El ministro de Salud, Hatem al Gabali, corrigió a la baja la cifra de muertos, que en informaciones oficiales iniciales se estimaron en 21 fallecidos. El ataque causó además heridas a 79 personas.

El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, abogó por cortar "la mano al terrorismo". "Este atentado terrorista ha sacudido la conciencia de la nación", dijo un discurso televisado. "La sangre de nuestros hijos no se perderá en vano. Cortaremos la mano al terrorismo".

Aseguró que el ataque iba dirigido a "todo Egipto" y que "el terrorismo ciego no distingue entre coptos y musulmanes". Recalcó demás que hay "manos extranjeras" detrás de este atentado cuya intención es desestabilizar Egipto.

La organización Estado Islámico de Irak, un grupo que guarda relación con Al Qaida, ya había advertido en el pasado que los cristianos en todo Cercano Oriente son blancos legítimos de ataques.

La policía antidisturbios lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la multitud congregada junto a la Iglesia de los Santos en la ciudad de Alejandría, a orillas del Mediterráneo.

Los familiares celebraron en la noche (local) el funeral por las víctimas entre medidas de seguridad reforzadas. Unas 17 ambulancias llevaron los cadáveres de la morgue al cementerio, en el oeste de Alejandría.