UNIVERSIDAD › SE APROBO LA REUBICACION DE SUS CURSOS Y PROGRAMAS

Cuenta regresiva para el CEA

La UBA trasladará las actividades que se realizan en el centro de estudios. Para los investigadores, se trata de un vaciamiento.

 Por Javier Lorca

Si bien no se decidió el cierre del Centro de Estudios Avanzados de la UBA, el Consejo Superior de la universidad aprobó la relocalización –seguramente en otras unidades académicas– de las maestrías y los proyectos de investigación que se realizan en el instituto interdisciplinario. “Es la primera vez en democracia que se va a cerrar un centro de estudios de la UBA”, lamentó, en diálogo con Página/12, el doctor Miguel Teubal, integrante del equipo de investigadores que se opone a la medida impulsada por el rector Guillermo Jaim Etcheverry y la mayoría de los consejeros superiores.
El CEA nació en 1985 con el fin de “contribuir al desarrollo y transformación del país y de la propia UBA” mediante estudios interdisciplinarios que combinaran las ciencias exactas, las ciencias naturales y las tecnológicas. El rector y la mayoría de decanos y profesores creen que el centro nunca cumplió con sus objetivos iniciales, se mantuvo aislado, no concursó a sus docentes y concentró numerosas irregularidades durante el shuberoffismo. Por eso presentaron un proyecto para que las secretarías de Asuntos Académicos y de Ciencia y Técnica de la universidad distribuyan, según sus pertinencias, los cursos e investigaciones del CEA entre las diversas facultades y unidades (posiblemente antes del 28 de junio, aunque la fecha no consta en la resolución). A último momento, se dejó la puerta abierta para que algún curso o programa pueda ser conservado en el propio centro. De todos modos, ése no parecía el espíritu latente.
La propuesta se aprobó el miércoles tras largo debate. “Quiero dejar claramente establecido que lo que se discute nada tiene que ver con la calidad del trabajo realizado por el personal y los investigadores del CEA –dijo Jaim Etcheverry–. Tiene que ver con la organización institucional.” Es que todos los argumentos desarrollados para explicar la necesidad de reformar al centro reconocieron la calidad del trabajo realizado. “Hay acuerdo sobre la necesidad que tiene la universidad de contar con un espacio transversal para producir conocimiento. Pero también hay acuerdo en que el CEA no ha cumplido plenamente sus fines. Y que es necesario regularizar su planta docente”, dijo la vicedecana de Derecho, Mónica Pinto.
El decano de Ingeniería, Bruno Cernuschi Frías, señaló que, pese a la buena labor realizada, “queda claro que el CEA nunca tuvo relación con la Facultad de Ingeniería. Y tampoco con Odontología o Medicina. No se está planteando el cierre del CEA, sino ubicar a sus cursos y programas en los espacios adecuados”. Muchos de los consejeros superiores que votaron el proyecto de relocalización de las actividades insistieron en que la propuesta no suponía el final del centro. “No implica el cierre –dijo Regina Wikinski, decana de Farmacia–, sino que recién se estarían abriendo las discusiones sobre el futuro proyecto de ciencia y tecnología de la universidad.”
Claro que no fue interpretado así por todos. “Si bien no se plantea el cierre, plantear la relocalización es una propuesta solapada de desarticulación. Después, cuando el CEA no tenga contenidos, ya no habrá nada que defender”, opinó Leonardo Zayat, consejero estudiantil por las agrupaciones independientes. Los estudiantes propusieron que el tema se siguiera debatiendo en comisión, en busca de consenso. “Nuestra impresión es que se inició el vaciamiento del CEA, el desguace –dijo Teubal–. Dicen que habría que ubicar al CEA en los lineamientos de una nueva política científica, pero nadie en el Consejo Superior discutió sobre política científica. Ni se hicieron evaluaciones sobre la faz académica, ni sobre la gestión de los últimos años. Al final, no se sabe por qué lo cierran.” Los investigadores insistieron en que no defienden al centro con una postura corporativa, sino que quieren transformarlo y mejorarlo. De hecho, presentaron un proyecto para que se evalúe lo realizado por el CEAy para que se abra una “discusión amplia, dentro de la comunidad de la UBA, que permita redefinir los objetivos y los modos de funcionamiento de la investigación y docencia transdisciplinaria del CEA, en el cual converjan criterios de excelencia académica, transparencia y participación democrática”.
Un proyecto alternativo fue presentado por el decano de Exactas, Pablo Jacovkis. “Quiero que exista un centro de estudios que sea un organismo pluri e interdisciplinario, dedicado a estudiar los grandes problemas nacionales, como tienen muchas universidades del mundo”, explicó a este diario. En los considerandos, el proyecto señala que el fracaso del CEA “no implica que deba ser disuelto, pues la idea básica de su creación sigue teniendo vigencia; más aún, su vigencia se hace cada vez más imperiosa, dada la terrible orfandad de ideas y proyectos nacionales progresistas, viables, justificados técnicamente y con visión a largo plazo”.

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