bien cazar para conservar puede sonar contradictorio, en este caso no lo es. Se trata de nuevos paradigmas para nuevos tiempos Así lo explica el intendente Calvi: “El Plan de Control de Mamíferos Exóticos para ciervo axis y jabalí cuenta con la participación de unos sesenta cazadores externos y el control de Parques Nacionales. Participan cazadores de todos los departamentos vecinos al Parque Nacional El Palmar (Colón, Concordia, San Salvador, Uruguay). Se utiliza una sola modalidad, que es la caza desde aportaderos con cebaderos. Parte de la carne se dona a comedores escolares y entidades de bien público. Viene dando buenos resultados, el objetivo es reducir la población de esas especies que son un problema para la conservación del área”.

Calvi también se explaya sobre el control de la vegetación: “Con respecto al combate de la invasión de árboles exóticos, el problema es más complejo y se aborda con varias metodologías según el sector. En los lugares poco invadidos se trabaja planta por planta, en los sectores con una invasión moderada se utilizan las quemas prescriptas como herramienta de manejo y en los lugares severamente invadidos se ha utilizado una topadora para remover plantas invasoras como el crataegus”. “Es un laburo evangélico –dice uno de los guardaparques encargados de este trabajo–.Todos los días tenés que ir a golpear la puerta, porque el desmonte es fácil, pero si al día siguiente no continuás, dejás un semillero que explota. Es increíble la capacidad de la exótica en tomar el territorio en poquito tempo”.

El principio, el tema de la caza regulada despertó suspicacias en algunos guardaparques. Los cazadores furtivos representan uno de los mayores problemas en los parques nacionales de todo el país, y son los enemigos naturales del guardaparque. Tampoco es fácil concientizar a los conservacionistas más puros sobre la cacería controlada. Pero hoy, de la mano de un plan bien ejecutado, muchos de esos cazadores que fueron furtivos pueden ejercer la actividad en forma legal y en pos de una causa más noble, cuidando el hábitat y donando la carne de sus presas a los comedoresz

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A pleno sol: el lagarto overo es fácil de avistar en los senderos del Parque Nacional.
Imagen: Guido Piotrkowski
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